Summer tell me

By DanielTGrey

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Érase que se era, en un lugar cuyo nombre no pienso desvelar porque no me da la gana, una bella familia cuyos... More

Summer tell me
31 de julio de 11 am a 2 pm
31 de julio de 5 pm a 8 pm
17 de agosto
20 de agosto
24 de agosto
25 de agosto - Fin

15 de agosto

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By DanielTGrey

Anteriormente en "Summer tell me"...

Paz mandó a su hija Alejandra en silla de ruedas a hacer la compra. No es que la madre le obligue a utilizar ese medio de transporte para desplazarse ni nada de eso, sino que Alejandra fue salvajemente atropellada en Navidad y aún le dura el cuento. Entonces fue a comprar la comida, y entre esta se encontraba una bolsa de espinacas que traía premio, el Espinacazo, canjeable por un viaje para 4 personas.

Los dos padres, Paz y Pepe, se otorgaron a sí mismos el privilegio de ir, por lo que quedaron dos plazas libres para repartir entre sus cinco hijos. Se hizo entonces un concurso de tres pruebas en el que ni con trampas consiguió ganar Alejandra, mas la hermana pequeña Paula acabó cediéndole su pasaporte.

Y así terminamos con Paco, Paz, Pedro y Alejandra yéndose de viaje a un lugar que desconocemos por el ruido que hizo un avión cuando se lo comunicaron y con los hijos Penélope,  Pablo y Paula hospedándose entonces en casa de sus tíos Pepe y Paloma. De esta forma, tendrán que convivir aparte con sus primos Patricia, Pascual y Perla.

Pero que no os carcoma más la intriga que enseguida conoceremos su destino, ya que todo esto... ya lo había contado.

.

-Bienvenidos a Merca D'orna, ciudad de vacaciones, dígame.

-Buenos días -saludó Paco a una mujer correctamente trajeada en la puerta del lugar-. Somos los ganadores del sorteo conocido como Espinacazo.

-Ya veo, ya. -Esta pobre familia de clase media llamaba la atención en un lugar tan opulento como aquel-. Acompáñenme, me llamo Marina, seré su asistente personal durante toda su estancia, para cualquier cuestión o consulta solo deben pregunt...

-¿Dónde está el baño? -interrumpió Alejandra.

La mujer quedó en silencio.

-Al fondo a la derecha. ¿Es que no lees libros? El baño siempre está al fondo a la derecha...

-Esta por no leer no lee ni las etiquetas de los champuses cuando caga -le dijo Pedro a la guía.

-¡Pedro! -regañó el padre.

-Oh, yo sí las leo cuando cago -informó Marina.

-Por favor. -Paz frenó el rumbo que estaba tomando la conversación-. ¿Podría indicarnos dónde nos alojamos?

-Ahora mismo. -La mujer volvió a tomar la compostura de seriedad con la que se había presentado-. Tomemos el ascensor.

-Oye, tú no querías ir al baño- preguntó Pedro a su hermana.

-¿Yo? No, solo he preguntado pues porque me ha surgido la duda, lo típico...

Toda la familia anduvo hacia el destino marcado por la señorita (menos Alejandra, que iba en silla de ruedas y por tanto no anduvo, sino que... rodó). Toda la familia anduvo y/o/a/e/u rodó hacia el ascensor y entraron en él. Sorprendidos quedaron al observar las 84 plantas con las que, según el ascensor, contaba el edificio. La guía pulsó el botón del piso más alto y  a los diez minutos llegaron a este.

-¿Hemos llegado ya al Edén? -bromeó Alejandra.

-Sí, mira, ahí está Dios regañando a San Pedro por haberte dejado entrar -dijo su hermano.

-Bien, voy a comunicarle a la directora del complejo hotelero que han llegado, aguarden aquí.

El pasillo de la octogésimo cuarta planta era el lujo hecho arquitectura. Casi como una entrada palaciega, lucía a ambos lados unas columnas dóricas, dóricas, jónicas, jónicas, corintias, corintias, corintias, corintias de un preciado material tal y como es el plástico. Un plástico marmóreo, eso sí, que la apariencia es lo más importante. Las columnas obviamente cumplían una función decorativa. Eso de usarlas para sustentar edificios fue tan solo un moda pasajera vintage de gente primitiva.

Entre estas piezas se encontraba unas clásicas macetas negras, muy negras, casi más que mi futuro. En ellas, unos tallos y hojas resplandecientes se encontraban plantados. Sin embargo, a diferencia de las columnas, estas no eran de plástico, sino de plástico reciclado.

-¡Oigan! -llamó Marina asomando la cabeza desde la puerta por la que había entrado-. ¡Acérquense!

Todos los miembros se aproximaron hacia el despacho de la directora y entraron.

-Buenos días -saludó una mujer de talla grande y carismática voz sentada en una silla tras un escritorio-. Soy L. Marian. Me pueden llamar "directora Marian, señorita Marian, Miss Mundo Marian" como ustedes deseen, no hace falta que me digan "Ele Punto Marian", no me van los formalismos. Yo me referiré a ustedes como "la Familia Espinaca".

-Un placer -dijeron los progenitores en representación de la familia, que observaba a la mujer atónita.

-Lo siento si les ofende pero su apellido no me gusta, ¡es impronunciable! -gritó alzando los brazos-. "Blablibloblu Lolulo" es un atentado contra la vida. Así que ahora son Papá Espinaca, Mamá Espinaca y sus adorables espinaquitas.

-Perdone pero yo me llamo Alejandra -saltó la hija ante la mirada de horror de sus padres al responderle de esa forma a una mujer tan imponente.

-¿Qué dice la Espinaca inválida? -Se colocaba las gafas mientras agudizaba la mirada.

-Mi nombre... es Alejandra -repitió manteniendo la compostura pero muerta de miedo por dentro.

-Está bien, entonces a ti te llamaré Alejandra. -Marian se levantó de la silla y tomó su pomposo abrigo de piel sintética-. Me gustan las chicas que no se dejan manejar. Estoy seguro de que ustedes esperaban que el culo que reposase en esa silla fuese el de un hombre. Es lo normal. -La mujer parecía dirigir el tema de la conversación dando bandazos imprevisibles-. Nadie se espera como dueña de algo, como directora, como ejecutiva; a una mujer. Y si lo hace, se imaginará a una mujer fría y calculadora, guapa, delgada y con coleta alta. -Sacó un paquete de tabaco de un pequeño armarito en la pared-. Los hombres pueden parecer cerdos en traje que no va a pasar nada, no está mal visto, no da mala imagen. ¿Pero una mujer gorda? Oh, no, eso es impensable, no transmite confianza; "si no cuida su cuerpo como va a cuidar una empresa".

La escena se mantenía en silencio ante sus críticas palabras sobre el patriarcado de la sociedad.

-En fin, me voy, no tengo tiempo, queridos -se despedía mientras abandonaba la estancia-. Avisadme cuando tengáis algún problema, me avisaréis, ¿verdad, queridos?

-Sí, Marian -respondieron todos.

-Bueno, no os olvidéis, me interesa. Os veré entonces. Chao, chao, familia querida -dijo cerrando la puerta tras de sí con un ligero portazo.

...

-Qué... qué mujer -dijo Paco sorprendido.

-Sí. -Rio la recepcionista-. La señora Marian es una mujer muy carismática, su tamaño, voz y personalidad la han llevado a labrarse una fuerte personalidad.

-Ya, nos hemos dado cuenta... -añadió Paz.

-Pero es una gran persona, ya lo verá, se implica mucho con sus clientes. Aunque en verdad ustedes no sean clientes ya que no van a pagar nada, no podrían claro está, su economía de clase media y estilo de vida se encuentra muy lejos de poder permitirse unas vacaciones en este lujoso complejo. Pero qué suerte que les haya tocado un sorteo, ¿no creen?

-Mire, Marina, nos cayó bien cuando dijo que sí leía mientras cagaba -le informó Pedro, el hermano mediano-. Por favor, no lo estropee.

-Está bien -sonrió-. Acompáñenme a su habitación, les va a maravillar, no van a descansar en una suite así en su vida.

-Marina... -dijo molesto Pedro.

-Perdón -rectificó-. Os va a puto encantar.

-Fantástico -Pedro levantó los pulgares en señal de aprobación.

-Rumbo a la segunda planta.

-¿¡Cómo!? -se quejó Alejandra-. ¿Que hemos subido hasta aquí solo para esto cuando nuestra habitación estaba a un piso de recepción?

-Sí, qué quieres, hay que rellenar cuento que el autor si no se queda sin ideas y...

¡Marina!

-Perdón. Es que no filtro lo que pienso.

-Ya, nos hemos dado cuenta -dijo Paz.

.

-¡Patricia, Perla, Pascual, Penélope, Pablo, Paula, a cenar! -gritó Paloma dando golpes con un tenedor a un plato.

-Cariño, ¿en qué momento decidimos hacernos cargo de tantos niños a la vez? -preguntó Pepe.

Paloma soltó los utensilios de cocina acercándose a su marido con fuego en la mirada.

-¿Qué te crees? -dijo agarrándole del cuello de la camisa-. ¿Qué no se me ha pasado por la cabeza la idea de echarles arsénico en las croquetas? No llevamos ni un día y ya estoy deseando terminar con este sufrimiento. O los enveneno a ellos o me enveneno yo, pero no puedo alargarlo más.

-Pero, ¿tú te has vuelto loca?

-Mira, después de darme cuenta de que envenenarlos los mataría y que, muy posiblemente, el asesinato me llevase a la cárcel y a protagonizar titulares de periódicos tachándome de ser mala madre, cosa que no soy y que me niego a que digan de mí, decidí informarme sobre algo que los dejase dormiditos, dormiditos por una semana.

-De verdad, que no me creo lo que estás diciendo.

-¡Y lo encontré! Así que busqué por Internet dónde podía conseguirla y di con ella en Aliexpress. Pero me acordé de que los envíos de Aliexpress tardan ocho alineaciones planetarias y media en llegar a su destino, por lo que seguí buscando y también estaba en Amazon. He gastado los ahorros para tu extensor fálico en el envío World Deluxe Shipping Express Oh My Gosh Surprise Bitch, con el cual te traían el producto a casa en tan solo 20 minutos. Ha sido una gran inversión.

-¡Hola, Papis! ¿Qué hacéis ahí tan cerca? -Había entrado ya la hermana mayor, Patricia, en la cocina.

-Nada, hija -dijo soltando a su marido y sacudiéndose las manos de harina-. Tu padre, que me ha dicho que me va a comprar unos zapatos que vi el otro día en el Zara y me he puesto muy cachonda.

-Bueno, pues a chuscar al dormitorio, eh. Que hay niños.

-Sí, como tú -dijo el padre-. Que porque seas la mayor de todos no te vengas creyendo ya la adulta de la casa.

-¡Ya estamos aquí! -De repente aparecieron el resto de niños juntos en la cocina.

-¿Qué hacíais todos juntos?

-Viendo una peli.

-¿Qué peli?

-Nada, es cine de autor, no la vas a conocer.

-Pero dímela, a ver.

-Mean Girls.

-¿La de Lindsay Lohan?

-Sí, esa misma.

-Qué pena que cayese en las drogas, ¿verdad?

-Sí, pobrecilla.

-Sí bueno, una pena todo -interrumpió Paloma mientras comenzaba a servir croquetas-. Venga que ya está la cena y está recién hechita.

-¡Croquetas! -gritaron los críos contentos.

-Pero hay que comérselas todas, eh.

-¿Y vosotros no coméis? -preguntó Penélope extrañada.

Los nervios inundaron a Paloma al verse sin argumentos. Sentía que la iban a descubrir. Los dulces ojos de los niños leían su pensamiento.

-El médico -dijo dando una palmada-. Que me ha dicho que tengo el colesterol por encima de 200 y claro, la fritura es una bomba para las arterias. Las croquetas asesinan a los glóbulos rojos.

-¿Y por qué nosotros sí las comemos?

-Pues porque estáis sanos.

-¿Y no sería mejor prevenir desde el principio problemas en vez de estar cuando seamos mayores gastando recursos de la Seguridad Social en mirar cómo por nuestros malos hábitos de alimentación hemos ido destruyendo poco a poco por dentro nuestro cuerpo al pensar que podíamos maltratarlo por el hecho de que estaba suficientemente sano? Es ilógico y lo peor es que no...

-¡Que te comas la puta croqueta! -le espetó Paloma.

Penélope se metió al instante la masa en la boca y masticó sin más quejas.

-¿Ves cómo no pasa nada? ¿A que está rica?

La niña asintió callada mientras seguía comiendo y bebía un poco de su vaso de leche para tragar mejor.

-Bueno, niños -dijo Pepe-. En cuanto os terminéis la cena corriendo a la cama, eh. -Pepe sabía que ya no podía evitar que sucediese lo que había planeado su mujer, pero la pereza de tener que llevar el cuerpo de cada uno a su respectiva cama había provocado el mandarles esa orden.

Y así, todos y cada uno de los niños, tanto los hijos de Paloma y Pepe como los hijos de Paz y Paco, se fueron a dormir con el estómago lleno de croquetas y una infusión no-infusión para dormir mejor.

.

Hola, soy yo, el autor de la obra, @DanielTGrey. Sí, sigo vivo. Sí, he escrito. Sí, es un milagro. Aquí estoy, después de dos años, retomando esta obra para terminarla. No tengo ninguna excusa, solo es que soy puto vago y no hay más. Lo siento. Imagino que ya no quedará nadie de los que la leíais al principio pero bueno, yo quiero terminar las obras que al menos he empezado. No me quiero dejar esa espina para toda la vida clavada en mi esófago.

Total, que si queréis pues votáis el capítulo y comentáis las partes que os han hecho gracia y eso. Todo el apoyo lo recibiré muy bien y lo intentaré canalizar en ganas de seguir actualizando. A lo mejor también subo nuevas cosas a Gossip Boy hablando de mi primer año en la universidad o Las Brujas de Salem (llevo 10 meses con medio capítulo escrito en borradores...). En fin, que muchas gracias por seguir ahí a los que sigáis ahí.

Siyu.

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