Shinya dice... [GureShin]

By KiwiSonata

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Una notificación en su celular lo hizo detenerse, vio a su novia por un segundo antes de estirarse a tomar el... More

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By KiwiSonata

Todos sus miedos sobre el extraño tras la otra pantalla era pura mierda. Goshi no le presentaría a un niño de secundaria, tampoco bromearía sobre él estando enamorado de un menor. Si el caso era ese, cambiaría de amigos de inmediato, no estaba dispuesto a bromear con algo tan serio como la pedofilia o la pederastia. No sería tan difícil, ya había abandonado hasta a su familia, volver a quedar solo no supondría problema alguno.

Su celular estaba cargándose, por lo que no había revisado sus mensajes desde hace casi media hora. De cualquier modo, no había timbrado ni vibrado. Hasta ese momento, en que una canción bastante animada comenzó a sonar de manera estridente. Shinya hubiera ignorado el sonido de no ser porque, una vez más, era el tono que tenía seleccionado especialmente para su madre. Su madre, que llevaba muerta un rato ya. Él mismo la había visto ser enterrada en el cementerio en el que yacía también su padre. Él mismo se encargó de todo el papeleo y las cosas relacionadas a la funeraria.

No era justo. Nada justo. Seguir recibiendo esas llamadas iba a sacarlo de quicio pronto. A veces el tormento no lo dejaba dormir. Sabía que eso era lo que había querido su madre, ella misma lo dijo en innumerables ocasiones.

"Niño idiota", le había llamado entre una tos cargada de flemas, cortesía de su mala maña de fumar dos cajetillas de cigarros diarias, "ni la muerte me alejará de ti. Pesaré en tu memoria por siempre y no podrás pegar ojo ni una noche".

Al menos lo dejaba descansar de vez en cuando. Aunque sus asuntos pendientes si lo habían mantenido con los ojos abiertos por días enteros. Los papeles, los documentos, las cartas que debía enviar... Quería mandarlo todo al infierno, pero no podía si no quería tener a los abogados de su madre sobre él. Ugh.

«¿Has intentado contestar? Solo para saber quién tiene el celular de tu madre y por qué», había preguntado su terapeuta.

«Se lo dejó a mi padre... Bueno, a Tenri», le había dicho ya varias veces. «¿Por qué? Porque el muy imbécil llegó la mañana del día de su muerte, no sé de qué hablaron, pero él lo tiene».

«¿Por qué Tenri te llama? ¿Por qué no bloqueaste el número luego de su muerte?», insistió ella.

«Es que solo me ha llamado tres veces. Las otras... No hay registro de ello en mi celular, supongo que son solo ideas mías, quizá sueños que no recuerdo que sean sueños», suspiró entonces Shinya.

Y luego le explicó que se sentía incapaz de bloquear el número. No la extrañaba siempre, pero si a veces. No había sido la mejor madre, pero dió lo que pudo en sus precarias condiciones.

Dejárselo a Tenri por tanto tiempo fue una buena opción. Shinya estaba feliz de no haber sido un estorbo para ella cuando era un niño. Luego, cuando dejó de sentirse cómodo con los Hiiragi y su madre enfermó, no dudó en ir corriendo a cuidarla. Y su familia adoptiva la llamó por los peores apodos posibles, le dijeron tantas palabras hirientes, que él simplemente quiso alejarse del todo.

Ya los había bloqueado antes a todos en cualquier red social. No soportaba que lo criticaran en la cena por su orientación sexual. Usualmente sacaban la conversación gracias a cualquier cosa que Shinya hubiera publicado en cualquier red. Era más sencillo así. Así podía seguir disfrutando de su adolescencia y ya. Y ahora no había razón para desbloquearlos.

• • •

Celular de Shinya

Chat - Número desconocido
Viernes 28 de julio del 2017

Yo:
¡Yo gané~! (00:00 a.m.)
¿Qué se siente ser un perdedor, osito~? (00:00 a.m.)

Número desconocido:
(00:00 a.m.) No, no se vale.
(00:00 a.m.) Pido la revancha.
(00:00 a.m.) ¡Revancha!

Yo:
Ah~, para eso debemos esperar hasta la madrugada (00:00 a.m.)
Soy siempre yo el que manda el primer mensaje del día... (00:01 a.m.)

Número desconocido:

(00:01 a.m.) Bueno, juguemos a otra cosa.

Yo:
¿Y eso? (00:01 a.m.)
Tú nunca quieres jugar conmigo, ¿estás borracho? (00:02 a.m.)

Número desconocido:
(00:02 a.m.) No.
(00:02 a.m.) Bueno, quizá un poco.
(00:03 a.m.) ¿Qué te importa?

Yo:
Un osito borracho, qué mal~ (00:03 a.m.)
Los osos no deben tomar alcohol~. (00:03 a.m.)

Número desconocido:
(00:04 a.m.) No seas como mi novia, ¡qué pesado!

(00:04 a.m.) Yo no soy un niño, puedo beber si quiero...
(00:04 a.m.) ¿Qué importa?
(00:04 a.m.) Gatito idiota.

Yo:
Ah, que era broma~ (00:04 a.m.)
En realidad, yo también estoy tomando un poco. (00:04 a.m.)

Número desconocido:
(00:04 a.m.) Eh, ¿no tenías como 15 años?
(00:05 a.m.) Eso no está bien.

Yo:
¿Eh? ¿Quién dijo que tengo 15? (00:05 a.m.)
Yo tampoco soy un niño. (00:04 a.m.)
Soy un gato ;) (00:05 a.m.)
Un gato adulto, eso si (00:05 a.m.)
¿Osito? (00:07 a.m.)
¿Ya te dormiste? (00:07 a.m.)
¿Osiiiiitooooo? (00:10 a.m.)
¡Gané en esto también! (00:15 a.m.)

Visto a las 00:27 a.m.

• • •

—¿Estás bebiendo, Guren? —fue lo primero que dijo Mahiru en cuanto el chico le abrió la puerta.

—¿Qué haces aquí? —evadió su pregunta con otra pregunta. La mujer lo vió como ofendida.

—Hace cuarenta minutos te pregunté si podía venir y me dijiste que si —dijo con la nariz arrugada, con molestia—. Ahora veo que no recuerdas. Estás borracho.

—No lo estoy, ¿qué dices? —hace rato, sin embargo, estaba algo desorientado por los juegos y retos que estaba haciendo con Shinya.

El celular de Guren vibró en su pantalón. Lo sacó. Era Shinya, justamente, preguntaba si ya estaba dormido. No podía responder, solo volvió a meter el aparato en su bolsillo.

—¿Quién es? —preguntó su novia. Guren se sorprendió por su manera de preguntar aquello, ella no solía desconfiar de él—. Mejor no me digas, seguro tampoco recuerdas.

—¡Que no estoy borracho! Solo bebí un poco, ¿qué importa? No soy un niño —gruñó.

La quería. De verdad que si, aunque en este momento solo se sentía molesto. ¿Por qué quería hacerlo portarse como si fuera perfecto? ¿Para poder presumirle a todos lo bueno que era su novio? ¿Lo bien domado que lo tenía?

Ella era una buena mujer, de eso no había duda. No imporraba lo que sus amigos pensaran, él la conocía mucho mejor que ellos. Quizá era algo controladora, pero no malvada. Quizá no eran una buena pareja, pero...

Pero nada. Era eso.

Eso.

Quizá no eran una buena pareja.

Eso no tenía nada que ver con el hecho de que la amara. Podía amar a Mito, Sayuri o a Yukki, podía estar seguro de que daría su vida por su bienestar, pero no sería buena pareja con ninguna de ellas. Y, aunque a Mahiru la veía de diferente manera, era lo mismo: no eran una buena pareja. Dejaron de serlo.

No era que estuviera borracho. No era que estuviera bebiendo. Era que Mahiru a él no lo quería como era. Ya no, en todo caso. Y él ya no estaba tan seguro de quererla como era ahora. El pasado estaba muy lejos ya, los trozos de recuerdos con los que solía alimentar su amor, se habían convertido en migajas.

—Mahiru, creo... —no se había dado cuenta de que se había quedado en blanco durante un rato. Ni siquiera sabría decir cuánto tiempo estuvo ido—. Creo que hay algo de lo que deberíamos hablar.

—¿De tu evidente cambio de actitud? —preguntó ella con los brazos en jarra, manos en la cadera—. No sé qué demonios haya sucedido, pero de un tiempo a acá tú...

—Creo que deberíamos terminar —la interrumpió. Tenía el ceño fruncido, se sorprendió a si mismo al decir aquello de manera tan rotunda.

—¿Qué? —y, por primera vez en un par de años, la voz de su (ex) novia pareció temblar.

Volteó a verla.

—Eso —susurró, luego dió un paso hacia ella, pero retrocedió de nuevo—. Terminar.

—Tus amigos te están llenando la cabeza de estupideces, Guren —ella cerró los ojos. Luego, se llevó una mano a la frente, sus dedos masajeaban su entrecejo, como si estuviera lidiando con algún cliente necio—. Por la mañana vas a arrepentirte, amor. Te conozco.

—No, no... —susurró—. Tú... Tú has cambiado mucho desde que nos conocimos. Eres fría. Eres distante. Me regañas como si fueras mi madre, vienes y te vas como si solo buscaras...

—Ahora resulta que piensas que solo quiero sexo, que eso era todo lo que buscaba de ti —se rió ella.

—No dudo que me hayas querido, o que me quieras —dijo él—. Pero, ¿eres feliz ahora?

—Guren, claro que lo soy —la voz de Mahiru ya era nuevamente la de antes—. Los negocios de mi padre han crecido tanto gracias a mi, mi carrera, mis logros...

—Y me alegro, eso siempre te lo he dicho —interrumpió—, pero nunca me has hecho parte de ello. No intentas compartir tu vida conmigo, solo me tratas como a un niño...

La mujer se quedó helada. Guren la vio recapitular su vida desde que inició el trabajo junto a su padre. Sus ojos se abrían cada vez más. Después, la chica buscó los ojos del pelinegro.

—Creo... —susurró—. Creo que tienes razón —dijo asintiendo—. Guren, tú y yo... Somos tan diferentes ahora.

—Y por eso debemos terminar. Buscamos cosas distintas en una pareja, ¿lo ves? —y, aunque la vio dudar un poco, finalmente ella asintió. Sus ojos estaban húmedos. Los de ambos.

—¿Hace cuanto...?

—Menos de un mes —murmuró—. No fue nada que dijeran Goshi o las chicas.

—Bien... —ella se acomodó el abrigo y buscó las llaves de su auto en la bolsa del mismo—. Nos vemos luego, Guren... Cuídate.

—Tú... Tú igual, Mahiru.

Y se fue.

Ya no tenía novia.

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