Enfermos Mentales: Edificio d...

By OneHistoryMore12

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Ellos creyeron que ya había acabado, pero Elizabeth se había ganado enemigos. Estuvo 4 meses rodeada de demen... More

Prólogo+ Book Tráiler.
Personajes.
☆Capítulo 1: De vuelta a la acción.
☆Capítulo 2: ¿De qué me he perdido?
☆Capítulo 3: Todo se fue a la mierda...otra vez. Part. 1
☆Capítulo 4: Todo se fue a la mierda... otra vez. Part. 2 (TW)
☆Capitulo 5: Nace un nuevo problema. (TW)
☆Capítulo 06: Déjà Vu.
☆Capitulo 07: Rewind
☆Capitulo 8: Equipo.
☆Capitulo 9: Equipo. (TW)
☆Capitulo 10: Renacer (TW)
☆Capitulo 12: Happy Halloween.
☆Capítulo 13: La dama de rojo carmesí. (TW)
☆Capítulo 14: Cazando al monstruo. (TW)
☆Capítulo 15: Momento de la verdad. (TW)
☆Capítulo 16: Locuras por un CD. (TW)
☆Capítulo 17: Se busca un cadáver. (TW)
☆Capítulo 18: Jugar a ser Dios
☆Capítulo 19: Ángel de la muerte
☆Capítulo 20: Secuestro. (TW)
☆Capítulo 21: Culpable.
☆Capítulo 22: La chica de la foto.
☆Capítulo 23: Entre nosotros.
☆Capitulo 24: El secreto de Kiara.
☆Capítulo 25: Pasillos secretos.
☆Capítulo 26: El Gas. part 1. (TW)
Capítulo 27: El Gas. Part 2. (TW)
☆Capítulo 28: Separados.
☆Capítulo 29: El regreso de aquella torpe chica. (TW)
☆Capítulo 30: Personalidades.
☆Capítulo 31: Dulce cena navideña.
☆Capítulo 32: Las cosas no son como uno las planea.
☆Capítulo 33: Fin del juego. Part 1.
☆Capítulo 34: Fin del juego. Part 2. (TW)
☆Capítulo 35: Fin del juego. Part 3.
☆Epílogo.
Enfermos Mentales: Un pueblo en llamas.

☆Capitulo 11: No soy una asesina.

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Enfermos Mentales. Capitulo 11:No soy una asesina.

Elizabeth tomó aire, provocando que el olor a metal oxidado invada sus fosas nasales. Cerró los ojos, prestando atención a los pequeños sonidos… como el chillido de una rata, por ejemplo. Volvió su vista al frente, repicoteando la banca de metal frío con su uña; era de las pocas cosas que podía hacer estando esposada. Tenía la cabeza apoyada a la pared, mirando hacia arriba, tratando de evitar cruzar miradas con Erick y los demás a su lado.

Erick, Alex, Sheyla, James, Sara… y Jennifer, sentados todos en la misma banca de metal, esperando que los llamen para testificar. A Erick se le habían escapado los nombres de las personas con las que estuvieron en el día.

—Agh, ¡Las esposas son muy incómodas! ¿Cómo hay gente que las usa? —preguntó Sara tratando de quitárselas.

—No las usan por gusto. Solo cuando los arrestan.

—Oh, no me refiero a la cárcel —explicó con inocencia, ganándose la mirada de todos.

—¿Me pueden decir qué diablos hago yo aquí? ¡No sé nada de lo que pasó después de que me fui! —se quejó Jennifer enojada.

—Porque estuviste con nosotros esta mañana —respondió Sheyla encorvada.

—Sí pero los abandoné. No sé que clase de idioteces hicieron por ahí y no me interesan —se quejó dejándose caer hacia atrás y recostando su espalda alta de la pared dura de ladrillos.

—Nadie te pregunto si te interesaba, igual que nadie te dijo que debías venir a Portland con nosotros, en ningún momento OX dijo que debías; pero sabías que tú fin de semana libre iba a ser uno muy aburrido, así que decidiste incluirte —respondió Shey con la vista fija en algún punto de la pared.

En el centro de esta, había uno de esos espejos policiales en los que del otro lado los policías podían verlos, pero ellos solo podían ver su reflejo. ¿Qué estarán pensando observándolos desde ahí detrás?

La puerta se abrió, dejando ver a un hombre gordo medianamente alto. Hizo una seña para que uno de ellos se levante. Señaló a Jennifer.

—¡Aleluya! —dijo parándose de la banca aún esposada. El hombre colocó una mano sobre su hombro ayudándola a salir.

Los iban a interrogar.

El interrogatorio era individual, pero las respuestas eran casi las mismas. Como si todos lo hubieran ensayado para saber que responder a cada pregunta.

—Según lo que han dicho, son de un internado mental en Massachusetts —el investigador se acomodó en el asiento, poniendo los codos sobre la mesa y descansando su barbilla sobre sus puños cerrados—, ¿Qué hacen en Portland? —preguntó a Sheyla con actitud totalmente relajada, un método para que ella se sienta en confianza también y lo suelte todo.

—De visita. Nos dan un descanso cada fin de semana para ver a nuestras familias o salir. Este fin de semana decidimos salir como amigos y conocer alguna ciudad juntos.

—¿Por qué se supone que debo creerte?

—Mire —dijo Elizabeth en la siguiente entrevista, levantando la manga de su abrigo de seda—. Nos ponen estos brazaletes para para saber dónde estamos. Si me escapo esta cosa comienza a sonar y lo escucha todo el que esté a medio kilómetro de distancia, para saber dónde estoy cuando me estén buscando con el geo localizador.

El hombre se acercó tomando el brazo y girándolo delicadamente para observarlo con detenimiento. Eso lo podría ayudar a averiguar dónde estuvo durante el día, Elizabeth lo sabía, así que tuvo que poner su primera mentira en marcha.

—¿Me lo prestas?

—Lo siento, solo se quita con la llave especial. A demás no sé para que lo quiere, no tiene el historial de lugares donde he estado —respondió James en el siguiente interrogatorio.

—¿Tienes algún amigo aquí? —le preguntó.

—¿No tengo amigos fuera de ese internado y tendré en una ciudad que no conozco? —respondió Alex.

—¿Cómo tus amigos supieron que ese chico estaba ahí?

—Nos avisaron Sheyla y James —respondió Erick en el siguiente interrogatorio.

—Pero ellos estaban a las afueras de Portland, ¿Cómo lo supo? —Erick apartó la mirada, tragando saliva.

—¿Intuición femenina? —dijo lo primero que se le ocurrió.

—Llamé y en algún momento de la conversación le dije algo relacionado con el cielo. Seguro ella miró y ahí lo vio —mintió Sheyla.

—Desde hace rato nos habían dicho que un chico del internado había desaparecido, había escapado sin el brazalete. Lo andábamos buscando. Sheyla me llamó y me dijo que lo habían visto por la calle justo donde nosotros estábamos comiendo. Solo hice mirar a mí alrededor para verlo. —La mentira de Elizabeth fue la más elaborada, los demás se limitaron a responder con un “no lo sé”

El hombre de camisa blanca al escuchar las diferentes 3 versiones de una sola historia, comenzó a sospechar. Frunció el ceño no muy convencido antes de continuar con las preguntas.

—¿No hay otra razón por la que hayas venido a portland? —preguntó a Elizabeth.

—No —respondió.

—No —respondieron Erick, Sheyla, Alex, Sara y James en sus respectivos interrogatorios

—No —respondió Jennifer apartando la mirada.

—¿Cómo supieron tus amigos de aquel chico?

—No son mis amigos, y no lo sé. Me enojé con ellos y me fui horas antes —respondió jugando con sus largas uñas.

—¿Y a dónde fuiste?

—A un mall que conocía y quedaba cerca.

—¿Cómo lo conocías? Creí que nunca habías venido

Jennifer se quedó quieta en un largo silencio, no supo que decir. La había atrapado.

—¿Qué crees que soy? ¿Antisocial? tengo amigas en todos lados. Una de ellas me dijo que en una de las tiendas estaba ese hermoso bolso Prada que todas quieren, pero son muy clase media como para poder comprarlo —dijo despreocupada, mostrando disimuladamente sus anillos y prendas de oro.

—Pero hace unos minutos dijiste que no tenias amigos aquí —recalcó provocando nuevamente que Jennifer se pongo nerviosa.

—Conozco tanta gente que algunas son fáciles de olvidar

—¿Cómo pueden confirmar que ustedes no empujaron a ese chico? —preguntó él hombre a Erick y Elizabeth, está vez juntos en una sola sala.

—¿Qué? ¿Está hablando en serio? —preguntó Eli incrédula—. Escuche, no soy una asesina.

—Mentira —dijo una voz ajena a la conversación. Elizabeth se calló durante unos segundos en los que miró hacia atrás. Bethany tenía la espalda recargada de la pared color gris, luciendo totalmente despreocupada—. Tú y yo sabemos más que nadie que eso es mentira —dijo despegando su cuerpo de la pared y comenzando a caminar por la habitación—. El ex de Jennifer, William, la señora de la boutique del internado, ¿Alguien aún recuerda su nombre?

Elizabeth comenzó a aumentar su respiración. No lo había pensado. Bethany tenía razón. Había matado, había matado varias veces. Se había convertido en un monstruo. Su respiración comenzó a agitarse mientras miraba un punto fijo en la pared donde se supone que estaba Bethany. El investigador alzó una ceja confundido al ver a la chica mirar en una dirección en especifico. Estaba... asustada.

—No eres más que una asesina, y no puedes echarme la culpa. Estabas totalmente consciente cuando mataste a ese chico. Por favor, Elizabeth, no nos hagamos las tontas. Tú y yo somos la misma persona. Somos lo mismo, todos los pensamientos horribles y retorcidos que tengo en este momento, son tuyos. Y te aferras a negarlo porque te asusta pensar de lo que eres capaz —acusó dando vueltas alrededor de ellos. De pronto se volvió un humo negro y espeso, deslizándose debajo de la mesa y reformándose a su lado.

—¿O qué… —dijo inclinándose y tomando a Elizabeth de la barbilla y cabeza, girándola y haciéndola mirar al investigador—... acaso me vas a negar que estamos desperadas por tomar ese bolígrafo de arriba de la mesa y clavárselo en el cuello?

Eli miró el objeto mencionado, levantando su mano temblorosa de debajo de la mesa y acercandola lentamente. Si lo hacía, el hombre se callaría, no habrían más preguntas, ¡Odiaba las preguntas!

Erick, acostado en la silla reclinada, se dio cuenta de esto. Arregló el asiento y le colocó una de sus manos sobre el hombro. Con la otro bajó la mano con la que Elo intentaba agarrar la lapicera. Dejó su mano sobre la de Elizabeth en la mesa, evitando que trate de hacer algo indebido.

Elizabeth, con la mirada fija en la lapicera, levantó la cabeza lentamente. Su labio inferior titubeaba. Levantó la mirada, observando desde sus ojos empapados directamente al investigador; mejor dicho, detrás de él, donde Bethany sostenía con una mano la cabeza del investigador y con la otra agarraba con sus dedos el area un poco más por debajo de su barbilla. Si la doblaba con la suficiente fuerza, podría desnucarlo. Bajó la cabeza, mirándo al investigador directamente a los ojos.

—No soy una asesina.

•••••••••••••••••••

Los chicos salieron del departamento de policías, Sheyla abrazaba los hombros de Elizabeth con su abrigo tratando de darle calor para que se calmara. Estaba más fría que un hielo. Eli levantó la cabeza, mirando en la gran pantalla de la autopista frente al departamento de policías el vídeo grabado cuando los sacaban del edificio con esposas, mientras la periodista solo decía los rumores que contaba la gente.

Abrió los ojos como platos. Se soltó del agarre del Sheyla sacando el celular de su bolsillo. Encendió la pantalla observando las múltiples llamadas perdidas de su mamá.

—¡Mierda —gritó en un susurro. Guardó su celular nuevamente en su bolsillo trasero, mirando a los lados para comenzar a caminar y ver si encontraba un taxi.

—¡Hey, hey, hey! ¿Qué fue todo eso? —preguntó Erick saliendo del departamento de policías y bajando las escaleras rápidamente hasta estar frente a Eli.

—¿Que fue qué?

—No trates de fingir, ¡Esa escena ahí dentro! Si antes sospechaban de nosotros, ahora creo que están más que seguros de que tú y yo principalmente somos culpables —aseguró alterado.

—No le hicimos nada a ese chico.

—¡Sí, pero ellos no saben eso! Y no tenemos pruebas de lo contrario —gritó moviendo los brazos alterado.

—Wow, Wow —dijo Alex acercándose detrás de Erick y colocando la mano sobre su pecho, haciéndolo retroceder. Ambos hicieron contacto visual, con una mirada desafiante y de odio—, cálmate y baja la voz, cualquiera puede oírte —ordenó con autoridad.

Erick no dijo nada al respecto, pero apartó la mano de Alex de su cuerpo agresivamente y sacudiéndose. Aún existía un inexplicable rencor entre ambos.

—Alex, no me defiendas porque tu y yo no somos nada. Puedo hacerlo sola. Y tú —dijo apuntando a Erick—, ¿Qué te pasa? ¿Quién diablos te crees? Desde hace rato estás insoportable. Te recuerdo que en esto —dijo haciendo una seña con las manos—, estamos todos. Lo que hagamos nos afecta a todos, si uno se jode, nos jodemos todos… queramos o no, estamos juntos en esto —se acercó lentamente a Erick, tocando su pecho con su dedo índice—. Así que no creas que eres el más afectado aquí. Si no encontramos la forma de demostrar que somos inocentes, todos daremos una larga visita por la cárcel.

Finalizó girándose para darle la espalda, comenzando a caminar.

—¿Y tú a dónde vas? —preguntó Jennifer.

—Voy a ver a mi madre, debe estar muy preocupada.

—Oh claro, llevemos a la policía directo al pueblo donde enterramos a mi ex, ¡Que buena idea! —exclamó sarcástica.

Elizabeth la miró entrecerrando los ojos y ladeando la cabeza levemente.

—La plástica tiene razón —apoyó Sheyla cruzada de brazos. Jennifer la miró indignada—. Seguro en cuanto salgamos de aquí, enviarán una patrulla para seguirnos.

—Sí, mejor busquemos la forma de demostrar que somos inocentes para poder volver al internado y olvidar todo esto —sugirió James.

—Estas cosas nunca se olvidan —corrigió Elizabeth con la mirada perdida—…alguien siempre se encargará de hacernos recordar ese lado oscuro de nosotros —dijo observando con odio a Bethany detrás de sus amigos, estaba con los brazos cruzados y una maligna sonrisa en su rostro—. Pero bueno, al menos déjenme llamar a mi madre para avisarle que estoy bien.

Eli sacó el celular a la vez que una notificación llegaba a su teléfono. Deslizó la barra de notificaciones. Era un archivo multimedia de un numero desconocido, diferente al de OX. Abrio el mensaje y reprodujo el video, quedando boquiabierta al ver lo que se reproducía.

—Liza, ¿Qué es? —preguntó Sheyla acercándose.

Eli levantó la mirada, a la vez que mostraba la pantalla de su celular los chicos.

—Nuestra salvación....

••••••••••••••••••••

Eli al día siguiente, entró al departamento de policías y caminó hasta la mesa del investigador. Tiró sobre la mesa el USB donde había descargado el video la noche anterior. El investigador se sobresaltó levantando la mirada, encontrándose con una sonrisa ganadora en cada uno de los rostros de los chicos.

—¿Quería una prueba? —preguntó Eli señalando con el dedo índice el USB sobre la mesa—... ahí está.

Tomó el USB entre sus dedos mirándolo desde todos los ángulos, dedicándole otra mirada de desconfianza Elizabeth. Lo introdujo en la computadora frente a él. Hizo clic en el icono de USB en la parte inferior derecha de la pantalla. Puso el video, viendo como se reproducía la escena justo en el momento cuando aquel chico decidió lanzarse de la ventana del edificio. Cuando lo hizo, se podía ver que ambos, Erick y Eli, estaban lo suficientemente lejos del chico como para poder empujarlo.

El video había sido grabado desde la esquina de la pared derecha de la habitación, desde el conducto de ventilación tal vez.

—Así que, yo que usted dejaría de acosar  a unos adolescentes que el único error que cometieron fue estar en el lugar incorrecto en el momento menos indicado, y comenzaría a tratar de investigar quien es el enfermo que grabó el suicidio de ese chico, que no dudo que sea esa misma persona la que le lavó el cerebro para que hiciera eso —sugirió Elizabeth confiada.

Se dio la vuelta preparada para comenzar a caminar.

—Espera —dijo para llamar su atención—, ¿Quién te envió esto? —preguntó provocando que Eli se detenga en seco. Sus amigos cruzaron miradas mientras ella pensaba que responder. Cualquier cosa que dijera podía involucrarlos nuevamente en la muerte del chico.

¿Debía decir la verdad? Si Ox les envió eso, sabía que lo iban a entregar. ¿O no? Pero ni siquiera sabía si él lo había mandado. El mensaje no tenia firma, pero solo él, o ella, o eso era tan enfermo como para grabar algo así. Si había sido el acosador y lo entregaban, el investigador pondría a sus hombres a investigar quien es Ox. Se desharían de él. Pero, ¿Cuáles serían las consecuencias de intentar deshacerse de Ox?

¿Qué tan traumado debes estar para que tengas que preguntarte si se te es permitido decir la verdad? Pues así los había dejado este nuevo acosador.

Tomó aire, sacando el celular de su bolsillo, debloqueandolo y leyendo el número de quien le había enviado el mensaje.

—244-466-6612 —dictó los dígitos en su pantalla—. Es el número de quién me envió el vídeo. Eso es lo único que sé.

—¿Saben que esto no los deja, completamente libres, cierto? —advirtió el investigador Shepard, según se podía leer en su placa—. Aún no han dado una respuesta real de cómo supieron que ese chico estaba ahí, por qué se separaron en el viaje, y muchos otros cabos sueltos. —Se levantó del asiento, sacando el USB de la computadora y acercándose a los chicos; más específicamente, al lado de Eli, susurrando lo suficientemente alto como para que los 7 escuchen—… y créanme que lo voy a descubrir.

Y sin más, caminó hasta la oficina privada, cerrando la puerta detrás de él. A pesar de esa amenaza, Elizabeth no tenía miedo. Si Shepard descubría de quién era el número, sabrían quién era Ox y que los había estado manipulando. Ellos no tenían culpa de nada. Entonces, ¿Qué era a lo que todos le temían?

A las consecuencias de haber entregado a OX...

••••••••••••••••••

Capítulo medio flojo pero ajá, aquí está.

OX

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