¿Podrás con la oscuridad?- Em...

By AmeliaBencc

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Tras volver de la muerte, Alison DiLaurentis descubre que las cosas han cambiado en su ausencia, y que sus tr... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Final
Epílogo
Aviso!!

Capítulo 70

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By AmeliaBencc

27 de Setiembre

    La oscuridad es inmensurable, fría y monótona; tal como la soledad que me rodea y el silencio que esconde esta reducida celda donde me he visto alojada durante los últimos dos meses y medio.

    Sigo a la espera del juicio... Pero ciertamente, no lo espero con ansias. No se trata, según lo veo, más que de un aplazamiento de lo inevitable, y si fuera por mí, ya habría renunciado a mi derecho a pasar por uno. El estado parece haber tomado una decisión respecto a mi caso, así como la policía, los medios, mis antiguos vecinos y conocidos, las reclusas, los guardias de aquí dentro... Realmente me han pintado de una forma bastante poco favorable, y hablan como si supieran todo de mí. Pienso, empero, que es inevitable. Cría fama y luego échate a dormir, es lo que dicen, ¿no?

    Ayer Emily vino a visitarme. Siempre que lo hace, el día parece perder un poco de su naturaleza gris y tormentosa. Basta solo su visión, o el sonido de su voz, para que de pronto me convenza, aunque éste cruel engaño dure tan sólo unos momentos, de que las cosas podrían no estar tan mal.

    Siempre que viene trata de hacerme llegar algún libro o libreta, pero hasta ahora no ha tenido mucho éxito. Cabe decir, sin embargo, que mi Emily no se rinde tan fácilmente... Carga consigo un pequeño librillo de poemas que me lee durante las horas de visita. Intento memorizarlos, e incluso me llevo algunos conmigo cuando puedo. Los guardias hacen todo un escándalo con lo que a los libros respecta, pero no parecen tener problema con que carguemos con un simple trozo de papel, para mi suerte.

    Muero por decirle tantas cosas que me pesan en el alma... Contarle todo cuanto me atormenta; el miedo atroz con que despierto cada día, la desesperanza que a menudo nubla mi juicio... Y sé que ella también arde en deseos de abrir su corazón; decirme todo aquello que escapa al intento de mantener la calma al que inconscientemente nos vemos atadas. He de suponer que dicho intento funciona para no herir a la otra, o para no acabar hiriéndonos aún más a nosotras mismas.

    Emily parecía más animada, pero la noté tan cansada y alicaída como la vez anterior, y al igual, también, que la vez pasada, se niega a admitir que es así.

    La razón de su decaimiento no creo tener que preguntársela, aunque estando cara a cara, tampoco creo que estuviese dispuesta a decírmelo. Esto la está matando. Nadie que nos viera en esa sala, sentadas una frente a la otra, charlando como si estuviésemos en una plaza o en un día de campo, diría que es así, pero yo la conozco, conozco la situación y me conozco a mí misma. Vi su rostro el primer día; su sonrisa se borró cuando alcanzó a verme. Sus ojos demostraron el más amargo de los sufrimientos; la más desgarradora de las impotencias. Se derrumbó por dentro, pero así y todo, aún viene a verme. Me habla, me sonríe e intenta reavivar mis esperanzas insistiendo con ese soñado viaje a París... No estoy segura de por qué lo sigue haciendo. He supuesto que puede tratarse de la negación, porque Emily no es ninguna estúpida. Debería saber que estoy hasta el cuello, y que la vida juntas de la que sigue hablando, no es nada más que una ilusión. Pasaré el resto de mi vida aquí, si es que no me sentencian a algo peor. Ella tendrá que apartarse en un momento u otro, o el destino acabará haciéndolo.

    Trato de no pensar demasiado en eso; en Emily enamorándose de otra persona, haciendo su vida lejos de mí... desterrándome a algún recoveco de su corazón donde reside lo que ya quedó en el pasado... Que es, en realidad, lo mejor que podría suceder. Lo mejor para ella, y por consiguiente, he de suponer, o he de convencerme al respecto; lo mejor para mí.

    Entre otras noticias, Roma y las que le siguen ya no se meten conmigo. Las vi por última vez la semana pasada. Pienso que las habrán trasladado a otra sección, pues dudo que todas ellas hayan marchado en tropel a aislamiento, por mucho que se lo merezcan.

    Zoé lo consiguió... Pero ni Emily ni yo sabemos cómo fue que lo hizo. Es una persona bastante enigmática, con un pasado y presente bastante misteriosos. Según me dijo Em, hace unas cinco semanas que no sabe nada de ella. La última vez que hablaron, estaba en el medio Oriente estableciendo una especie de convenio entre empresas...

    He recibido también otras visitas, como las de mi padre y mi hermano, que tampoco parecen perder la esperanza, y también de mis amigos. Spence estuvo ayer aquí, y también Luke y Sabrina, quien fue puesta al día por su hermano hace no mucho.

    Siendo sincera, me es muy difícil verlos. Según entiendo, se trata de una especie de vergüenza hacia lo que fui y lo que soy. Estar encadenada frente a ellos me desfasa de alguna forma de nivel. Temo que he comenzado a creerme mi papel de reclusa incluso en esas instancias; porque tal y como descubrí la vez anterior, y como me ha quedado más que en claro ahora; si todos en tu entorno comienzan a reducirte al papel de ex – persona, una termina incorporando esa clase de nombramiento, y tarde o temprano, asimilándolo.

    Éste colchón me hace trizas la espalda..., pero así y todo, es el menor de mis problemas. Me duele todo el cuerpo. Los cortes y las magulladuras no han mejorado, en cambio, pareciera que cada día se tornan más molestos. La tajada en mi mejilla podría estar infectada. Quizás vuelva a pasarme por la enfermería mañana a primera hora.

    No encuentro una posición cómoda para dormir, y mis jodidos pensamientos tampoco colaboran lo suyo... La noche es el peor de todos los momentos para alguien que sufre de depresión. Aquí son más precisos esa clase de detalles. Cuando me recuesto, mirando al techo de hormigón oscuro, lleno de marcas y tan opresivo como las barras de metal que me rodean, oscilando entre los recuerdos felices, los más tristes; lo que tuve y lo que me fue arrebatado, entre el pasado, el presente y el futuro... De repente me entran unas ganas desmesuradas de acabar con todo; con el dolor, con la desesperanzada tristeza y la soledad... Pienso que las cosas serían más fáciles si simplemente dejase de ser. Si dejase de existir.

    El único remordimiento que me consume cuando me veo invadida por éste estado de ánimo es, precisamente, Emily. Su imagen intercede en mis planes a medio hacer; me mira con sus ojos amables; con su semblante cálido y familiar... Me recrimina aún sin querer hacerlo.

    No podría cometer tal acto contra mí misma, porque se lo estaría haciendo también a ella. Me parte el corazón el solo hecho de imaginar cómo la golpearía la noticia. Supongo que me he encontrado de frente con uno de los defectos más evidentes de amar tanto a alguien; al dolor de uno se le suma el dolor del otro, tornándose éste aún más terrible de lo que fue en el inicio de su surgimiento.

    Aún así, he llegado a sentirme lo suficientemente desequilibrada como para saber que, en realidad, ese deseo escapa de mi control. Llegará el momento en que ya no soporte más. En que cada respiración me cueste un trozo ileso del alma. Entonces no podré

    

    Hasta ahí había llegado a escribir. El resto de la página yacía cubierta por una gran mancha de sangre seca que había salpicado esa parte del diario, atravesando hoja y hoja hasta llegar al final de las páginas en blanco, solapándolas entre sí.

    Emily se llevó una mano a la mejilla para secarse las lágrimas que habían caído en picado desde sus ojos prácticamente sin que se diera cuenta. Estaba agotada, sumamente dolida, y llena de la rabia más fría e intensa que hubiese sentido jamás.

    Cerró el cuaderno, en cuya tapa acartonada se alojaban también sendas manchas carmesí, y lo arrojó encima del escritorio del Sr. Donnovan, soltando un desahuciado suspiro e incorporándose desde la silla donde se encontraba para dar la espalda a Zoé.

- No dice nada allí. Ni siquiera un solo detalle de quién pudo haberlo hecho- Soltó, irritada.

    Zoé la miró compasivamente.

- Eso es lo que dicen. Pero lo descubriremos, prima. Te prometo que el o los culpables no quedarán impunes. Me encargaré de ello.

    Emily apretó los párpados, llevándose las manos a la cadera. Se le escapó un sollozo, y a partir de ello no consiguió seguir reteniendo el llanto.

- ¡Maldición!- Exclamó, agarrándose de los pelos-¡No puedo más con esto! ¡Te juro que no puedo más!

- Ya, tranquila- Zoé se acercó y la envolvió en sus largos brazos-. Todo estará bien, Em.

- ¡Sólo tenía que aguantar hasta el juicio! ¡Hemos trabajado día y noche para poder salvarla!- Emily ladeó la cabeza, gimoteando-. Por Dios...

- Y lo harán... Ya no te preocupes.

    La morena descansó la frente en su hombro, temblando de rabia e impotencia.

- La extraño demasiado...

- Lo sé.

- Verla en medio de esa tortura y no poder siquiera abrazarla es insoportable...

- Lo entiendo, Em.

- Las reclusas que la golpeaban ya no estaban allí... ¿quién diablos pudo haberla atacado en su celda? A esa hora nadie tiene permitido el paso... Eso fue lo que me dijo el director.

    Zoé suspiró y ladeó la cabeza.

- No es preciso ahora mismo, pero lo resolveré.

    Emily se separó de ella.

- ¿Y cómo lo harás?- Preguntó, tajante- ¡Hace semanas que no sé nada de ti! Te has aparecido hoy, cuando sucede esto... Pero no has estado en los momentos más importantes- La miró llena de tirria. Su temperamento comenzaba a írsele de las manos-. Creí que podía contar contigo para lo que fuera... Hubo días en los que me habría venido bien hablar. Saber que estabas ahí.

    Zoé asintió, sosegada.

- Lamento haber estado ausente, prima. Pero te prometo que ha sido por las razones correctas.

    Emily se la quedó mirando por unos momentos, hasta que su rostro comenzó a relajarse.

    Se dejó caer nuevamente en una silla y se cubrió los ojos.

- Lo siento mucho. Estoy... Simplemente estoy desesperada. No me han dejado verla, ni han querido decirme nada respecto a cómo se encuentra.

- Podrás verla. Ahora mismo iremos allí. Para eso he venido desde California.

    Emily volvió a levantar la vista, esperanzada.

- ¿Podrás hacer que me dejen entrar?

    Zoé adoptó una sonrisa irónica.

- ¡Pues claro! Es decir, no me parece que quieran o puedan negarle el paso a la prima de la nueva dueña inversora del centro Appleton, ¿no lo crees?

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    Alison no quiso abrir los ojos en un principio. Si aquel era su cuerpo, si el dolor era realmente suyo... mejor sería volver a dormirse.

    Ese fue su primer pensamiento consciente. Los que le siguieron pudieron hacerla entrar en razón y obligarla a elevar los párpados lentamente – o sólo el derecho, dado que el izquierdo no parecía querer hacer caso –, de modo que fue acostumbrándose poco a poco a la luz blanca que la rodeaba con tanta intensidad.

    Estaba sobre un colchón suave y mullido, pero la comodidad era opacada parcialmente por la agonía. Cerró las manos en torno a las sábanas, que eran mucho más suaves que las que recordaba haber utilizado aquella noche en su celda.

    Se suponía que estaba en su celda... O eso pensó al principio. Las imágenes se agalopaban en su mente, y tardó más que unos segundos en unirlas entre sí y descifrar su estado actual.

    Entonces lo recordó...

    Abrió los ojos de repente, asaltada por la apremiante sensación de seguir en peligro mortal, y su primer movimiento, que fue un intento de incorporarse, acabó arrancando desde lo más hondo de sus entrañas un terrible grito de dolor contra el cual no habría podido luchar aunque lo hubiese querido.

    Se echó hacia atrás de forma inmediata, dándose cuenta de varias cosas dentro del mismo intervalo de pocos segundos. Primero, que cada fibra de su cuerpo, iniciando desde las puntas de los pies hasta el tope de la cabeza –e involucrando, a su vez, según pudo darse cuenta, varios órganos internos –, estaba jodida. Segundo; se encontraba en una especie de sala iluminada y repleta de monitores, recostada en lo que parecía una camilla de hospital, enchufada a los aparatos susodichos, que medían sus funciones vitales. Tercero, estaba esposada a la cama. Y cuarto, que era quizás lo más inquietante de todo, seguía irremediablemente a merced de sus atacantes.

    Trató de moverse, pero cada mínimo gesto le provocaba un dolor agudo e insoportable. Las lágrimas le anegaban los ojos y le ardían en el paso por su piel maltratada. Aquello era una pesadilla, y una aún mucho peor, seguía reproduciéndose en su mente una y otra vez, llenándola de desesperación y miedo.

    Por el rabillo del ojo vio que alguien cruzaba la puerta. Al principio lo interpretó como una señal de peligro, y trató con más apremio, y con mayor incoherencia, de librar su mano de la esposa que la mantenía atada a la cama. Si hubiese pensado con algo más de claridad en lugar de dejarse llevar por su primer instinto, habría podido darse cuenta de que se trataba de una tarea irrealizable. Y de que a pesar de que hubiese conseguido liberarse, le habría sido imposible bajar de aquella camilla y escapar por su cuenta.

- ¡Espera! ¡Ali, aguarda! Está bien, estás a salvo... Tranquila.

    Alison dejó de moverse y se giró para toparse con Emily, que sostenía sus hombros para inmovilizarla y la contemplaba llena de preocupación.

- Em-ily- Gimió la rubia, llorando- Emily...

- Recuéstate, por favor, Ali... Eso es- Pasó una mano por su frente y depositó un beso tibio sobre su piel-. Dios, mírate...

- Estás aquí- Dijo la chica, débilmente sorprendida.

- Sí, corazón. Estoy aquí- Emily le otorgó una pequeña sonrisa y pasó los dedos por su cabello-. Estoy contigo.

- Y puedo tocarte...- Señaló, aparentemente asombrada por ese pequeño detalle.

    Emily volvió a curvar los labios.

- Así es. Y yo también puedo, cariño.

    El torrente de lágrimas siguió su camino en las mejillas de Alison.

- ¿Pero cómo?- Miró a su alrededor, incrédula-. ¿Es un sueño?

- No, no es un sueño. Estoy aquí gracias a Zoé. De otra forma no lo permitirían.

    Alison la observó igualmente desorientada.

- ¿Y cómo lo consiguió?

- Compró la prisión.

    La rubia abrió su ojo sano.

- ¿No bromeas?

- No. Es la verdad. Me ha mostrado los papeles y todo...

- Eso no lo esperaba.

- Yo tampoco- Tomó su mano y entrelazó sus dedos-. ¿Te duele mucho, Ali? La enfermera ha dicho que puede sedarte si estar despierta se hace demasiado insoportable...

    Alison hizo un gesto. Lo cierto es que no había una sola parte de su cuerpo que no le doliera, pero, así y todo, no quería que la sedaran. Emily estaba allí... más cerca de lo que había podido estar durante todo su encierro. Sentía mucho dolor, es cierto, pero más aún había dolido la espera hasta ese momento... hasta poder tomar su mano como lo hacía. Hasta poder sentir su tacto y percibirla de una forma mucho más estrecha y real a partir del mismo.

    Ladeó la cabeza.

- No será necesario... Pero sí puedes hacer otra cosa por mí- Emily la miró expectante- Bésame, Em.

    La morena sonrió y, con lentitud, se acercó a ella; apoyando sus labios suavemente sobre los suyos y dejándolos allí durante un buen rato, sin presionar demasiado debido al temor a hacerle daño.

    Alison soltó un suspiro cuando se apartó, elevando las comisuras pese al dolor que el gesto le provocaba.

    Emily volvió a acariciar su frente, lo que propagó una agradable calidez por todo su cuerpo maltrecho.

- Cómo me gustaría poder abrazarte...- Murmuró, derramando una lágrima.

    Alison atajó la pequeña gota sobre su mejilla con su mano libre, acariciando la zona.

- Me gustaría que lo hicieras...

- Te haría daño.

- Lo sé.

    Los rasgos de Emily se tiñeron de amargura.

- ¿Quién te hizo esto? ¿Recuerdas algo?

    La sonrisa de Alison desapareció. Aquel encuentro había logrado hacerle olvidar lo peor, pero de pronto se vio nuevamente sumida en la pesadilla. Volvió a evocar la imagen de ella misma tendida en la cama, escribiendo, y de alguien queriendo entrar a su celda.

    Asintió levemente.

- Ali, debes decírmelo ésta vez- Declaró Emily con seriedad-. Estarás protegida, Zoé se encargará de ello...

- No es tan fácil.

- Lo es. Sólo tienes que decirme sus nombres.

    Alison la miró alterada.

- Fue algo personal. Todos eran amigos de Tanner...

    Emily abrió los ojos, creyendo haberlo comprendido.

- ¿Los guardias?- Exclamó, airada.

    La rubia asintió.

- Eran cuatro... e iban con los rostros cubiertos. No reconocí sus voces.

    Emily endureció la quijada y se apartó un poco, con la mirada llameante.

- Bastardos hijos de puta...- Dijo entre dientes.

    No podía creérselo. ¡Los que se suponía que debían protegerla! ¿A eso le llamaban justicia? ¿A esa clase de gente daban la tarea de cuidar de las reclusas?

    Comenzó a andar de lado a lado con las manos en la cintura, repleta de pensamientos chocantes y la más creciente indignación.

- Hablaré con Zoé- Dijo entonces-. Hallaremos a los culpables... Esto no va a quedar así- Se acercó de nuevo a la cama y volvió a tomar su mano-. ¿Estás segura de que no quieres los medicamentos? No tienes que hacerte la fuerte conmigo. Llamaré a la enfermera y le diré expresamente que te cuide y vigile mientras no estoy.

- ¿A dónde irás?- Preguntó Alison, angustiada.

- A detener ésta locura.

- Amor, quiero que estés conmigo...

- Y lo estaré, una vez que sepa que estás a salvo.

    Le dio un corto beso y acarició su rostro delicadamente antes de salir.

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- ¿Estás segura, Emily?- Preguntó Zoé, sentándose sobre el escritorio del director de la prisión, que estaba ausente por licencia.

- Completamente. Ella sabe lo que vio.

    Zoé adoptó un gesto contrariado.

- Bien... entonces me encargaré de ello personalmente- Dijo antes de dar vuelta al escritorio y sentarse en la silla, revolviendo los papeles de un cajón.

    Emily frunció el ceño, contemplando su silencio con extrañeza.

- No es que no sepa que hay cosas más importantes ahora mismo, pero... ¿no vas a decir nada más?

    Zoé siguió revolviendo.

- ¿Qué quieres decir?

- No lo sé... ¿no dirás nada acerca de lo sonsos o lo corruptos que somos los americanos, por ejemplo?

    La irlandesa se encogió de hombros.

- ¿Qué sucede?- Preguntó Emily, preocupada.

- ¿A qué te refieres?

- Venga, suéltalo- Exigió la chica con resolución- Te conozco. Sé que pasa algo.

    Zoé se quedó inmóvil, con la vista clavada en un folder que acababa de tomar.

- Supongo que no soy muy buena para mentir, ¿cierto?- Dijo con una sonrisa amarga.

    Emily ladeó la cabeza, sentándose frente a ella y mirándola expectante.

    La irlandesa suspiró.

- Son tres noticias, en realidad- Anunció-. ¿Por cuál quieres que empiece? Dos más o menos buenas y una mala...

- Dime la mala.

- De acuerdo. ¿Recuerdas que te dije que tengo oídos en el tribunal de justicia?- Emily asintió- Pues bien, me acaban de comunicar que el juicio se celebrará éste mismo sábado. O por lo menos la primera instancia del mismo...

- ¿Esa es la mala?

- Aguarda- Zoé comenzó a jugar con un bolígrafo, visiblemente nerviosa-. Mi fuente me ha dicho que se ha hablado mucho del caso de Alison... El jurado ha hablado mucho. Han estado revisando los documentos, discutiendo y argumentando entre ellos aún cuando ni siquiera se había establecido la fecha... Se supone que deben ser imparciales, según tengo entendido, pero es difícil mantenerse neutro en un juicio que ha adquirido proporciones mayores a las de Jardnyce contra Jardnyce...

- ¿A dónde quieres llegar?

- Quieren sentenciarla a la pena capital, Emily. Si pierde, la condenarán a muerte.

    Emily sintió que se mareaba y perdía apoyo bajo los pies. Tratando de respirar con normalidad y no perder la calma, se aferró a los posa brazos de la silla y los apretó.

- ¿Cuáles son las buenas?

    Zoé agachó la cabeza.

- Hemos descubierto el escondite de Paige. 

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