Cautivo en ti

De unfckwitablee

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Louis Tomlinson es un exitoso omega empresario, autor y editor, que por cuestiones del destino se encuentra e... Mais

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3: "Alfa"
Capítulo 4: "Esperanza"
Capítulo 5: "Herr".
Capítulo 6: "Secretos".
Capítulo 7: "Der Familie"
Capítulo 8: "Kämpfen".
Capítulo 9: "Schmerzen"
Capítulo 10: "Dämmern"
Capítulo 11: "Hinweis"
Capítulo 12: "Viejo amigo"
Capítulo 13: "Prueba"
Capítulo 14: "Salida"
Capítulo 15: "Klinik"
Capítulo 16: "der Schmerz"

Capitulo 2

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De unfckwitablee

Ha pasado exactamente una semana desde que estoy aquí; la verdad es que no ha habido nada interesante, todo sigue exactamente igual; aunque no hay que esperar mucho, es una cárcel.

He conocido a un señor, se llama Lux, su cabello es platinado, tiene unas pocas arrugas en su rostro, unos labios delgados y pálidos, sus ojos son grises; un gris profundo, en el que si ves mucho tiempo en ellos sientes que te pierdes. Es de grandes cachetes, y una sonrisa contagiosa.

Es un señor muy sabio, casi todos lo ven como el padre al que acudes cuando tienes un problema o solo porque su compañía es placentera; hemos hecho una especie de lazo.

Tiene un olor peculiar, a lluvia y césped recién cortado.

Aunque es un alfa muy dulce y buena persona, también es alguien temible, no es que sea malo pero, sabe defenderse, no sé si me entiendes.

No ha habido señales del tal Henry del que Sam me habló, creo que estaba alucinando, a veces pienso que el pobre chico no es muy normal, y que debería estar en un psiquiátrico en lugar de una prisión.

Por favor, necesito que me digas cómo van las cosas ahí fuera, en la empresa y con mi familia; ni siquiera he querido leer las cartas que mandan, siento que no lo podría soportar, dolería demasiado y querría escaparme de aquí para estar con ellos, más de lo que ya quiero.

Creo que me he acostumbrado a la rutina de aquí, ¿sabes? Levantarte a las 7:00 am, ducharte y luego ir a desayunar, hacer tus deberes ( yo estoy en lavandería) luego el recreo, almuerzo, y así se pasa la tarde, hasta que llega la noche, otra ducha, la cena, y a dormir.

Si lo piensas bien, estoy bien aquí dentro, no pago por vivir en un lugar y me dan comida gratis, si lo ves de ese lado, no es tan malo, no para las personas que no tienen dónde vivir.

Mantenme informado de todo, cada detalle, aunque sea si alguien se cae o respira mal, cualquier cosa que me entretenga, pero por favor no les digas a mis padres que te comunicas conmigo, solo, como siempre, estate al pendiente de ellos, por favor.

                                                     –Con amor, Lou.

Al terminar de escribir mi carta, la metí en el sobre, y puse la dirección de mi mejor amigo, Joe.

Son las dos de la tarde, según el viejo reloj amarillento de la biblioteca.

No quiero ir al patio, así que me quedo observando a las personas aquí, algunos escriben cartas, como yo, para sus familiares o amigos, otros leen, y otros vienen aquí porque es un lugar tranquilo y nadie te molesta y así pueden dormir un momento antes de regresar a hacer sus labores.

Los deberes se asignan al azar, según tu especie; los trabajos pesados como halar los sacos de comida, cajas, reparar algunas cosas dañadas, y cosas como esas, las hacen los alfas.

Los omegas nos ocupamos, de la cocina, lavandería, y limpieza; mientras que los betas, de la biblioteca, enfermería y ayudantes de guardias; por ellos los guardias se enteran de las cosas, aún cuando solo hay reos cuando estas cosas pasan; por ejemplo, hace dos días, Jaime, un delgado beta, de cabello rojo como fuego, de pequeña estatura, y pecas en todo su rostro (parece un fósforo) tenía marihuana y estaba vendiéndola, así que Bill (uno de los cotillas de los guardias) fue y les informó a los guardias, y estos vinieron a la celda de Jaime, a llevarse la marihuana y lo metieron a aislamiento por una semana.

Bill iba pasando cuando vió a unos omegas y betas, e incluso alfas, en la celda de Jaime, y se acercó a ver y escuchar lo que hacían, cuando lo supo, fue directo a la sala de estar de los guardias, directo a contarles.

Les contaré, acá no se puede vender droga, a menos que seas uno de los que están autorizados, es decir, los intocables.

Que yo sepa solo hay unos pocos de ellos, aunque afortunadamente no he conocido a ninguno, se dice que están todos en aislamiento durante dos semanas, así que aún tengo una semana libre de ellos.

Desafortunadamente uno no siempre puede estar tranquilo en la biblioteca, ya que a veces vienen a molestarte personas indeseadas.

–¿Qué haces aquí? –Si, Sam se nuevo.

A veces pienso que me sigue, ya que donde sea que voy, él aparece de la nada.

–Estaba escribiendo una carta para un amigo– He aprendido a contestar sus preguntas, ya que si las esquivo, él sigue preguntando y preguntando, parece que no capta cuando alguien no quiere hablar con él, pero a pesar de eso, le he tomado un poco de cariño; no me quedó de otra.

–¡No me dijiste que tenías novio! – en un acto de dramatismo se lleva la mano al pecho y hace un expresión de dolor.

–Porque no tengo, y no tienes que saber toda mi vida, Sam.

–Soy tu amigo, por supuesto que debo saberla.

–No, no debes, y no somos amigos–Digo frío, aunque sonrío internamente, este chico me vuelve loco.

–Yo sé que lo somos, aunque lo niegues me quieres, y no podrías pasar lejos de mi ni por un segundo, es por eso que siempre que estoy en un lugar, tú también lo estás, a veces pienso que me sigues; con solo que no quieras tener algo conmigo, es suficiente para mi, no es por ofender, ni nada, pero no me van los omegas, aunque tu olor sea delicioso y tú precioso, muchas gracias, pero paso.

¿Es enserio? Este tipo está loco, él es el que me sigue, no al revés. Pero también he aprendido a no llevarle la contraria, no es muy agradable cuando lo haces.

Así que decido seguirle el juego, con voz solemne      –Wow, eso duele, Sam. Pero lo entiendo; me conformo con seguir siendo amigos.

Mierda, la cagué.

–¡Lo sabía!– Grita y se para de la silla, lo que hace que todos vuelvan a verlo y lo callen, ya que, obvio, es la biblioteca, y debemos estar en silencio.

Les hace la seña del pájaro, y se va, sin siquiera volver a ver en mi dirección y despedirse de mi.

De camino al patio, me encuentro con Lux, viene de una visita con su hijo, al que según dice, no había visto en dos años, porque entró a rehabilitación, pero acaba de salir, y lo primero que hizo fue venir a verlo, y decirle que ya está limpio.

Le digo que me alegro mucho y lo abrazo fuerte, este señor saca mi lado amoroso, creo que quizás es porque me recuerda un poco a mi abuelo.

Papá era como él, atemorizante pero amoroso, firme pero al mismo tiempo, dócil; la abuela lo regañaba porque siempre nos daba lo que pedíamos, aunque se hacía el enojado al principio, nunca decía "No".

Estar en el patio es algo aburrido, pero por lo menos te da el aire, y puedo ver el sol, y escuchar el ruido de los aviones que pasan sobre la prisión, eso me relaja.

Decido acostarme en una de las gradas de cemento que hay aquí, con mis piernas flexionadas y coloco un brazo sobre mi cara, mientras escucho el ruido que hacen los demás reos al jugar basquetbol, cartas, damas o simplemente al hablar.

No he hecho muchos amigos en la semana que llevo, aunque he conocido a varios, y hablamos un poco, de  "hola", "que lo disfrutes", "buenos días", y "adiós" no pasan nuestras charlas.

Me siento cuando siento que hay alguien al lado de mi cabeza, y definitivamente lo hay, es un niño al que he solo he visto dos veces: el día que lo trajeron y cuando fue a enfermería.

Esa vez lo vi porque me quemé con la plancha, en mi vida había usado una, y al niño le habían dado una paliza.

–¿Cómo sigues de tu quemada?– pregunta viendo al cielo.

Al principio no estoy muy seguro de si me habla a mí, o habla solo, pero, debido a que luego de un rato vuelve a verme y levanta una ceja, como en señal de "responde" le digo: –Bien.

–Bien–Repite mientras asiente con su cabeza.

Hay silencio durante un rato, pero prefiere quedarse aquí, en silencio, pero acompañado, a estar solo y que lleguen de nuevo a molestarlo, como si yo pudiera protegerlo de algo; de poder, puedo, pero no quisiera meterme en problemas por alguien al que ni siquiera conozco.

–Me llamo Dom–Dice mientras me extiende una mano.

Hay algo en él que me causa ternura, no sé si su mirada de cachorro indefenso, o su cara de niñito.

–Soy Louis, pero puedes decirme Lou– le digo amablemente, desde hoy me autodenomino defensor de este chico.

Tendrá unos 19 añitos, lo mucho. No es que yo sea mucho mayor que él, pero, tengo 23, así que ya estoy grande.

–¿Cómo sigues de la paliza del otro día?

–Mejor, solo han quedado algunos moretones en mi estómago.

–Bien –Digo asintiendo y acto seguido suena la campana que indica que debemos ir adentro, esto solo confirma que las prisiones y los colegios son lo mismo.

Nos levantamos y vamos dentro, la hora libre terminó.

A las ocho de la noche, debemos ir a las duchas y luego de eso a cenar.

En mi mesa están Lux, Sam y se nos ha unido Dom, Lux se lo ha tomado bien, y le ha abrazado cuando los presenté, por el otro lado, Sam lo mira con recelo.

Al llegar a la celda me dice que hay algo en él que le da mala vibra.

–Te lo digo, ese chico no es de confiar. Tiene una mirada rara, y un aura oscura, lo siento aquí –Dice tocando su pecho, donde está su corazón.

–Sam, no lo sientes ni ahí, ni en el culo, así que deja de tus tonterías y solo dale una oportunidad, el pobre chico no tiene ni cinco días aquí y ya ha ido a enfermería porque le han golpeado.

–Algo habrá hecho para que lo golpearan–Se encoge de hombros y se mete a la cama, con eso damos por finalizada la discusión.

Apagamos la luz, y nos dormimos.

Me despierto a las 5:00 am, y desde entonces, no consigo conciliar el sueño; pero no puedo salir de la celda hasta las 7:00 am.

Aburrido, y sin nada más que hacer, decido molestar a Sam.

Le tiro bolas de papel, y nada. No es hasta que le tiro mi almohada, que de almohada no tiene nada, porque es más dura que una roca, que despierta.

–¡¿Qué mierda sucede contigo?!– Grita enfadado, al parecer, alguien despertó de mal humor.

Me encogí de hombros y contesté, como si fuera obvio–Estoy aburrido, desperté a las 5:00 am y ya son las 6:00 am, y tú estabas ahí, dormido, tranquilo y pensé: "¿Cómo puedo divertirme?" Así que se me ocurrió molestarte, pensé que sería divertido pero al parecer, te enojas por nada.

Después de mi explicación, hace algo que jamás esperé ver, se da la vuelta, y se cubre con su colcha de pies a cabeza, sin decir nada más.

La semana pasa rápido, Sam se ha enojado por unos días conmigo, aunque siguió sentándose en la mesa con nosotros, e hizo lo imposible por evitarme, incluso viviendo en la misma celda, no me hablaba si no era necesario.

No es hasta un lunes por la mañana en el desayuno que le conozco, estamos en la fila para tomar el desayuno, y él vino y arrojó al beta que estaba detrás de mí, para tomar su lugar.

Al principio no lo vi, solo sentí su olor, un olor a menta con toques de maracuyá, y mi estómago se contrajo, mi omega lloriqueó y aruñó dentro de mi, pero no volví a verle, no hasta que vi al beta en el suelo, y me acerqué a levantarlo, cuando me di la vuelta para decirle que respetara los lugares, me dejó sin habla por un momento, aunque afortunadamente no se dio cuenta.

Tenía el cabello largo hasta los hombros, con rizos sueltos que lucían suaves, una mandíbula perfecta, labios rojos y rellenos, con unos ojos verdes como las esmeraldas de mamá. Brillaban.

–Deberías de respetar los lugares, este chico iba donde tú estás –Dije viéndole a los ojos firmemente.

Sonrió de lado y se acercó demasiado a mi, lo que causó que mi omega lloriqueara de nuevo, pero lo ignoré.

–Iba, ya lo dijiste– se acercó más a mí y tomó un respiro profundo –Hueles delicioso –Dijo cerrando los ojos, y yo me alejé cuánto pude, ya que había alguien delante de mí.

–Te dije que te vayas al final de la fila, y esperes tu turno.

–Ningún omega me dirá qué hacer, así sea el ser más hermoso y tenga el olor más delicioso del mundo, Cielo.

–Pues cuando aparezca ese omega se lo dices, ahora, si no es tanta molestia, vete por favor.

–Oye...mejor déjalo–dijo que el beta que antes había estado en el lugar del alfa.

–Si, precioso, ya déjalo, mi amigo se irá al final, ¿verdad? –le dio una mirada en la que se notaba que no eran amigos.

El beta solo asintió y se fue corriendo al final de la fila, y yo, me di la vuelta enojado.

–Amo el café –dijo oliendo de nuevo de mi.

–No te pregunté– dije sin darme la vuelta.

Ya era mi turno, así que corrí mi bandeja para que me sirvieran mi desayuno, y me fui.

–¡Adiós Cielo!– Gritó el alfa detrás de mi.

Cuando llegué a la mesa, Sam me veía con los ojos bien abiertos, como asombrado, y Lux lucía preocupado.

–¿Qué pasa con ustedes dos?

–Acabas de conocer a Harry Styles, el líder de toda la maldita prisión, el cual podría matarte en un abrir y cerrar de ojos, y lo que haces es ponerte a pelear con él, tienes agallas–Sam habla como si está en shook, pero se le pasa rápido y vuelve a su estado normal– ya que prácticamente estás muerto, ¿me puedo quedar con tu reproductor?

– Pues a mi no me pareció tan temible como tú lo describiste, hasta coqueteó conmigo, el imbécil, y no, no te puedes quedar con él.

–Al menos lo intenté– dijo encogiéndose de hombros mientras se metía un pedazo de omelet a la boca.

–Ten mucho cuidado, hijo–fue todo lo que Lux me dijo.

Asentí en respuesta, y volví a ver a Dom, quién estaba callado comiendo, el resto del desayuno fue silencioso.

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