Control: un cuerpo, dos almas...

De leisydiaz14

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«¿Cómo deshacerse de un monstruo del que te has enamorado?» *-* "The Bible Killer" pasó a la historia como un... Mais

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De leisydiaz14

"El peor crimen es engañar."

Kurt Cobain

Mis manos tiemblan al tomar el teléfono fijo del salón en el apartamento de Kyan. Le marco al 101 y me llevo el aparato al oído con el corazón en la palma de la mano. Responde al momento.

—Buenas noches, policía nacional. ¿En qué podemos ayudarlo?

Me quedo en silencio. ¿Qué se supone qué voy a decir? Que acabo de descubrir que mi vecino es el asesino serial que tanto buscan y cuando se presenten acá y me pregunten dónde está, les diré que fue un momento a limpiar la escena del crimen que cometió mi segunda personalidad.

No puedo hundirlo a él, sin hundirme a mí en el proceso...

Cuelgo la llamada. Reviso si mi teléfono está entre mi ropa sucia, pero no lo hallo. Me llevo las manos a la cabeza frustrada. Necesito salir de aquí. Corro hacia la puerta y me encamino al elevador. Presiono el botón y espero impaciente. Cuando las puertas se abren de par en par, me sobresalto al ver a la persona dentro.

—Lo siento. —exclamo cuando la señora dentro suelta un grito por mi reacción. No esperaba que hubiera nadie más.

Me adentro en el cubículo y siento su mirada recelosa sobre mí. Es la misma anciana que me preguntó por mi relación con Kyan la primera vez que vine aquí, mientras lo perseguía. Como han cambiado las cosas... Ahora estoy huyendo de él.

—¿Te encuentras bien? —me pregunta y yo asiento sin mirarla. Mantengo mis ojos fijos en los números del elevador, esperando que lleguen a la planta baja.— ¿Segura? Estás sudando.

—Estoy bien. —aclaro con una sonrisa rápida.

Cuando siento el aire nocturno en mi rostro, corro hacia mi apartamento. Sé que cuando Kyan se dé cuenta de que me marché, ese será el primer lugar que busque. Pero solo pienso buscar mi teléfono y algo de dinero para... no tengo idea, solo necesito huir en lo que pienso qué voy a hacer.

Siento mi corazón en la garganta con cada paso que doy. Mi cabello se mueve de un lado a otro y el sudor hace que unos mechones se me peguen en el rostro mientras intento esquivar los autos. Se me empaña la vista recordando todo lo que me ha pasado hoy: descubrí que mi padre asesinó a mi hermana, que creé una personalidad asesina en mi cabeza debido al trauma y que mi vecino, el hombre al que le había abierto mi corazón, quería matarme.

Las palabras de Alexa llegan a mi mente de repente: "Hoy nos dieron una charla sobre un supuesto asesino que anda suelto, que me puso los pelos de punta." "Dicen que secuestra a chicas rubias y que sus cuerpo nunca aparecen."

Disminuyo la velocidad cerca del umbral de la puerta de mi edificio, solo para enredar un mechón de cabello rubio en mis dedos y colocarlo en mi campo de visión.

—¿Cómo he sido tan estúpida?

Subo las escaleras de dos en dos. Al llegar a mi piso, veo a una mujer parada frente a la puerta de mi apartamento. Es alta y su cabello castaño se encuentra recogido en una coleta que le llega hasta la espalda baja. Tiene una figura estilizada, su cuerpo parece un reloj de arena.

—Hola. —exclamo. La mujer se gira y el azul grisáceo de sus ojos se me hace malditamente conocido.

—Hola. ¿Vives aquí? —pregunta con una sonrisa.

Asiento.

—¿Eres Leah Blake? —frunzo el ceño.

—Sí. —respondo con cautela.

—¡Genial! —de pronto la chica me envuelve en sus brazos y el olor dulce de su perfume me empalaga. Se aleja un poco de mí para mirarme a los ojos.— Eres preciosa.

—Ehh... ¿Gracias?

—Sabía que la espera de mi hermano valdría la pena. —exclama. Sus ojos brillan.

—¿Hermano? —inquiero.

—Ay, lo siento, no me he presentado. —la chica extiende su mano hacia mí— Me llamo Nikolina O'Dherty y soy la hermana de Kyan.

Mis ojos se abren de par en par. La chica frunce el entrecejo al ver que no tomo su mano.

—¿Sucede algo?

La chica es hermosa, sus facciones y sus ojos son idénticos a los de Kyan. ¿Cómo no me fijé antes? Claro que son hermanos.

La puerta de mi apartamento se abre, tomándonos a ambas por sorpresa. Alexa aparece con un pote de Nuttela en las manos. Nos recorre con la mirada algo incómoda.

—Escuché sonidos afuera y... —trata de explicarse.

—Hola. —Nikolina le extiende la mano y Alexa la toma— Soy Nikolina, hermana de vuestro vecino Kyan. No sé si lo conoces.

—Cómo para no conocerlo... —ironiza mi amiga en un murmura que le saca una sonrisa a la mujer.

—¡Alexa! —la reprendo.

—No seas tímida. —comenta la mujer en mi dirección e introduce una de sus manos al bolso— Mi hermano me ha hablado de ti. No diría que mucho, pero siendo Kyan que nunca habla de nadie, ya es mucho decir. —ignoro el latir de mi corazón. Ese hombre es una asesino, detente ya.— Así que vine a invitarte a mi boda. —y me tiende la invitación.

La agarro, algo indecisa. Ahora se gira hacia mi amiga.

—Qué bueno que siempre traigo una extra en el bolso. —saca otra y se la da a Alexa— Puedes venir también con Leah. Seguro que se sentirá menos incómoda contigo allí.

—Gracias. —responde Alexa por ambas, ya que parece que yo no puedo hacer más que quedarme en silencio como una estúpida.

—Puede que conozcan a mi prometido. —exclama y sus ojos brillan cuando habla del hombre con el que se va a casar.— Es profesor en vuestra universidad. Creo que le da clases a Leah, sino me equivoco.

Formo una sonrisa rápida en mis labios. No me importa quién sea su prometido, solo necesito que se vaya lo antes posible. De todas formas, no voy a ir a esa estúpida boda. ¿Ella sabrá que su hermano es un asesino? Me imagino la expresión que tendrá en su rostro al enterarse, es algo que he vivido en carne propia y no se lo recomiendo a nadie.

—Imposible... —la voz de Alexa, me lleva a posar la mirada en ella. Se encuentra observando la invitación mientras su pecho sube y baja con más frecuencia de lo normal.

—¿Qué sucede? —pregunta la mujer con el ceño fruncido.

Los ojos de mi amiga se empañan y sé que algo está mal. Rápidamente abro la invitación. Es blanca y los detalles son dorados. Está muy bien conformada. No encuentro nada raro hasta que leo el nombre del prometido: Zack Peterson.

—¿Tú prometido es el profesor Peterson? —cuestiono, dejando las formalidades a un lado.

—Sí. —afirma y se esconde un mechón de cabello detrás de la oreja.

Alexa niega con la cabeza conteniendo las lágrimas que amenazan con salir. Sus manos tiemblan mientras sostiene la invitación con una de ellas y el pote de Nuttela con la otra. La sonrisa de Nikolina se esfuma al ver el estado en que se encuentra mi amiga.

—¿Hay algo mal?

Le quito la invitación a mi amiga y le regreso ambas a la mujer.

—Lo siento, pero no podremos ir a esa boda. —declaro, colocándola en sus manos.

—Pero, ¿por qué? —la mujer nos mira con el ceño fruncido y los labios entreabiertos.

—Pregúntale a tu prometido. —inquiero y me acerco a mi amiga, sosteniéndola por los hombros— Debería marcharse.

Nikolina se queda sin palabras mientras conduzco a Alexa conmigo dentro del apartamento y cierro la puerta tras de mí, dejando a la mujer del otro lado.

—Está comprometido... —murmura mi amiga, dejándose caer en el sofá luego de haber soltado el pomo de Nuttela en la mesita frente a nosotras.

Cuando me enteré de la relación entre Alexa y mi profesor, me imaginé que las cosas no terminarían bien. La diferencia de edad es un gran problema en este país, y que él sea profesor en la universidad de ella, no hace ningún bien. Pero tenía la esperanza de que ellos pudieran superar las adversidades.

No obstante, nunca esperé esto. ¿El Sr. Peterson comprometido? ¿Y con la hermana de Kyan? ¿Ambos se conocen? Bueno, deben de hacerlo si son cuñados.

—Me mintió... —solloza.

La envuelvo en mis brazos cuando comienza a llorar a todo pulmón. Alexa no se merece que le mientan de esta forma. Ella es un ser de paz, que no le hace daño a nadie. Siempre trata de que todos estemos bien y conformes, aunque sea ella la que tenga que sentirse mal. Ya le he dicho que debe priorizar su felicidad antes que la de los demás, pero ella es así, no la puedo cambiar.

Por eso se me hace un nudo en la garganta, porque sufro con ella. Porque me jode que le sucedan cosas malas a personas que no se lo merecen.

—Tranquila. —mascullo mientras le acaricio la espalda.

—Yo le quería, Leah. —solloza— Como no he querido a nadie en toda mi vida.

La separo un poco de mí y le limpio las lágrimas.

—Él no te merecía.

—Siento como si me estuvieran enterrando vidrios en el corazón. —exclama con la mano en el pecho.— Duele como el demonio.

Alexa deja de llorar luego de unos minutos cuando se queda dormida en mi regazo. Me levanto con cuidado y voy a su habitación en busca de una manta para taparla. La observo, agachada junto a ella. Aún mantiene el ceño fruncido y el rostro empañado. La quito un mechón de cabello del rostro y me acerco para besarle la frente.

Miro el reloj colgado en la pared y me percato de que ha pasado mucho tiempo. Kyan no tardará en llegar a su apartamento, si es que no lo ha hecho ya. Tengo que marcharme.

No encuentro mi móvil por ningún lado por lo que uso el teléfono fijo para buscar ayuda... pero me quedo con los dedos a centímetros de los números.

—¿A quién voy a llamar?

No tengo nadie en quién confiar para una cosa como esta. La única persona en la que confío ciegamente es en mi madre y ella está a kilómetros de distancia. ¿Para qué voy a preocuparla por gusto?

<Llama a Erwan.>

¿Al pelirrojo?

<Él puede ayudarte. Creéme.>

No me sé su número.

<Yo sí.>

Ligeramente sorprendida, marco el número que Luana me dicta. Responde al primer tono.

—¿Dónde estás?

—Necesito tu ayuda. —exclamo rápidamente.— Estoy en mi apartamento. Ando metida en problemas. Tengo mucho miedo.

—Habla con calma. —inquiere— ¿Qué pasó?

—Eso no es lo importante. Ven a buscarme, por favor.

Silencio.

—Estaré allí en diez minutos —y me cuelga.

—¿Qué demonios? —dejo el teléfono en su lugar y me apresuro a meter en una mochila, todo lo que vaya a necesitar para sobrevivir.

Ya tengo pensado lo que voy a hacer.

Pasaré lo que queda de la noche en casa de Erwan y ya mañana temprano me pondré en contacto con una amiga de la preparatoria que vive en Connecticut para que me deje quedarme en su casa por unos días, en lo que busco un hogar propio con mis ahorros y encuentro un trabajo para poder mantenerme. Me dolerá mucho dejar mis estudios, a mi madre y mi vida atrás, pero no tengo otra opción. No quiero morir, ni ir a la cárcel por algo que yo no hice.

Será como comenzar de nuevo por tercera vez. Será difícil, pero no imposible.

—Yo puedo hacerlo. —me animo a mí misma.

Me coloco la mochila en la espalda y me encamino hacia la salida. El sonido del teléfono, me lleva a retroceder en dirección a él con rapidez para tomar la llamada antes de que el ruido despierte a Alexa. Presiono el botón verde, a la par que mi amiga se remueve en el sofá. Cuando deja de moverse, me llevo al aparato al oído y respondo en voz baja.

—Diga.

—¿Leah? —mis músculos se tensan— ¿Qué haces allí?

Miro a través de mi balcón y palidezco. Kyan me observa desde su ventana con el teléfono en una mano y unos binoculares en la otra. Mi cerebro maquina a toda velocidad.

—Vine a... buscar algunas cosas que necesito. —murmuro. Ya debe haber visto la mochila sobre mis hombros.

—¿Por qué tu voz suena tan débil?

—Alexa duerme en al salón. —fuerzo una sonrisa y le señalo al sofá— No quiero que me oiga marcharme.

No puedo ver su expresión y eso me inquieta. Baja los binoculares.

—¿Ya vienes para acá? —pregunta.

—Sí. —mi corazón late a toda velocidad.

—Te estaré esperando. —cuelgo la llamada y me encamino a la puerta, cerrándola cuando estoy afuera y recostándome a ella con el corazón en la mano.

En el descansillo él no puede verme, por lo que expulso todo el aire contenido e intento relajarme. Solo tengo que salir ahí fuera cuando llegue Erwan y subirme al auto sin que me vea. No debe ser tan difícil.

Bajo las escaleras sintiendo una presión en mi pecho nada agradable. Estoy muy nerviosa. Todo se me puede ir al demonio si Kyan me pilla.

En cada piso hay una ventana que siempre se encuentra cerrada. Cuando me mudé, mis vecinos me explicaron que era para evitar el robo y que si la veía abierta en algún momento, debía de avisar a la policía. Un poco exagerado, si me preguntan.

En fin, me detengo en el primer piso y abro la ventana, asomándome por una rendija para tener la calle frente a mi edificio en mi campo de visión. Muevo mi pierna con impaciencia mientras espero que Erwan aparezca en alguno de los tantos autos que estoy segura que tiene.

Gracias a dios, no pasan ni cinco minutos cuando un deportivo rojo se estaciona junto a la acerca. Erwan se baja del auto y alza la cabeza hacia mi balcón, esperando verme.

No pierdo más el tiempo y me encamino escaleras abajo con rapidez. Nuestras miradas se encuentran cuando salgo de mi edificio. Su sonrisa se ensancha y mi corazón se acelera. Por un momento, me olvido de la situación en la que me encuentro y corro a abrazarlo.

—Ya está todo bien. —murmura él mientras me deshago en lágrimas sobre su pecho. Su aroma me genera cierta tranquilidad, su tacto se siente como estar en casa y su voz es como música para mis oídos.

—Gracias por venir tan rápido. —mascullo.

—No es momento para presumir... pero deberías ver cuantos semáforos en rojo me salté para llegar hasta aquí.

Me río sin ganas. Sus comisuras también se elevan.

—Eres un idiota. —lo golpeo suavemente en el pecho.

—Un idiota que te gusta.

Siento mis mejillas calentarse, pero lo ignoro y me alejo un poco de él.

—Creo que deberíamos irnos.

—¿Qué fue lo que te pasó? —pregunta.

Apunto de responderle, siento una comezón en el cuello como si alguien me estuviera observando y es entonces cuando vuelvo a la realidad. Alzo el rostro y veo a Kyan mirándome desde su ventana con la rabia reflejada en su rostro.

—Sube al auto. —inquiero, alejándome de Erwan y caminando hacia la puerta del asiento del copiloto.

—¿Qué?

—¡Súbete al auto, por favor! —exclamo, apartando la mirada de Kyan y fulminando al pelirrojo con la mirada.

Erwan frunce el ceño, pero me hace caso y se monta en el auto. Kyan niega con la cabeza cuando abro la puerta e introduzco una pierna con la mirada puesta en él. Casi que escucho su voz en mi cabeza diciéndome: "No lo hagas" Las imágenes de todas las chicas muertas en su pared, aparecen frente a mí como diapositivas.

Es un asesino. No puedo entregarlo a la policía, sin destruir mi vida. Por eso lo mejor es huir de él y, cuando lo tenga a kilómetros de distancia, alertar a las autoridades.

Y con ese pensamiento en mente, me subo al auto con el pelirrojo, dejando atrás al monstruo en su solitario apartamento.

✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘

¡Holiss!

Aquí estamos de nuevo en otro #MartesDeControl. No sé si os lo había dicho, pero estamos en la fase FINAL de esta historia. Os va a petar el cerebro con todo lo que se viene 7v7

Opiniones del capítulo por aquí y necesito vuestras teorías.

Os amo.

XOXO Killer Lady

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