-Nos vamos de aquí, princesa.- su noticia me hizo palidecer.- Para empezar de nuevo, Aisa.
Niego varias veces por lo que dice. Cuando pensé que todo mejoraría...
-No puedes hacer eso.- mis ojos se llenaban de lágrimas.
-Por fin seremos felices sin que nadie nos estorbe.
No puedo ser verdad.
Intenta acercarse a mi pero me aparto.
-Aisa...
Aisa
Aisa
-¡Aisa!
Salgo de mi mente dando un salto por el susto. Enfoco mi mirada en la persona que me llamaba.
-Lo siento.- me disculpo. Con mis manos rasco mis ojos como si tuviera sueño.
-Otra vez estabas en tu mundo.
Siempre lo estoy.
-Lo siento.- digo de nuevo sin saber que más decir. Todo lo que hago últimamente es pedir disculpas.
-¿Quieres ayudarnos con el almuerzo?- mi hermano pregunta sin nada más que decir. Sé que se esfuerza en hacer que todo vuelva a la normalidad, pero es muy difícil que volvamos a ser los mismos de antes.
Asiento tratando de formar una sonrisa. Me levanto de la silla del comedor generando un sonido nada agradable para nuestros oídos. Mi vista fue hacia el suelo y camine rápido al lado de Emma quien me recibió con una sonrisa.
-Puedes estar pendiente de la olla, por fa.- la voz de Emma es tan dulce que me hace asentir rápidamente. Mi vista se concentra en la olla esperando que lo que sea que esté ahí esté listo. Me siento innecesaria, pero sé o quiero creer que me dicen que haga cualquier cosa para tratar de distraerme.
No funciona.
Los minutos pasan y yo sigo observando la estupida olla. Las únicas voces que se escuchan en la cocina son las de ellos, se ríen juntos y por un momento siento celos. Yo soy la única que no ríe.
-Aisa.- no me volteo pero Max sabe que tiene mi atención.- Mañana tengo el día libre...- dice despacio como si le estuviera hablando a una niña pequeña.- y quería pasarla contigo. ¿Qué te parece si salimos mañana?
Me volteo al instante que pregunta.
-No puedo...- cierro mis ojos un momento por la respuesta ilógica que di.- No quiero...me da miedo.
Sus ojos me ven con mas lástima de la que ya me tiene.
-Aisa, ya no hay nadie allá fuera que quiera hacerte algún daño.
Aprieto el mueble de la cocina con mis manos. Puedo sentir el caliente de la olla pero no me importa. Siento mi respiración acelerándose pero me las ingenio para que ellos no se den cuenta. Claro qué hay alguien que me va hacer daño.
Soy yo.
Aprieto con más fuerza el mueble antes de hablar y fingir una sonrisa.
-Tengo que hacer tareas...-es lo que se me ocurre decir.
Max me observa sin estar muy convencido. Sé que no confía en mi como tanto me gustaría que lo hiciera y a pesar que a veces no me cree, no me dice nada al respecto. Tapa el sol con un dedo.
El silencio da por terminada nuestra conversación. Me volteo nuevamente para enfocar mi vista en la olla.
Siento una presión en mi cabeza por haber mentido, pero era necesario.
No tengo tarea.
No tengo miedo de salir.
La verdad es que mañana voy a ver al monstruo.
Michael.
Me encierro en mi habitación al momento de haber terminado de comer.
Me siento como una niña pequeña que hizo una rabieta. Me siento que fui una boba, pero no puedo perderme otra visita. Hace casi dos semanas que no voy por Max. Michael debe estar como un loco y yo me he sentido mas sola cada día qué pasa.
Quien lo diría...
Me acuesto en mi cama. Mi vista va al escritorio donde mi universidad está, bueno mi laptop. Hacer clases online ha sido lo mejor. Cuando puse un pie en la universidad había llamado a mi hermano llorando a la hora siguiente porque tenía la sensación que todo el mundo sabía lo que me había pasado.
Max se resistió cuando le dije que quería hacer la universidad sin la necesidad de salir pero gracias a Emma a la final me dejó. Creo que esa decisión ha sido lo único bueno que ha sucedido en estos meses.
Sin querer mis ojos se llenan de lágrimas y es que me siento tan agobiada por nada, no tengo razones para estarlo, y aún así aquí estoy llorando.
No me entiendo.
-Vas a crear un terremoto.
Dejo de mover mi pierna.
-Cállate.- digo con rudeza sin mirarle a la cara.
-El niño de papi se ha enojado.- su risa me saca de quicio, no ayudando a mi mal humor. Si me paro y le doy una golpiza no dejaran que Aisa me visite.
Si es que se digna a venir.
-Tú también eres un niño de papi.-digo apretando mi mandíbula. Mis manos tiemblan de la rabia, las envuelvo una con la otra. Nada funciona.
-Tienes razón.- su risa se hace presente de nuevo.- para que negarlo.
Decido ignorarlo.
Aisa tiene dos semanas que no me visita.
Me estoy volviendo loco.
Todo había ido muy bien la última vez que vino. Incluso creí que habíamos tenido un momento especial; pero no ha vuelto. Mi pierna se vuelve a mover mientras veo a mi alrededor. Todos son unos enfermos; no entiendo como termine este lugar. No hice nada malo, no hice nada malo...
Cierro mis ojos tratando de olvidarme de este lugar e imaginarme a Aisa conmigo...queriéndome.
Estábamos en una habitación que no era la cárcel que odio con mi vida. Ella está ahí tan hermosa como siempre con un vestido que le resaltaba la bella sonrisa que tenía.
-Te ves hermosa, princesa.- mis ojos se iluminaban cada segundo que la veía Se rió y puso sus brazos alrededor de mi cuello. Mire su boca.
-Soy muy feliz contigo, Michael.- sus caricias en mi cuello me hicieron querer besarle.
-Dilo otra vez.-pido sin poder creerlo.
-Soy muy fe...
-Planeta tierra llamando a Michael.
La sonrisa que apenas se había formado se borró y una mueca de furia apareció.
-Esteban.- murmuro su nombre como amenaza.- en serio cállate.
-Me encanta cuando estamos en la hora recreacional.- dice sin escuchar mi amenaza.- hay tantos guardias que no dudarían en darte un golpiza si me pusieras una mano encima.-su voz terminó siendo letal, nada comparada a la manera que habló al principio, como si todo le divirtiera.
Me quedo callado. Y miro hacia otro lado, no vale la pena.
-Es ella quien te tiene así, ¿no?.- su voz vuelve a ser divertida. Cuando pregunta mi mente se alarma, ¿como sabe de ella?.- tu princesa, ¿verdad?
-No se de que estas hablando.-digo rápidamente haciendo caso omiso a lo que estaba diciendo. Trato de hacerme el loco, él no puede saber de Aisa, nadie puede saber de ella, es mi secreto, mi única salvación.
-Ajá.
Aprieto mi mandíbula viendo al frente tratando de disimular que no me molesta. Esteban está en todos lados, eso no me gusta.
-Michael.- dice mi nombre pero no le presto atención. Nunca sabe cuando callarse.- ¿Que pasaría si alguien tomara el control de este lugar?
Mi mirada va hacía él.
-¿Qué...?
-Michael.- la voz de un guardia interrumpe nuestra plática que hace solo segundo se había puesto interesante. Observo al guardia.- tienes visita.
Mis ojos se abran a más no poder y me levanto tan rápido haciendo que casi caiga la silla en la que me encontraba sentado. La agarré rápidamente antes que hiciera un escándalo. La risa de Esteban se escucha.
-Salúdame a tu princesita.
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Holaaaaaa
Primer capítulo de la segunda parte.
¿Qué les pareció?
Fue corto pero porque, bueno, no puedo revelar todo tan rápido.
Espero que les haya gustado🖤
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