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De JJ_MONSTAX_514

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▸ 𖥻 no + min = ♡ ˑ 𖦹 ⊹ ᨘ໑ ¡ además de ser un joven indepentiente, rebelde y decidido, jaemin es un draki, u... Mais

➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟖 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟏 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟐 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟑 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟒 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟓 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟔 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟖 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟗 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟎 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟏 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟐 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟑 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟒 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟓 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟔 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟕 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟖 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟗 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟎 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟏 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟐 ᘒ ꒦ 🜸
➶ ໑ 𝐆𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐨𝐝𝐨 ᘒ ꒦ 🜸

➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟕 ᘒ ꒦ 🜸

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De JJ_MONSTAX_514

Al día siguiente mi madre no vuelve a sacar el tema de vender una piedra preciosa, y yo tampoco lo hago. Ya sé que es absurdo, pero siento como si no mencionar el tema la ayudará a olvidar que quiere vender una. Mientras ella y Haechan esperan nuestra pizza en Chubby's, que tiene fama de ser la mejor pizzería de Chaparral, yo voy varios locales más allá a escoger una película para la velada. Preferiblemente una comedia. Cualquier cosa que me distraiga.

En el camino de vuelta, con la película en la mano, estoy cruzando por delante la callejuela que hay justo antes de Chubby's cuando me levantan en volandas y tiran de mí hacia el estrecho espacio, arrastrándome entre dos paredes de cemento idénticas, donde me llega el intenso olor de un contenedor cercano. Me retuerzo, bufando y escupiendo vapor; el fuego me sube por la tráquea. Girando la cabeza, intento enfrentarme a mi agresor y convertirlo en un chisporroteante montón de huesos y cenizas cuando oigo: -¡Para! - Reconozco esa voz ronca al instante y no siento verdadera sorpresa. En lo más hondo de mi mente, sabía que, si alguna vez la manada lograba localizarme, encontrarme... Sería él quien encabezaría el pelotón. Me sacude un poco y me pregunta: -¿Ya has terminado? No pienso darte la vuelta hasta que me prometas que no vas a incinerarme. - Finaliza. -No estoy seguro de poder prometerte eso. - replico con una risa entrecortada.

Al cabo de un largo instante, las grandes manos que me sujetan los hombros se relajan. Me libero tambaleándome y me giro hacia él. -Hola, Jaemin. - Me saluda, como si nuestro encuentro fuera lo más natural del mundo. Mis ojos son más lentos en procesar, en aceptar, lo que ya sé. Me quedo mirándolo. Su inmensidad es un muro amenazador. Mide casi dos metros de estatura, pero lo había olvidado. Había olvidado su tamaño, su presencia absoluta. De algún modo, con el tiempo y la distancia, desde el mundo humano, él había encogido en mi mente. Ahora vuelvo a comprender por qué, después de su padre, es el ónix principal de mi manada. -¿Cómo nos has encontrado, Johnny? - Él ladea la cabeza. Mechones de un negro purpúreo le rozan los hombros. -¿Pensabas que no lo haría? - Responde. -No sé por qué tenías que intentarlo. - Replico. -¿Ah, no? - Contesta. -¿Por qué no podías limitarte a olvidar...? - Me interrumpe. -No puedo hacer eso. - Dice. -Porque te lo dijo tu papito, ¿no? - Digo, pensando en Sehun.

Un negro carbón destella bajo el tono aceitunado de la piel de Johnny; su piel Draki está lista para manifestarse. -No estoy aquí ni por mi padre ni por la manada. - Mientras sus ojos me atraviesan, noto que está diciendo la verdad. Sé lo que está diciendo en realidad. Está aquí por sí mismo. -Noticia de última hora, Johnny. - Replico. -No estoy deseando volver a casa. O por lo menos no de esta manera. - No quiero que él me lleve a rastras. Johnny responde a la típica manera del Draki masculino. Su rostro se tensa en líneas marcadas; se le ensancha la nariz, que desarrolla varios puentes angulosos; su piel parpadea intermitentemente. Piel negra de dragón un momento, carne humana al siguiente. Yo me preparo, doblando los dedos de los pies dentro de los zapatos. De la nariz me brota vapor, como respiración cálida en un día de invierno.

-Tu exhibición de macho no me intimida. - Miento. -Pelearé contigo. - Le advierto. Puede que él sea más fuerte, pero yo no estoy indefenso. Johnny lo sabe, por supuesto. Esa es la razón de que esté aquí. Después de todo, me quiere por lo que puedo hacer. Me examina, pensando. -¿Estás dispuesto a luchar? - Lo desafío. -¿Y tú? - Replica. ¿Estoy listo para incinerarlo con una sola exhalación? Pese a su expresión ceñuda, él es parte de mi pasado, uno de los míos, el legado que mi madre empaquetaría y vendería como ropa de bebé vieja.

Al cabo de un momento, Johnny añade: -No puedes pelear con toda la manada. - Yo arqueo una ceja con una dulzura que no siento. -Oh, ¿vas a meter a la manada en esto? Creía que estabas aquí por tu cuenta. -Replico. -Así es, pero iban a mandar a alguien tras de ti. Yo me ofrecí voluntario, aunque si regreso con las manos vacías, enviarán a otro. Probablemente a Jaehyun. - Yo procuro no estremecerme. Jaehyun, hijo de Joy y primo de Johnny. Él y Johnny nunca se han llevado bien. Ni siquiera se molestan en intentarlo.

-Vuelve a casa conmigo, Jaemin. - Es inevitable. Mis manos se cierran en un puño y las uñas se me clavan en las palmas. -¿Es eso lo que quieres? ¿Que vaya contigo y te odie hasta el resto de mis días porque no me diste elección? - Replico. -Lo superarás... - Dice. -No, no lo haré. - Él parece sorprendido un instante, y luego un poco triste. Entorna los ojos como si estuviera viéndome por primera vez. O, en cualquier caso, una nueva faceta de mí. -Podrías regresar tú. - Sugiero aprovechando la oportunidad. -Darles pistas falsas. Contarles que no has encontrado... - Me interrumpe. -No puedo hacer eso. - Finaliza. -Tú crees que un día me despertaré y pensaré: «Caramba, deseo volver a ser propiedad de la manada, una herramienta que puedan emplear para lo que se les antoje». - Entonces cruzo los brazos y le aseguro: -No volveré.

Johnny se queda mirándome un largo rato. Se me contrae el estómago bajo esa mirada, y durante unos segundos comprendo por completo el efecto que causa sobre tantas chicas. Sobre mi hermano y sobre todas las demás mujeres de la manada. -Muy bien. No puede gustarte estar aquí. - Me espeta él. -No puedes desear quedarte. Tú no has nacido para esta penuria. Da igual lo que digas, lo que pienses ahora: acabarás cansándote del mundo humano. Este calor debe de ser un infierno para tu Draki. Seguro que está abrasándolo. Esperaré. Volveré a comprobar cómo estás dentro de... - Ladea la cabeza como calculando cuánto tiempo resistiré aquí y enseguida anuncia: -Dentro de cinco semanas. - Cinco semanas, vaya. Casi me sorprende que me conceda tanto tiempo. -¡Oh, a mi madre le encantará verte aparecer por casa! - Exclamo. -Probablemente prepare carne asada. - Menciono. -Tu madre no tiene por qué saber que te he encontrado... Ni que estaré cerca. No quiero que vuelvan a huir. - Mi madre escaparía de nuevo. Johnny tiene razón en eso.

Sus ojos me taladran y siento una oleada del antiguo malestar. Y también algo más. Algo que jamás había experimentado con Johnny. Una extraña nostalgia. Me digo a mí mismo que es sólo por mi manada, mi propia especie, lo cual tiene sentido. No se trata de Johnny específicamente, sino de lo que representa. Casi huelo las montañas y las nieblas en él. Tengo que usar toda mi fuerza de voluntad para no acercarme, pegar la nariz a su cálida y fragante piel, e inhalar. -Puedo ser paciente. - Añade. Yo no digo nada. Me limito a sostenerle la mirada; me siento algo mareado al contemplar esos lisos y oscuros estanques, y me reprimo para no acercarme más.

Yo jamás habría descrito a Johnny como paciente. Es la clase de persona que toma lo que quiere sin pedirlo porque es su derecho de nacimiento. Como cualquier otro Draki macho, se supone que debo caer a sus pies en extasiada subyugación. ¿Qué puede haberlo cambiado? Me pongo una mano en la cadera y replico: -¿Paciente? ¿Tú? ¿En serio? - Él suspira y se acerca un paso más. Yo reacciono retrocediendo hasta que no puedo alejarme más, con la dura pared de la callejuela contra mi espalda. -No voy a negar que espero que haya algo más entre nosotros, Jaemin. Algo real y duradero. - Debe de ver algo en mi cara, porque se apresura a subrayar: -Lo espero. No voy a forzarlo. - Lo interrumpo. -¿Y si yo no lo deseo? ¿Nunca? - Él aprieta los labios hasta reducirlos a una firme línea, como si estuviese saboreando esto en la boca. Y como si no le gustara.

-Entonces respetaría tus deseos. - Escupe las palabras, como si le doliera quedárselas dentro. Su expresión de repugnancia es casi cómica. La idea de que yo no me una jamás a él, de que no me empareje con él para producir un montón de pequeños lanzallamas, no le sienta bien. Tanto si lo ve como si no, ya contempla las cosas como un alfa. El rey de la manada, cuidando del futuro de nuestra raza, a costa de quien sea. Ha asegurado que estaba aquí por voluntad propia, pero no se da cuenta de que la manada es parte de él. Le resulta imposible separar las necesidades y los deseos de la manada de los suyos propios. Ahí reside el peligro.

-Necesito tu palabra. - Digo. -Que me lo prometas. No intervendrás mientras yo esté aquí, no me obligarás a regresar. - Si me lo dice, lo creeré. Johnny puede ser muchas cosas, pero jamás ha sido un mentiroso. Sus ojos se clavan en los míos y afirma: -Te lo prometo. - Finaliza. -De acuerdo - Acepto por fin, pasando ante él. -Confiaré en ti. - Hay algo en sus ojos, en su rostro, que hace que lo crea. Y, en realidad, ¿cuántas opciones tengo? -Deberías. - Murmura Johnny. -Siempre puedes confiar en mí.

Al emerger de la callejuela, veo que Haechan y mi madre están saliendo de Chubby's. Lanzo una rápida mirada por encima del hombro y descubro que Johnny ha desaparecido. Una brisa repentina me impulsa a mirar hacia arriba, a las oscuras sombras del aire, que se retuercen en lo alto, que se desvanecen en la negra noche tan deprisa como bruma que se evapora. Solo persiste su voz, susurrando a través de mí: «Siempre puedes confiar en mí». Espero que tenga razón.

Me sobresalto cuando un timbre inesperado suena al poco de comenzar la quinta hora. Confundido, miro a mi alrededor mientras todos mis compañeros abandonan sus pupitres, dejando atrás sus pertenencias. -¿Qué pasa? - Le pregunto a la chica de al lado. -¿Dónde has estado? - Replica ella poniendo los ojos en blanco. -¿No has oído los anuncios? ¿Hoy? ¿Toda la semana? - Niego con la cabeza. Sé que, todas las mañanas, la voz del director truena por los altavoces con noticias del instituto, pero ni siquiera ahora, después de llevar un montón de días aquí metido, es algo a lo que preste demasiada atención. «Aquí metido». Pienso como un prisionero, un interno que va contando los días de su condena.

Me invade el recuerdo de Johnny. Apenas he dormido con su imagen, tal como la vi, en aquella callejuela. Resulta tentador saber que puede estar cerca, próximo, listo para llevarme a casa si todo se volviera demasiado duro, más de lo que pueda soportar. Sienta bien tener un plan de huida. -Hay una concentración para animar a nuestros deportistas. - Me explica la chica. -Ah. - Bajo la mirada a mi pupitre, preguntándome si podría quedarme en el aula, y ella puntualiza: -La asistencia es obligatoria. - Ah. - Repito. -Un poquito de espíritu escolar no te haría daño. - Comenta, lanzándome una mirada de disgusto. -Nuestro equipo de béisbol se ha clasificado para las eliminatorias. - Asiento, como si lo supiera, como si me importara, pero ya estoy calculando lo que me espera.

Estoy preparándome para la concentración. Ojalá sea en el exterior. Me estremezco ante la idea de quedarme encerrada entre cuatro paredes, apretujada en un recinto con más de seiscientos estudiantes. Eso no puede ocurrir. No podría aguantarlo. Ya ha sido bastante mala la clase de Educación Física en el gimnasio con sesenta alumnos.

Me pongo de pie y sigo a los estudiantes, que salen a los pasillos. Nada sale nunca a mi gusto. Eso pienso mientras el instituto al completo desciende a un gimnasio diseñado para el conjunto estudiantil de hace setenta años, que era bastante más reducido. El profundo retumbar de un tambor vibra a lo largo del viejo suelo de madera y me sube por las piernas hasta el centro del pecho, donde produce una desagradable reverberación. Al franquear las puertas dobles, siento un vacío en el estómago, que se contrae ante la visión de un montón de adolescentes enfervorizados que abarrotan las gradas. La banda está reunida en el extremo más alejado del gimnasio. Sus miembros llevan uniforme rojo oscuro con cuello de aspecto rígido. Tocan sus instrumentos balanceándose, como si disfrutarán con ello, pero sus rostros hinchados y enrojecidos, relucientes y sudorosos, dicen algo bien distinto.

Por la columna vertebral me baja un reguero de sudor. Aquí dentro hace más calor que en el exterior. Mis poros se dilatan al máximo, buscando ansiosos aire más fresco, niebla, condensación, pero solo encuentran el empalagoso olor de demasiados cuerpos humanos apretujados. Los estudiantes me empujan al pasar. -Muévete de una vez. - Me gruñe una chica dándome un empellón. Soy engullido por un mar de cuerpos que avanzan hacia delante, más hacia dentro de lo que deseo estar. Tenso, me vuelvo, buscando a mis espaldas la puerta o algo o alguien, quien sea, a quien agarrarme en esta sudorosa presión de seres humanos. Haechan. Ryujin o Lucas. Incluso Hendery me serviría. Alguien que me distrajera y me ayudase a soportar esto. Pero Jeno no. Eso lo tengo claro. Él no es una buena distracción.

Levanto la cabeza, intento tragar aire limpio. Imposible. El ambiente del gimnasio está viciado y apesta a transpiración y poros inmundos. Respiro más hondo, llevando aire a mis encogidos pulmones. Capto un leve olor a sangre impregnada en el suelo de madera y siento náuseas, flojedad. Recuerdo las palabras de Johnny: «No puede gustarte estar aquí. No puedes desear quedarte. Tú no has nacido para esta penuria». Mis piernas, pese a estar entumecidas, se mueven y tomo asiento diciéndome a mí mismo que las concentraciones no pueden durar demasiado tiempo. Me encajo en el primer hueco que veo, tan abajo como puedo en las gradas. Las animadoras entretienen a la multitud, sacudiendo sus pompones y lanzando sus cuerpos al aire. Yeeun está ahí. Sus labios se curvan al máximo mientras grita al público.

Y en los asientos delanteros, justo en el centro, lo más cerca posible para no perderse la acción, está sentado Haechan con una expresión de deleite en la cara. -¡Eh! - Exclama una chica con aparato en los dientes, dándome un codazo. -¿Eres júnior? - Me quedo mirándola, prestando atención al amenazante chasquido de sus dientes mientras escupe esas palabras. Unas palabras que parezco incapaz de asimilar. Me siento sobrepasado. Los tambores de la banda redoblan como puñetazos en el interior de mi cabeza, decididos a reventarme el cráneo desde dentro. Me estremezco, y doy un salto cuando todos empiezan a chillar y gritar, a un volumen todavía mayor que la estruendosa banda.

Aturdido, miro a mi alrededor. Por unas puertas dobles, una docena de chicos entran corriendo en la cancha, vestidos con camisetas blancas de béisbol. La multitud enloquece, se agita como un mar embravecido. La voz del director, a través del micrófono, se eleva de pronto por encima del ruido: es un sonido extraño e incorpóreo, como Dios hablando a las masas desde lo alto.

Al notar un violento tirón en la manga, miro al lado. Es esa chica de nuevo. Aparato Baboso. -Eh, este es el sector de los juniors. - Oigo sus palabras, pero no penetran en mi cerebro. No logro entenderla. -¿Qué eres? ¿Un pez? Soy de segundo. - Contesto. Ella se inclina más hacia mí, acerca su cara a la mía, y habla en voz alta y lenta, como si yo estuviese disminuida mentalmente. -Tú... Siéntate... Allí. - Clava un dedo en el aire, apuntando por encima de mi hombro. Dos chicas que hay a su lado se ríen. Intercambian miradas de aprobación. Crecido, Aparato Baboso me da un empujón en un hombro. -Lárgate. Sal de aquí. - Sintiéndome abatido, me dispongo a irme.

No me siento así por Aparato Baboso en concreto, sino por todo esto. Porque estoy aquí. Porque lo he perdido todo. El cielo, mi manada... Mi vida. Porque a mi madre no le importa lo que está haciéndome. Porque Haechan es muy feliz. Porque Jeno, él único que me devuelve a mí mismo, que alivia el acuciante dolor, es alguien con quien no puedo estar.

Me pongo de pie. A varias filas por encima del suelo del gimnasio, mi mundo empieza a dar vueltas. El calor seco, los olores repugnantes, el ruido hiriente, la tremenda opresión de la gente por todos lados... Todo esto es demasiado. Demasiado. Alguien me chilla que me siente. Otros lo imitan. Hago una mueca. Me estremezco. Siento cómo la sangre abandona mi cara, siento que se escurre como agua por colador. Entre el clamor, reconozco la voz de Aparato Baboso: -¿Es que va a vomitar? ¡Qué asco! - ¿Vomitar? Ojalá mi malestar fuera así de simple. Ojalá no estuviera muriéndome. Mi visión se vuelve borrosa. Apenas puedo mantenerme erguido. Levanto un pie, intento bajar un escalón. Veo mi futuro. Estoy a punto de comerme la madera del suelo. O de aterrizar sobre alguien. Lo sé. Me siento caer, deslizándome en un gris cada vez más profundo. El aire se vuelve viento contra mi cara. Y luego nada. Todo se detiene.

Una mano se cierra alrededor de mi brazo y tira de mí hacia atrás. Me atrapa. El gris retrocede. La luz inunda mi visión y, con ella, veo un rostro. Jeno. Se inclina sobre mí; su cara es atenta y crudamente hermosa. Sus ojos avellana centellean, desbocados con una emoción que no logro identificar. Masculla algo para el cuello de su camisa y luego aprieta los dientes, sin decir nada más. Su mano baja hasta la mía deslizándose por mi brazo. Entrelaza sus dedos con los míos, palma contra palma. Puedo percibir el veloz latido de su corazón a través de ese simple contacto. Esto, el firme pulso en el hueco de su mano, me revive. Su presencia siempre causa ese efecto en mí. Me infunde vida. Ahuyenta al fantasma como niebla que se evapora deprisa.

Se me tensa la piel, invadido de consciencia. Me vibra el pecho. Se ensancha de alivio, gratitud y algo más. La mirada de Jeno se clava en la mía y en ese momento se hace el silencio. Todo queda reducido a un zumbido distante. Estamos solos.

➶ ໑ 𝐇𝐨𝐥𝐚 𝐂𝐡𝐮𝐥𝐱𝐬 ᘒ ꒦ 🜸

↬ Recuerden dejar sus lindos comentarios y su estrellita, gracias por leer bus y nos vemos en próximos capítulos.

↬ APARECIÓ JOHNNY, NO PUEDE SIGNIFICAR NADA BUENO, por el contrario, cada vez atesoro más la relación que se está construyendo en el NoMin, espero logren superar los problemas que les vendrán. 2/5

𖧷 ᜊ 𝐉𝐉_𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐀𝐗_𝟓𝟏𝟒 𖥻 .͘ 𝐈.𝐍

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