Flicker [H.S]

By Thelooney

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Harry Styles se ve obligado a volver a Nueva York después de dos años para afrontar el juicio final contra Ri... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24

Capítulo 21

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By Thelooney

Era un día bastante soleado en Nueva York. El cielo estaba despejado y pintaba de celeste. Harry se encontraba almorzando junto a Chad en la terraza abierta de uno de sus restaurantes de pasta favoritos de toda la ciudad. Era la cuarta vez que iba desde que llegó dos semanas atrás y probablemente volvería un par de veces más antes de regresar a Londres.

Reclinado contra el respaldar de su asiento, el castaño bebía una copa de vino blanco y disfrutaba de la gran vista que tenían desde el piso número dieciséis. Vestía una camisa holgada color negro y pantalones blancos. Llevaba lentes de sol para ocultar su falta de sueño por el desvelo de la noche anterior. No había tenido muchas ganas de salir tras lo sucedido en el baño de su amigo, pero no había nada que un penne all'arrabbiata no pudiese mejorar y si algo necesitaba, era de un exquisito plato de comida y buena compañía para despejar su mente.


—Si consideras todos los factores que acabo de mencionar, tenemos oportunidad de llegar a la final—el moreno llevaba veinte minutos tratando de explicarle a su amigo por qué creía que el equipo Arsenal iba a ganar la Premier League.


Harry rió ante las esperanzas de su amigo y dejó su copa sobre la mesa.


—¿Está todo en orden por aquí?—una joven mesera de cabello rubio y brillantes ojos azules se acercó a ellos.

—Estamos bien, gracias—Harry le dijo, con la amabilidad que lo caracteriza. La joven asintió despacio.

—A ti—contesto ella con una sonrisa coqueta antes de dar media vuelta y retirarse.


Collins, quien estaba por llenarse la boca de pasta, se congeló en su lugar y enarcó una ceja. Volteó a ver a la joven que acababa de irse y luego volvió su atención hacia su amigo con mirada picara.


—A ti—repitió el moreno en tono juguetón y procedió a introducir el cubierto envuelto en fettuccine a su boca. Harry rió con la cabeza gacha y negó despacio, sin decir nada.


Collins esperaba que su amigo dijese algún comentario divertido sobre la guapa mesera que acababa de coquetear con él, pero este volvió su atención al plato a medio terminar frente a él y continuó comiendo. El moreno observó a su amigo con curiosidad. Este pareció no percatarse de ello. Collins llevaba días deseando preguntarle algo, pero no había tenido oportunidad de hacerlo. Entonces, algunas ideas fluyeron por su mente y pensó que ahora era un buen momento.


—Te vi hablando con Sage ayer—dijo de repente, tomándolo por sorpresa. Harry, quien acababa de llevarse un bocado de pasta a la boca, dejó de masticar su comida por un segundo y miró al moreno—¿Qué ha estado pasando entre ustedes dos?—le preguntó con tono casual.


El castaño abrió los ojos ante su interrogante y tomó la servilleta que yacía junto a él sobre la mesa para limpiarse los labios con un par de toques. Luego procuró pasar la comida que tenía en la boca y coger su copa.


—Solo estábamos hablando de ya sabes...—le dijo y bebió un sorbo de vino blanco—Cosas...—completó. Collins enarcó una ceja.

—¿Qué tipo de cosas? —inquirió el moreno, bastante intrigado.

—Nada importante—le dijo, sin querer ahondar en los detalles.


Collins entrecerró los ojos, poco convencido por las respuestas de su amigo. Harry no pareció no querer prestarle mucha atención al asunto y se llevó otro bocado de pasta a la boca. Entonces, el moreno se inclinó hacia adelante para descansar los brazos sobre la mesa y proseguir con su pequeño interrogatorio.


—La noche de la gala de la familia Sabath pasaste la noche con alguien—empezó, logrando que Harry lo mirase nuevamente— A la mañana siguiente Sage fue a mi departamento a buscarte—continuó. El castaño ahora escuchaba atento a su amigo— La noche del bar en Soho decidiste quedarte cuando ella estaba ahí—siguió— Y ayer la estuviste ignorando hasta qué salió a buscarte—finalizó.

—No la estuve ignorando—Harry fue rápido en contestar, con el entrecejo caído.

—Lo que tú digas...—Chad dijo en tono sarcástico. Harry revoleó los ojos ante su comentario—¿Entonces? —el moreno insistió.


Harry respiró hondo y se dejó caer contra el respaldar de su asiento nuevamente. Miró a Collins a través de sus gafas de sol y dejó caer la cabeza hacia atrás. Normalmente, no tendría problema alguno con contarle a su amigo sobre sus conquistas, pero esto esa diferente. No le había contado a nadie lo sucedido con Sage. Tenía varias razones para no hacerlo, entre ellas que Sage parecía arrepentirse con cada parte de su ser de lo que paso esa noche, además del minúsculo detalle de que tenía novio. Por más de que no estuviesen juntos, él jamás la expondría de esa forma, pero su amigo parecía tener el tema resulto.


—Vamos Collins—lo incitó con fastidio—Estás cerca, saca tus conclusiones—se limitó a decir.


El moreno abrió los ojos al recibir la confirmación a su interrogante.


—¿¡Te acostaste con Sage!?—le preguntó sorprendido de que su amigo lo confesara, más no del hecho. Harry le dirigió una expresión fulminante y miró alrededor, preocupado por que las mesas más cercanas hubiesen escuchado a su imprudente amigo— Pensé que estaba saliendo con el hijo de Richard Everston...—dijo el moreno, procurando modular su voz en un tono más bajo.

—¿Quién es ese?—Harry preguntó. Dejó los cubiertos que sostenía sobre la mesa y se cruzó de brazos.

—¿Richard Everston? —el moreno le preguntó. Harry asintió—Un multimillonario de Nueva York, dueño de plantas petroleras en el golfo de México—le contó. Harry le prestaba total atención.

—¿Y quién es su hijo? —interrogó. Su voz denotaba cierta hostilidad.

—Cameron Everston—Chad le informó—No es más que un completo gilipollas—agregó mientras quitaba algunos rizos de su rostro y procedía a terminar el resto de comida que le quedaba. Harry asintió despacio, memorizando aquellos nombres.

—¿Lo conoces? —el castaño volvió a preguntar al cabo de unos segundos. Chad negó mientras bebía un poco de agua.

—Pero Louis sí—el moreno acotó.


Chad continuó con su comida y Harry no preguntó más al respecto, dando el tema por concluido, pero permaneciendo sumido en sus pensamientos. Cuando ambos terminaron de comer, pidieron la cuenta y la rubia que anteriormente había coqueteado con Harry se acercó a su mesa. La joven procuró ser más amigable de lo usual cuando les alcanzó la funda de cuero negra con el cheque dentro. Harry le sonrió para no ser descortés e introdujo su tarjeta dentro de la misma. La rubia se retiró para realizar el cobro, pero no tardo en volver. Les agradeció nuevamente por su visita y, tras dirigirle otra mirada coqueta al castaño última vez, se retiró. Harry abrió la funda para firmar el recibo, pero frunció el ceño al encontrar algo escrito sobre este.


—¿Qué? —Collins le preguntó al notar que su amigo leía algo con atención. Pensó que quizás había algún error en el cobro que la rubia realizo. Harry dejó escapar una pequeña risa y firmó el recibo.

—Su número—dijo y tomó el papel. Cerró la funda y luego se puso de pie, Collins hizo lo mismo.

—¿Le vas a escribir? —el moreno le preguntó mientras caminaban hacia la salida. Harry vaciló por un momento.

—Suficiente con una rubia—le contestó, en alusión a Nicole Montgomery, con quien por cierto llevaba algunos días sin hablar.


Ambos hombres salieron de aquel restaurante y tomaron el ascensor que los llevó hasta el primer piso del edificio donde se encontraban. Volvieron al departamento de Collins y se dejaron caer sobre el gran sillón en la sala. Chad prendió el televisor para sintonizar un partido de fútbol Americano y Harry sacó su móvil, sin mucho interés en aquel deporte. Era sábado y sus amigos vendrían en la noche para ir a recorrer algunos bares de la ciudad. Harry les había dicho que les daría el encuentro sin ahondar mucho en explicaciones, pues vería a Sage esa tarde.


Sage...


Sus pensamientos divagaron hacia la castaña. Después que ella le pidió olvidar lo que sucedió entre ambos cuando la encontró en el bar de Soho, él decidió hacer exactamente eso. Olvidar la noche que pasaron juntos. O al menos intentarlo, pues hacer esto le resultaría mas fácil de no ser por un problema: no podía sacársela de la cabeza. La forma desesperada en la que lo besó esa noche y las cosas que le susurró al oído lo tenían dando vueltas en la cama, ansioso por cerrar los ojos solo para revivir lo sucedido. Pero ella no quería verlo más, y quizás eso sería lo mejor para él, pues solo así podría mantenerse alejado de ella. Después de todo, ella tenía novio y él tenía a Nicole.


Nicole...


Le sorprendía lo fácil que se le había hecho tomar distancia de ella, aunque cada tanto la extrañaba. La quería, claro que lo hacía, Nicole había sido su novia por poco más de un año, pero algo había cambiado en él y sus sentimientos hacia ella desde mucho antes de que llegara a Nueva York, y haberse acostado con su ex novia no ayudaba a la situación. Si Nicole se enterara de cómo él estaba haciendo uso del tiempo que habían decidido darse, estaría decepcionada. Y dolida, muy dolida. Harry lo sabía bien, y si había algo por lo que él se sentía culpable, era de no arrepentirse por ello.

Pero se había resignado a aceptar que Sage y él no hablarían más. El tiempo vuela y a él solo le quedaban alrededor de dos semanas en Nueva York y luego volvería a casa, a su vida, y a Nicole con una respuesta. Pero entonces, sin que él se lo esperase, ella quiso hablar con él. Y él no se negó.


¿Cómo podría? Si cada vez que la tenía en frente sentía que caería de rodillas ante ella.


El castaño dejó caer la cabeza contra el respaldar del mueble ante aquel pensamiento. Mantuvo la vista fija en el techo por unos segundos y luego volvió a su celular. De repente abrió su navegador y miró a Collins de reojo. Este miraba fijamente el televisor frente a él. Entonces escribió en nombre de Cameron Everston en la barra de búsquedas. Algunos resultados aparecieron, la mayoría de ellos vinculando artículos relacionados con Richard Everston, su padre. Harry deslizó el dedo por la pantalla, leyendo cortamente los títulos de cada artículo y presionó sobre uno de los más recientes.

Cuando el artículo se abrió, una imagen de Richard Everston y su hijo primó en la pantalla. Harry analizó la fotografía a detalle, concentrándose en Cameron. No solo tenía su nombre, pero ahora también podía ponerle rostro al novio de Sage. Entrecerró los ojos tratando de recordar si lo había visto alguna vez, pero nada se le vino a la mente. Entonces, bajó el dedo por la pantalla y leyó la descripción.


"Richard Everston, 58, y su hijo Cameron, 22, en los Premios por Innovación 2021 en Los Angeles, California, el pasado Miércoles, 14 de julio".


Leyó. Eso fue hace tan solo tres días. Deslizó su dedo por la pantalla para descubrir el artículo. Sus ojos escanearon el texto y se detuvieron en medio de uno de los párrafos.


"La firma Everston planea continuar su expansión. Actualmente, Richard y Cameron viajan por los Estados Unidos buscando estrechar relaciones con inversionistas y expandir sus horizontes hacia la costa del Pacífico".


Harry continuó leyendo fragmentos de aquel artículo, hasta que se encontró con otra imagen.


"Cameron Everston, 22, y su novia Sage Sabath, 22, en la celebración por la última adquisición de la firma Everston en Manhattan, Nueva York, el pasado sábado, 5 de Junio".


Aquella foto era de principios de verano. Harry miró con bastante detenimiento a Sage. La joven llevaba puesto un bonito vestido cubierto de brillos plateados que se cernía a su cuerpo a la perfección. Su largo cabello castaño caía sobre su descubierta espalda. Su sonrisa lucía radiante y ella... se veía jodidamente preciosa. Una sonrisa involuntaria apareció en el rostro de Harry, quien se encontró admirando el brillo de sus ojos marrones en aquella fotografía. Pero de repente su sonrisa se desvaneció al divisar la mano de Cameron puesta sobre su cintura, con una sonrisa de oreja a oreja. Ver la foto ahora le causo disgusto, así que cerro su navegador y dejó su móvil sobre el mueble donde se encontraba, pero permaneció pensativo.

Vería a Sage esa tarde y, según tenia entendido tras leer el artículo, su novio no estaba en la ciudad. Aquello despertó cierto interés en él, pero lo dejó pasar. Se juntaría con ella como dos viejos amigos que buscan reconectar con genuino interés por saber del otro, pero nada más. Harry echó un largo respiro y se acercó más a Collins, decidido a concentrarse en el partido de fútbol americano que era transmitido en la gran pantalla frente a él.

Sage, por su parte, había vuelto de practicar equitación hace una hora. Acababa de salir de la ducha y se encontraba dentro de su gran closet buscando entre los tantos vestidos que tenía, cuál ponerse aquella tarde. Tras ir y venir por unos veinte minutos, se decidió por su primera opción. Un bonito vestido veraniego color blanco que se anudaba alrededor del cuello. Era largo, sobrepasaba sus rodillas, sin llegarle a los talones. Un vestido casual, pero no muy casual. Se miró al espejo y se meció de un lado a otro. Al caer en cuenta de que estaba sobre pensando lo que llevaría puesto, sacudió la cabeza y se dirigió hacia su tocador.

Vería a Harry aquella tarde y debía admitir que se sentía algo nerviosa. Ese hombre causaba en ella un efecto que no comprendía y eso le preocupaba un poco. Si la miraba, ella se sonrojaba. Si sonreía, se perdía en sus labios. Si la tocaba, su cuerpo se erizaba. Todas reacciones involuntarias que no podía controlar, y temía que tampoco esconder. Sage tomó una de las brochas sobre el tocador y comenzó a difuminar el corrector bajo sus ojos. Un poco de rubor y máscara de pestañas después y estaba lista. Mantendría un maquillaje sutil y limpio, como solía hacerlo, pues no quería dar la impresión de que estaba intentado demasiado. Revisó sus facciones en el espejo frente a ella y, satisfecha con los rasgos resaltados, se dedicó una coqueta sonrisa antes de ponerse de pie. Se acercó al colgador que sostenía sus bolsos del día a día y cogió su Polène número dix para luego salir de su closet. Mientras revisaba que toda sus pertenencias estuviesen dentro de su bolso, alguien toco su puerta.


—Adelante—dijo y la puerta enseguida se abrió, dejando ver a Florence, una de sus amas de llave.

—Señorita Sage, su padre desea verla en el comedor—le avisó.

—Dile que ahora bajo—le dijo. La mujer asintió y procedió a retirarse.


Sage continuó revisando el interior de su bolso mientras caminaba hacia el estante con los libros que actualmente estaba leyendo, y algunos que aún no comenzaba. No sabía a qué hora llegaría Harry y no encontraba el bolso donde guardaba la libreta con su número, así que pensó en llevar algo que la entretuviese hasta que él llegase. A Little Life de Hanya Yanagihara fue el libro elegido. Un poco trágico, pero llevaba meses posponiendo leerlo. Además, dudaba que las primeras veinte páginas fueran a hacerla llorar. Guardó el libro dentro de su bolso y entonces se dispuso a bajar.


—Hola papa—dijo cuando ingresó al comedor. Su padre estaba de pie cerca a la mesa mirando su móvil—¿Querías verme? —le preguntó.

—Cielo, ahí estás...—dijo cuando la vio. Guardó su móvil y abrió los brazos mientras se acercaba a ella para depositar un beso sobre su frente—Sí, tengo una sorpresa para ti—le dijo y acarició una de sus mejillas. La castaña sonrió con él ceño fruncido y lo miro interrogante.

—¿Una sorpresa? —repitió. Su padre asintió y llevó la vista por sobre su hombro.

—Hola Sage—escuchó a sus espaldas.


La castaña se congeló en su lugar al oír aquella voz, bastante familiar para ella, y luego se dio vuelta para verlo junto al umbral del comedor.


—Cameron...—dijo al cabo de unos segundos. Su rostro expresaba cualquier cosa menos entusiasmo. El muchacho se acercó despacio hacia ella—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó cuando lo tuvo cerca.

—¿No te alegra verme? —le preguntó divertido mientras la envolvía en un abrazo. Parecía que la joven había visto un fantasma.


Sage se tardó unos segundos en contestar.


—Claro que sí—dijo al darse cuenta de que su padre y él la miraban fijamente—Pero pensé que volvías en dos semanas—aclaró, tratando de simular emoción de verlo mientras le devolvía el abrazo.

—Decidí tomarme unos días para venir a verte—le dijo. Se alejó un poco para verla a los ojos.

—Y que bueno que lo hizo porque tengo una reserva esta noche en Casa Cruz—su padre interrumpió. Sage volteó a verlo.

—Pensé que iríamos ahí la próxima semana para celebrar tu aniversario con mamá—respondió Sage, mostrándose desconcertada.

—Sí, pero cuando Cameron me dijo que su padre y él estarían en la ciudad, decidí adelantar la celebración para que pudiesen acompañarnos—le informó y colocó una mano sobre el hombro de su hija.

—¿Qué hay de Noah? —volvió a preguntar. Su hermano se encontraba en Los Hamptons.

—Haremos algo cuando vuelva—contestó con simpleza.


Sage permaneció en silencio. Iba quedándose sin razones para objetar.


—¿Tu padre viene también? —ahora se dirigió hacer Cameron.

—Sí, él nos verá allá—le dijo él.

—Será mejor que nos vayamos, tengo un auto esperando por nosotros—su padre avisó. Tomó el saco que yacía sobre el respaldar de una de las sillas, dispuesto a salir en busca de su esposa.


Sage abrió los ojos con preocupación. Debía encontrarse con Harry en el bar de Soho dentro de una hora, pero claramente no llegaría. Su padre empezó a caminar hacia el vestíbulo, y Cameron lo siguió.


—Debería cambiarme—dijo de repente. Ambos detuvieron su andar y voltearon a verla.

—No hay tiempo para ello, además luces perfecta, cielo—su padre le aseguró con un guiño para despreocuparla. Él y Cameron se voltearon nuevamente para continuar su camino.

—Al menos los zapatos...—Sage insistió. Ambos se detuvieron otra vez. La miraron con confusión, pero antes de que alguno pudiese objetar o cuestionar su extraño comportamiento, Sage se dirigió hacia las escaleras—¡Ahora vuelo!—les avisó cuando paso junto a ellos, con paso apresurado.


La castaña corrió hacia su habitación y cuando llegó, cerró la puerta a sus espaldas. Apoyada contra la misma, escaneó su habitación en busca del bolso blanco que contenía la pequeña libreta con el número de Harry. Con prisa se acercó a su escritorio y revisó bajo este. Nada. Se acercó a su cama y removió algunos cojines. Nada. Volteó hacia la puerta de su closet y corrió hacia este. Abrió varios cajones a la vez, removiendo lo que había dentro, lamentando todo el trabajo que le daría a Florence, pero necesitaba encontrar aquel jodido bolso. Abrió otro cajón más. Nada. Se llevó las manos hacia la cintura mientras miraba alrededor. Arrimó algunos colgadores con la esperanza de que el bolso estuviese escondido en algún rincón y rebuscó entre la ropa.


—¿Sage? —la voz proveniente de su habitación la sobresaltó. Sage se detuvo y pronto Cameron apareció a la vista. El muchacho escaneó el desastre en su closet y luego posó sus ojos sobre ella.

—Cam—dijo al fin, en un intento por aparentar naturalidad.

—¿Está todo bien? —le preguntó. Su novia respiraba agitadamente.


Sage asintió un poco nerviosa.


—Sí, solo no encontraba los que quería—le dijo y recogió un par de tacones del suelo. Cameron la miró con recelo.

—Vale—dijo al cabo de un momento, cortando el silencio entre ambos—¿Estás lista? —le preguntó.

—Sí, solo necesito aretes—dijo ella.


Se miraron por unos instantes mas y luego ella le dio la espalda. Cuando lo hizo, Sage volvió a escanear su closet. Un último intento por divisar aquel bolso.

Al no encontrarlo en su línea de visión, caminó despacio hacia su tocador y abrió la caja de joyas que descansaba sobre este. Cameron la observaba con atención desde el umbral de la puerta. Sage se quitó los pequeños aretes de oro que llevaba puesta y los cambio por unas argollas Bottega Veneta. Maldijo en su mente y respiró hondo. Luego dio media vuelta para encontrarse con el.


—Lista—le dijo, con una sonrisa forzada y dispuesta a salir de aquel closet. Cuando pasó junto a Cameron, él la detuvo por la cintura.

—Sage—la llamó. La miró a los ojos y ella también lo hizo—Estás perfecta—le dijo.


Cameron miró a su novia con detenimiento y quiso inclinarse hacia ella para besarla. Sage entre abrió los labios, sintiéndose incómoda con su cercanía y se apartó abruptamente.


—Nos esperan abajo—le dijo. Cameron frunció el ceño, evidentemente confundido con su comportamiento pero antes de que pudiese decir algo, ella salió de la habitación. 


***

¡Les dejo un capítulo largo! ¡Espero que lo disfruten! <3

Feliz Navidad, las amo, gracias por leer <3 xoxo


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