Mangel se queda unos segundos más observando al barbudo, quien no soporta esa mirada y agacha la cabeza, avergonzado.
- Esperame aquí, iré a ponerme algo más decente – Dice Mangel, volteándose rápidamente y entrando de igual manera a su departamento.
En los pocos minutos que transcurren hasta que el pelinegro vuelve, Cheeto no deja de arrepentirse. Se salió de control por algo que debía tener claro, los celos pudieron con él, nublándole la mente. Nunca había estado tan fuera de sí, pero esto lo superó en todos los aspectos. Pero sabe que fue su culpa. Tiene más que claro que todo lo que le dijo Rubén es cierto, aunque le duela admitirlo. Mangel nunca se fijará en él, Mangel sólo ha tenido y tendrá ojos para Rubén.
El pelinegro vuelve ya sin su pijama puesto, pero aún con esa mirada de desaprobación que a Cheeto tanto le duele.
Piensa en llevarlo a la azotea para hablar, pero no quiere llevar a nadie allí que no sea Rubén. Es como un lugar sólo de los dos.
- Vamos a caminar – Lo invita, bajando las escaleras lentamente.
Cheeto suspira pesadamente y acto seguido lo sigue.
Llegan abajo en completo silencio, incómodo para uno. Salen del edificio y respiran profundamente antes de comenzar a caminar sin dirección. Mangel no quiere empezar tan cruelmente, pero realmente no anda de humor como para tratar con amabilidad a Cheeto.
- ¿Por qué golpeaste a Rubén? – Pregunta luego de un rato. El barbudo siente una punzada en el pecho al escuchar esas palabras. Golpeó a Rubén, y ahora debe afrontar las consecuencias.
- Yo... lo siento mucho... me arrepiento tanto... - Responde, casi en un susurro.
- Estoy seguro de eso, pero quiero saber por qué lo hiciste – Insiste. Cheeto se frota los ojos, esto si que no quiere afrontar.
- Porque me salí de control, con todo lo que me dijo me salí de control – Responde.
- ¿Y qué te dijo? –
- Que tú nunca te fijarías en mi, que si no te fijabas en él mucho menos lo harías en mi. Y lo dijo con tanta rabia, con tanto asco hacia mi... – Responde avergonzado.
Mangel aguanta sonreír, Rubén no sabe lo equivocado que está al pensar que él no se fija en Rubén.
- Algo debiste de haberle dicho tú para que él respondiera eso, y de esa forma –
- Le dije que se alejara de ti – Esto sí que lo dice susurrando, no quiere que nadie lo escuche confesarse de esa manera.
- ¿Y por qué le dijiste eso? – Aunque Mangel lo sabe, quiere seguir preguntando. Quiere escuchar todo lo que imagina que dirá saliendo de los labios de Cheeto.
- ¡Porque estoy celoso! ¿Vale? – Exclama.- Estoy celoso de la atención que le das a Rubén. Estoy celoso de que siempre veas lo mejor de él, y que no te des el tiempo de ver lo mejor en otras personas que también están interesadas en ti. Estoy celoso de que compartas más tiempo con él que con los demás. Estoy celoso de que pareciera que sigas enamorado de él aún teniendo esposa y un futuro hijo. ¡Rubén me lo contó! ¡Te casaste, Mangel! ¿Crees que no me duele? ¡Me gustas, y estás casado! ¡Estás casado y pareciera que Rubén te sigue encantando! ¡Y estoy celoso de eso!
Mangel no responde. Todo lo que escuchó no fue lo que esperaba. Es como si le escupieran en la cara algo que es verdad y él no quiere admitir. Está casado, pero le gusta pasar más tiempo con Rubén que con Catalina. Está casado, y pareciera que sigue enamorado de Rubén. Y no sabe si lo está o sólo es algo pasajero.
- ¿En serio parece que me sigue gustando Rubén? – Pregunta, ahora es a él a quien la vergüenza le colorea las mejillas.
- Parece que te encantase, sólo que tú no te das cuenta. Pero no por eso los demás no lo notarán. Esas miradas, esas sonrisas bobas, esos suspiros, esos nervios que aparecen cuando están juntos. Hasta la persona que no cree en el amor podría asegurar que algo entre ustedes ocurre. Y sé que te da igual Catalina, aunque tú no quieras admitirlo, porque ella no logra sobre ti lo que Rubén logra. Ella no te pone los pelos de punta con tan solo verla, ella no te hace revolver el estómago con tan solo cruzar miradas. Es muy obvio, Mangel, es muy obvio que en el fondo aún sientes algo por Rubén. Algo que no quieres admitir, pero existe – Responde con amargura.
A Cheeto le duele decir eso y a Mangel le duele escucharlo. Ambos saben que en parte eso es cierto. Y a ambos les duele.
Todo es tan confuso para Mangel, y todo es tan doloroso para Cheeto.
- Y, ¿sabes? – Prosigue Cheeto.- Me duele decir eso. Porque eso hace que las ínfimas esperanzas que aún albergo se vayan por el retrete.
Mangel suspira, ya no quiere seguir hablando.
- Pero... yo no puedo estar con ninguno de los dos... estoy casado, tengo un bebé en camino, estoy en... - Piensa en decir que está enamorado de su esposa, pero las palabras se le traban en la garganta, como si no quisieran salir.
- ¿Ves? Ni siquiera puedes decir que estás enamorado de tu esposa, porque no lo estás. Quizás te gustó, y te gusta, pero no estás enamorado de ella. Enamorarse de alguien es muy diferente a que te guste alguien. Y tú confundiste ambos. Te casaste con la chica que te gustó en un comienzo y dejaste de lado al que te enamoró – Todo lo que Cheeto suelta son dagas llenas de verdad que se entierran directamente en el pecho de Mangel.
Mangel sigue caminando en silencio durante unos largos minutos en compañía de Cheeto. Ya no sabe qué responder, no sabe qué pensar.
Unos minutos más tarde, Cheeto es el que rompe nuevamente el hielo.
- Yo... lo siento, ¿vale? Siento haber golpeado a Rubén y haberle dicho todas esas absurdas cosas – Se disculpa.
- Deberías disculparte con él – Responde Mangel.
- Sabes que no querrá ni verme, mejor evito volver a hablar con él si no quiero llevarme un buen golpe por su parte – Mangel ríe por lo bajo, lo que logra sacarle una sonrisa al barbudo.
- Vale, tienes razón –
- Y será mejor que yo me vaya, no quiero causar más problemas. Espero que pienses en lo que te dije, no te preocupes por mí, lo superaré, pero tú debes elegir bien lo que quieres. No quiero saber que estás mal después por haber tomado una mala decisión, o haber elegido lo que no te hacía feliz. Te quiero mucho, pero también quiero que seas feliz junto a quien tú quieras, aunque en el fondo eso me duela, ¿vale? – Pregunta, deteniéndose y mirando a los oscuros ojos del pelinegro. Mangel sonríe, y asiente.
- Vale, lo intentaré – Cheeto sonríe, mientras se acerca lentamente a Mangel.
El morocho no se mueve, teme de lo que Cheeto vaya a hacer, pero al cabo de dos segundos el barbudo simplemente lo estrecha fuertemente entre sus brazos, a lo que Mangel le devuelve el abrazo.
Se quedan así por unos cuantos segundos, para luego romper todo contacto físico que mantenían. Cheeto no deja de sonreír, y entre el silencio susurra un "cuídate" para luego comenzar a caminar rápidamente hasta desaparecer de la vista de Mangel.
Éste se queda allí parado por unos segundos más, en los que no hace más que pensar en todo lo que escuchó por parte de su amigo. Sabe que es verdad, y sabe que no quiere admitirlo.
Sacude la cabeza, intentando alejar lo más posible todo lo que ocurre en su mente, y comienza a caminar de vuelta a su departamento.
Cuando ya se encuentra en el edificio, va al departamento de Rubén, quien sale al llamado con unos algodones metidos por la nariz.
- ¿Cómo estás? – Pregunta Mangel, aguantando la risa ante tan cómica aparición.
- Mejor, no tengo rota la nariz al parecer, pero seguía sangrando como puedes darte cuenta, aunque ahora ya no tanto. Igual por las dudas me puse estas cosas tan incómodas – Responde sonriendo, haciendo referencia a los algodones. Mangel sonríe, analizando detalladamente todo el rostro de Rubén por unos cuantos segundos, lo suficiente para colorear de rojo las mejillas del castaño.
- Y... ¿qué... qué te dijo Cheeto? – Pregunta nervioso.
- Me dijo lo que sentía y lo que pensaba, nada muy relevante para ti. Pero arreglamos las cosas, él tiene claro todo, pero a mi me dejó con unas cuantas dudas – Responde sincero.
- ¿Dudas sobre qué? – Pregunta.
- Sobre... cosas – Responde sonriendo levemente. Rubén lo mira alzando una ceja, pero no insiste al respecto.
- Bueno... yo... debo seguir arreglando cosas dentro, hablamos más tarde, ¿vale? – Se despide, intentando escapar de la incómoda situación lo más rápido posible.
- Vale, nos hablamos – Responde Mangel, volteándose, pero antes de que Rubén cierre la puerta vuelve a hablar.- Rubén...
- ¿Sí? – Pregunta éste, con la puerta entreabierta.
- ¿Tú... en serio crees que yo no me fijo en ti? – Pregunta. Las mejillas de Rubén se encienden muchísimo más, sin saber qué responder. Aquello fue lo que le dijo a Cheeto, antes de decirle que Mangel no se fijaría en él.
- Yo... - Intenta responder, pero se queda mudo.
- Rubén... siempre me fijo en ti – Responde Mangel, mirándolo a los ojos junto a una tímida sonrisa.
Dicho esto entra rápidamente a su departamento, y se apoya en la puerta cerrando fuertemente sus ojos. Le cuesta tanto saber cuál camino tomar, pero a la vez se le hace tan fácil.
Todo es tan complicadamente sencillo.
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HE VUELTO PARA QUEDARME, BITCHES!
Lo siento Marta pero Cheeto tiró toda la verdad, tODA.
¿Qué tal el cap? Espero con toda mi patata que les haya gustado <3 Quiero seguir escribiendo por hoy, así que quizás habrá otro cap, como quizás no <3 Muchísimas gracias por leer y esperar tanto, merecen el paraíso <3 No olviden votar y comentar por el rubelangel, se agradece mucho todo el amor <3 nos leemos pronto, un besazo y nos vemos <3
Rubelangel_Vale
P.D.: DEMASIADOS CORAZONES POR HOY, QUÉ ME PASA.