—Muchas gracias por todo John —le dije y lo abracé levemente.
—Espero que todo salga muy bien, Aimée —me dijo él.
—Si, yo también espero eso —sonreí.
Él asintió con la cabeza y salió de mi nueva oficina. Suspiré y la recorrí con la mirada. Me acerqué a la gran ventana que estaba detrás de mí.
La cuidad se apreciaba perfectamente desde aquí. Los ruidos, las personas… la futura lluvia. Lluvia… hace tanto que no aprecio la lluvia.
Alguien entró a la oficina y me giré a verla. Miranda sonrió al igual que Chris.
—¿Qué les sucede? —les pregunté.
—Nada, solo veníamos hablando sobre lo linda que te ves como jefa —me dijo mi hijo.
—Ustedes dos si que son raros… —les aseguré.
—Habló la reina de las extrañas —dijo Miranda divertida.
Le saqué la lengua y me senté en mi nueva silla. Solté un suspiro.
—¿Y qué fueron a hacer? —quise saber.
—Recorrimos un poco el lugar… está muy lindo —dijo ella.
—Y gracias a dios que traje mi nintendo —aseguró Chris.
Miranda y yo reímos por lo bajo. Miranda se sentó frente a mí, y Chris se sentó en uno de los sillones grandes que allí había. La puerta volvió a sonar y la misma chica que nos había recibido entró.
—Permiso —dijo ella.
—Pasa, Sea —me puse de pie. Ella se acercó al escritorio.
—Me mandaron a traerte estos papeles —me dijo y me los dio —Aquí están todos los datos económicos de la empresa. Como así también los datos de uno y cada uno de los empleados que aquí trabajan.
—Muchísimas gracias, Sea.
—No es nada… cualquier cosa levantas el teléfono, aprietas el número 4 y aquí estaré yo.
—Eso si que es eficiencia —le dijo mi amiga. Sea rió y Miranda se puso de pie – Soy Miranda.
Sea le dio la mano.
—Un gusto —le sonrió.
—Y yo soy Chris —habló mi hijo. Ella se giró a verlo.
—Que lindo eres, Chris —le dijo. Él sonrió autosuficiente.
—Lo sé —aseguró.
—Christopher —lo regañé divertida.
—Mami, soy lindo. Todo el mundo lo sabe.
Miré a Sea y ella sonreía divertida.
—Él tiene razón —me dijo la rubia.
—Ya lo creo —asentí.
—Oh, ¿puedo pedirte un favor? —le dije.
—Si claro —dijo ella.
—Aquí tengo todos los datos de Christopher y conseguí el número de un colegio que mi hermano me recomendó. ¿Podrías pedirle a alguien que este disponible que llame al colegio y lo anote? Quiero que cuanto antes comience las clases – dije.
—Claro, enseguida me encargo —sonrió y salió de allí.
—Que encantadora —aseguró Miranda.
—¿Verdad que si? —asentí —Bueno, es hora de empezar a trabajar.
—Perfecto —dijo ella —Yo tengo que ir a buscar algunos documentos… recuerda que ahora soy tu asesora. Que fastidio.
—Cállate, Miri —musité —No puedes quejarte de mí, soy la mejor jefa de todo el mundo.
—Si, seguro —puso los ojos en blanco. Sin dejar de reír salió de la oficina.
Me volví a sentar en mi silla. Tomé las carpetas que Sea me había entregado. Miré a mi hijo y él estaba muy concentrado con su juego. Abrí la carpeta y comencé a mirar las fotos de las personas, junto a sus datos. Dejé la primera carpeta a un lado y tomé la otra… la abrí por el medio y mi mirada quedó fija en él.
Zayn Malik.
Mi mirada no podía salir de su foto. Mi mano se levantó hasta ella y por alguna razón la acaricié.
—Este es el amigo de Pablo —musité sin dejar de mirarlo. Había algo tan raro en este hombre…
—¿Qué, mami? —preguntó Chris sacándome de mis pensamientos.
—Nada, mi cielo —dije y cerré la carpeta. Su foto me puso muy nerviosa.
—Mère, me voy a recorrer el lugar —dijo él poniéndose de pie.
—Está bien, pero no toques nada. Ni interrumpas a las personas que están trabajando —le dije. Él se acercó a mí y lo besé cortamente en los labios, como lo he hecho siempre.
—Mami, ya estoy grande para piquitos —dijo parándose bien derecho.
—No, no estás grande para piquitos. Y yo voy a darte piquitos aunque tengas 50 años…
—Que exagerada eres —aseguró y salió de allí.
Cuando estuve sola volví a abrir la carpeta en la que estaba la foto de ese tal Zayn. Volví acariciarla. Los vacíos llegaron a mí de nuevo, el dolor, la angustia.
Me llevé una de mis manos sobre mi pecho. Ese dolor… ese dolor que no me deja en paz. No se va, no quiere irse. ¿Y por qué? No quiero tener más este dolor. Quiero dejarlo, quiero que se vaya. Cerré con algo de fuerza la carpeta y la dejé a un costado. Ese hombre no debe ser de fiar…
-Zayn
Tomé con algo de firmeza los papeles que acababan de darme. Los miré y eran toda la información sobre las últimas maniobras de la empresa, para mandárselos a la tal Aimée. Por lo que escuché ya ha llegado. Pero aun no he tenido tiempo de conocerla.
Me acerqué al escritorio de Sea. Ella levantó su mirada hacia mí.
—Buenos días —me saludó.
—¿Cómo estás, laguito? —le pregunté.
—Bien, estoy bien —suspiró.
—¿Conociste a nuestra nueva jefa? —quise saber. Ella sonrió.
—Si, es encantadora. Y para nada una francesita estirada como habías dicho.
—Seguro que es odiosa —ella negó con la cabeza.
—Además es muy bonita.
‘Bonita’ Suspiré y sonreí.
—¿Más que tú? —pregunté poniendo mi mejor voz de matador. Soltó una leve carcajada.
—No te queda bien lo romántico, Zayn —dijo sin dejar de reír.
—Lo sé —aseguré. Ella se puso de pie y extendió otros papeles hacia mí.
—Debes encargarte de anotar al hijo de Aimée en este colegio —dijo.
—¿Y por qué yo? —pregunté y tomé los papeles —No soy el cadete de nadie.
—Al parecer ahora si lo eres —sonrió —Así que ve a hacer lo que tienes que hacer y deja de gruñir por todo.
—Si me das un beso dejo de gruñir —le aseguré. Ella me miró fijo a los ojos.
—No —sentenció.
—¿Por qué no? —quise saber.
—Porque no quiero tus besos.
—¿No? —traté de coquetearle.
—No —aseguró.
Palmeó mi hombro y se fue de allí. La vi alejarse. Ella ha estado tan distanciada de mí desde que salió del hospital. Debe pensar que quiero besarla o estar con ella por lastima. Tendré que esforzarme para que dejara de creer eso.
Comencé a caminar y a leer los papeles que Sea me acababa de dar. La foto de un niño de aproximadamente 9 o 10 años estaba enganchada al dorso de la primera hoja.
Datos personales:
Christopher Nodier: fecha de nacimiento: 13 de julio del 2011, lugar de nacimiento: Paris, Francia…
Volví mi vista a la foto del niño. Hoy es 13 de julio, hoy es su cumpleaños.
Las hojas que tenía en mis manos terminaron en el suelo, ya que me había chocado levemente con alguien.
—Lo siento —se disculpó y al instante se agachó a recoger las cosas. Me agaché y lo ayudé a juntar. Divisé que en una de sus manos tenía una pequeña nintendo. Levanté mi mirada hacia él y descubrí que era el niño de la foto.
—También yo —le dije.
Levantó un poco su mirada y se encontró con la mía. Me tendió los papeles y nos pusimos de pie al mismo tiempo. Él me miraba con algo de desconfianza.
—Perdón por chocarte, pero estaba muy concentrado tratando de pasar este maldito juego de lucha —dijo —No logro pasarlo.
—Si quieres yo puedo ayudarte —dije. Sus ojos brillaron. Había algo tan extraño en este niño.
—¿Sabes jugar? —quiso saber.
—Soy el mejor —aseguré. Él sonrió. Fue una sonrisa tan familiar para mi mente.
Nos acercamos a unas sillas que estaban al costado de las ventanas y nos sentamos allí. Él me tendió su nintendo.
—¿Cómo se pasa? —preguntó.
—Es muy fácil —le aseguré —El truco para pasar este nivel es apretar todo el tiempo la x —le mostré como haciendo eso lograba pasar las partes difíciles —Y luego vuelves al modo R1 —él prestaba toda la atención del mundo.
—Wow, eres mucho mejor jugador que mi tío —dijo. Sonreí.
—Muchas gracias —dije y le devolví su juego.
—De nada —musitó.
—¿Quién eres? —le pregunté. Aunque ya se quien es… vamos a conocerlo personalmente.
—¿Quién eres tú? —me contestó con otra pregunta. Lo miré divertido. Realmente es desconfiado.
—Soy Zayn Malik, trabajo aquí —le dije poniendo cara de fastidio —Tengo 28 años y como te habrás dado cuenta soy el mejor jugador del mundo.
—Así parece —sonrió —Yo soy Chris…
—¿Hoy es tu cumpleaños, cierto?
Sus mieles ojos se abrieron asombrados.
—Si, ¿Cómo lo supiste? —quiso saber.
—Yo sé muchas cosas —me hice el interesante —Feliz cumpleaños, Chris.
Su mirada se dirigió a los papeles que estaban en mis manos.
—Eres un tramposo —aseguró sin dejar de sonreír —Tienes anotado en esos papeles todos mis datos.
—Me atrapaste —suspiré. Él rió —Estos papeles son para anotarte en un colegio.
—Si —frunció el ceño —Mi mamá está empeñada en que empiece pronto.
—Pero eso está bien… tienes que estudiar aunque no te guste —él asintió —A mí tampoco me gustaba.
—Mi mamá dice que si no estudio no podré tener un buen futuro.
—Bueno, en eso ella tiene razón —le dije y no pude evitar despeinar un poco su cabello negro —El estudio es muy importante.
—Voy a estudiar, lo prometo —dijo. Miró a su alrededor —Estoy tan aburrido, odio este lugar.
—También yo —asentí. Y entonces tuve una idea —¿Quieres ir a jugar a los videos juegos de aquí a la vuelta?
Sus mieles ojos volvieron a brillar. Y sentí aquella maldita necesidad de tener un hijo. Será que la maldita paternidad de Pablo o la de Alex llegaron a afectarme de sobremanera. Y ahora necesito llevar a niños que apenas conozco a jugar videos juegos.
—¿En serio? —me preguntó.
—Claro que si —le aseguré —Es tu cumpleaños y estás aburrido, yo también lo estoy. Podemos pedirle permiso a tu mamá y vamos.
—¡Yo voy! —exclamó contento y se puso de pie —Espérame aquí.
Asentí y salió corriendo. Me quedé en silencio, mirando hacia la nada.
Se nota que quiero ser padre. Tal vez podría hablar con Sea y decirle que adoptemos un niño juntos… así no volvería a estar solo.
—Podemos irnos —dijo sacándome de mis pensamientos.
—¿Te dejó? —pregunté extrañado.
—Si, si —asintió frenéticamente.
—Tal vez debería ir yo mismo…
—¡NO! —me interrumpió —Ahora mamá está muy ocupada. Pero me dio permiso… de verdad podemos irnos.
Sonreí. Aquel niño tenía muchas ganas de ir a los juegos.
—No soy muy bueno cuidando niños en la calle —le advertí —Por eso tendrás que darme la mano hasta que lleguemos al lugar. Y no debes soltarte, ni alejarte de mí por nada del mundo.
—No soy un niño —aseguró —Soy un hombre, ya tengo 10.
Reí levemente.
—Está bien, eres un hombre pequeño. Pero aun así tienes que darme la mano —dije. Estiró su brazo hacia mí. Miré su mano por unos cuantos segundos. Es pequeña, parece frágil. La tomé con la mía. Mi mano cubrió totalmente la suya.
—¿Vamos? —preguntó. Levanté mi mirada hasta encontrar la suya.
—Vamos —dije.
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*-* !!!! Que bonito.. Madre e hijo