Wife

By tynarubia

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Una Wife. Eso había terminado siendo Mireya Santos. ¿Qué es? Es una mujer sin escrúpulos, sin corazón, una m... More

Parte 1 : Elegida
Capitulo 2: Disfrutaras
Capitulo 3: Marcada
Capitulo 4: Diferente
Capitulo 6: Vete
Capitulo 7: Limon
Capitulo 8: Joyas
Capitulo 9: La madre
Capitulo 9: La madre
Capitulo 10: Lo quiero
Capitulo 11: Especial
Capitulo 12: Cara a cara con la familia
Capitulo 13: En un lago
Capitulo 14: Una pareja
Capitulo 15: Soy una de ellas
Capitulo 16: Bajo las estrellas
Capitulo 17: De regreso
Capitulo 18: Un viaje a Italia
Informacion
Capitulo 19: Un Porque
Capitulo 20: La confianza
Capitulo 21: Cumpleaños
Capitulo 22: Contrato
Capitulo 23: Todo
Capitulo 24: Un angel de la guarda
Capitulo 25: Berlín
Capitulo 26: Cuestion de gustos
Capitulo 27: El mas importante
Capitulo 28: Un bizcocho
Problemas
Capitulo 29: El encuentro
Capitulo 30: Diviertete
Capitulo 31: Tu la apartaste
Capitulo 32: No puedes darmelo
Capitulo 33: En idiomas
Capitulo 34: Una rosa blanca
capitulo 35: Una casa en Italia
Capitulo 36: Mentiras
Capitulo 37: El pasado vuelve
Capitulo 38: ¿Por que?
Capitulo 39: Como comenzo
Capitulo 40: Ti amo
Capitulo 41:Mi vuoi sposare?
EPILOGO
estoy de vuelta

Capitulo 5: Dinero

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By tynarubia

-Que bien huele Marcela –Gonzalo se quedo parado en la puerta de la cocina observando sorprendido

-Pues deja que las pruebes –Diego se acerco corriendo a la bandeja y tomo una galleta, soltándola al instantes  -¡¡Augh!!

-Cuidado que queman –Mireya sonrió divertida mientras cogía el cuenco que tenia al otro lado y se lo tendía a Gonzalo -¿Quieres una?

-¿Las has hecho tu? –el frunció el ceño mientras tomaba la galleta. La sostuvo ante sus ojos, examinándola con el ceño fruncido, después la acerco a su boca y dio un pequeño bocado.

-¿Temes que te envenene? –Mireya rio dejando el cuenco sobre la encimera de la cocina

-En ese caso a mi hijo ya le habría dado algo –Marcela hablo mientras golpeaba la mano del chico que volaba rápidamente en busca de otra galleta –Vas a ponerte enfermo

-Esta buena –Gonzalo volvió a dar un bocado a la galleta

-Estoy segura de que al señor Cardoni le gustaran –Marcela sonrió mirando a Mireya de reojo

-Estoy de acuerdo –Gonzalo asintió fijando la vista también en ella

-Pero el señor Cardoni no está –ella se giro para pasar las galletas recién horneadas de la bandeja a un cuenco

-Pero volverá pronto –Gonzalo camino por la cocina hasta sentarse en una silla junto a la mesa

-Pronto –ella se mordió el labio -¿Y eso es?

-Nunca avisa –Diego respondió sentándose en la otra silla –Simplemente aparece

-Ah –y no pudo evitar que cierta desilusión cruzara su mente

-Señorita –El ambiente en la cocina se volvió tenso en cuanto el mayordomo hizo su presencia. Mireya se giro para mirarle -¿Le importaría acompañarme por favor?

-Claro –se quito el delantal dejándolo sobre la encimera y echando una última mirada a los demás siguió al mayordomo hasta el salón.  El se paro en mitad de este y se giro a mirarla a los ojos -¿Qué ocurre?

-Su tarjeta –el hablo señalando la tarjeta de crédito que hay sobre la mesa –Creo que será mejor que la guarde. En esta casa no hay ladrones, pero, si se extravía..

-No es mía –Mireya se tenso –Es de Mark… el señor Cardoni

-Como quiera –y el paso por su lado sin mirarla

-No me soporta –Mireya hablo mirando la mesa, la tarjeta en ella

-Solo soy un sirviente señorita –sentía la vista fija en su espalda –No tengo permiso para no soportar a nadie.

-Entonces yo te lo doy  -y Mireya se giro hacia él para verle –Dime lo que quieras, quedara entre nosotros. –espero, mirándole a los ojos –Adelante.

-¿De verdad piensa que desayunando en la cocina, haciendo galletas con los empleados y evitando gastar el dinero del señor nos engaña? –la miro con desprecio –Usted no deja de ser una de ellas, no es distinta. Solo es una más de las mujeres que ganan dinero gracias a su belleza. –se giro dándole la espalda –Gásteselo, después de todo si usted no lo hace, lo hará la siguiente. –comenzó a caminar –No deja de ser una Wife.

Y Mireya se quedo observando como aquel hombre se alejaba. Se giro hacia la mesa y se acerco a ella, tomo  la tarjeta y la miro en su mano.

-No le hagas caso –escucho la voz de Gonzalo, que se encontraba parado en la puerta, observándola con tristeza

-Tiene razón –Mireya apretó la tarjeta en su mano y se giro hacia el –Nos vamos

-¿Eh? –el la observo confundido y después la siguió hasta la puerta de la casa. La adelanto bajando las escaleras que daban a la entrada y abrió la puerta trasera del coche.  Se subió y arranco -¿A dónde?

-Clínica Wey West –y Mireya hablo mirando por la ventanilla.

En el camino ambos se mantuvieron en silencio, el no preguntaba y ella no explicaba. Hasta que el ceño de Mireya se frunció, coloco la tarjeta ante sus ojos y la observo pensativa.

-2341 –Gonzalo hablo mirándola sonriente a través del retrovisor

-Gracias –y ella asintió.

-Hemos llegado –el coche paro en la entrada de la clínica, el se giro para mirarla -¿Quiere que la acompañe?

-Espérame aquí –y Mireya abrió la puerta y se bajo rápidamente.

Entro en la clínica nerviosa, camino por ella sintiendo las miradas del personal fijas en ella. Sabía lo que pensaban, sabía lo que decían de ella, en lo que se había convertido, pero todo merecía la pena por aquella causa.

-Mireya –la enfermera de recepción le sonrió

-Hola Loren –Mireya se paro ante el mostrador –La factura …

-Aun no la mandamos –ella la miro precavida -¿Tienes algún problema?

-No, voy a abonarla ahora –y Mireya tuvo que reprimir una sonrisa al ver la sorpresa en el rostro e ella

-¿Efectivo? –Loren comenzó a teclear en el ordenador

-Tarjeta –Mireya dejo la tarjeta sobre el mostrador y espero. Cuando fue necesario introdujo el pin que Gonzalo le había dicho en el coche y firmo la factura. Respiro aliviada cuando todo había acabado. -¿Esta en la habitación?

-Si –ella asintió –Pero tiene rehabilitación en quince minutos

-Gracias –y camino rápidamente por el pasillo.

Era una buena clínica, cara, pero la mejor en lo suyo.

Cuando se paro en la puerta de la habitación, fijo la vista en la cama que había junto la ventana, en el rostro triste que miraba a través de ella. Respiro aire profundamente y mostro su mejor sonrisa.

-¿Cómo está la más guapa del hospital? –entro a la habitación y se acerco a la cama -¿Te gusto el peluche?

-Si –fue una respuesta breve y triste –Y los bombones, gracias.

-¿No me das un beso? –Se sentó en el filo de la cama, a su lado y acaricio su pelo

-Claro – Y Lucia se incorporo hacia delante y deposito un beso en su mejilla –Estas muy guapa

-Tu también –Pero Mireya fue incapaz de mirarla a los ojos. Sonrió dulcemente y tomo su mano –Pronto será tu cumpleaños ¿Qué quieres que te regale?

-Lo que yo quiero tú no puedes dármelo –Y Lucia respondió mirando hacia otro lado

-Lucí –Mireya apretó su mano con fuerza –Te pondrás bien

-Buenas –el enfermero entro en la habitación y observo a Mireya –Veo que tienes visita. ¿Qué tal Mireya?

-Hola Jorge –Ella se levanto de la cama y esforzó en sonreír

-Me la tengo que llevar a rehabilitación –El se acerco a la cama, aparto las sabanas y la cargo en sus brazos, camino con ella hasta el otro lado de la habitación y la deposito sobre la silla de ruedas.

-Volveré pronto  -Mireya miro a su hermana

-Como quieras –ella respondió con la vista fija en sus piernas.

Jorge la miro a los ojos con tristeza, mientras empujaba la silla fuera de la habitación. Y allí se quedo ella sola, en la habitación de la clínica que pagaba hacia más de cinco meses para que su hermana volviera a caminar. Y no había avanzado, era como si Lucia hubiera perdido las ganas de luchar y lo comprendía. 

Miro la foto que había en una mesa, junto a las flores.  Tomo el cuadro y lo estrecho contra su pecho.

-Lo siento –las lagrimas brotaron de sus ojos mientras su corazón se encogía ante el dolor.

Era su culpa. Si no hubieran tomado el coche para ir a verla a la universidad, si no hubieran conducido durante horas, aquel camión no se habría cruzado en su camino y no habrían muerto aquella tarde. Sus padres estarían vivos y su hermana seguiría siendo aquella joven llena de vida.

Sin embargo, las cosas no eran así.

El accidente había sucedido, sus padres habían muerto, su hermana había quedado impedida, ella había quedado a cargo de todo. No tenían dinero suficiente para el tratamiento, habían tenido que vender la casa y había tenido que dejar de estudiar. Hoy no era más que una Wife. ¿La razón por la que lo era? Eso no importaba. Nada importaba, salvo quien era ahora Mireya Santos.

Dejo la foto en su lugar y limpiando sus lagrimas camino por la clínica hasta la salida. En la puerta se encontraba aun el coche, con Gonzalo sentado al volante, esperándola.

-Podemos irnos –Cerro la puerta tras subir y se acomodo en el sillón mirando por la ventanilla

-¿Estas bien? –el frunció el ceño

-Vámonos por favor –respondió mirando la tarjeta en su mano. No debería sentirse mal ¿no? No se había comprado ropa, no había gastado en ella, sino en su hermana.  Miro por la ventanilla pensativa y entonces su cabeza se ilumino. -¡Para!

-¿Qué? –Gonzalo freno sorprendido

-Aparca –Mireya apretó la tarjeta en su mano.

Cuando el coche estuvo aparcado salió de el rápidamente. Espero a que Gonzalo estuviera a su lado y lo miro a los ojos.

-¿Puedes conseguir cuatro furgonetas de mudanza? –alzo la tarjeta mostrándola

-Con dinero todo se puede conseguir –EL asintió

-Pues hazlo –Y le dio la tarjeta –Te espero en esa tienda –y sin esperar respuesta Mireya entro al interior de la tienda. Una tienda de ropa, pero no de ropa cualquiera. Era ropa de niños.

Pasaron algo más de diez minutos hasta que Gonzalo apareció en la tienda, observo a su alrededor sorprendido.

-Todos los que tenga y de todas las tallas –Mireya hablo señalando unos pantalones

-Si, señora –la muchacha se dio prisa

-¿Va a comprar todo eso? –el frunció el ceño

-Si –Mireya sonrió –Y tú te encargaras de dar la dirección a la furgoneta para que llegue al lugar adecuado.

-¿Qué es? –El alzo ambas cejas

-El centro social de ayuda y orfanato de las hermanas  de San Gabriel –y ella se quedo mirándolo

-¿Va a mandar toda esa ropa a un orfanato? –hablo incrédulo

-No, ropa, comida, juguetes y material escolar –Mireya tomo la tarjeta que el sostenía en su mano y sonrió –Con dinero todo se puede

Y él no pudo evitar reír.

Y así pasaron prácticamente toda la tarde, comprando y organizando el traslado al orfanato y al centro de ayuda social. Que por supuesto fue informado de los cargamentos que llegarían de parte de Mireya, a la que ya conocían.  

Prácticamente había anochecido cuando regresaron a la casa.

-Bueno ha sido un día interesante –Gonzalo abrió la puerta del coche para que ella bajara

-Gracias por todo –Mireya le miro agradecida

-Es a ti a quien hay que dar las gracias –El hablo pensativo -¿Sabes? Había olvidado lo que era ayudar a los demás

-Buenas noches Gonzalo –y ella subió las escaleras en dirección a la casa

-Buenas noches Mireya –el se quedo observándola

LUCIA, LA HERMANA DE MIREYA. YA SABEIS PORQUE ESTA EN UNA CLINICA Y COMO FALLECIERON LOS PADRES DE AMBAS. ESE ES UN SECRETO QUE AUN NADIE CONOCE, PERO LO QUE SI ESTAN EMPEZANDO A VER ES QUE MIREYA… NO ES COMO LAS DEMAS

OS DEJO UNA FOTO DE LUCIA 

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