𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| ©

Από AllfEdwardS

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❝ Dicen que la mejor manera de librarnos de la tentación es caer en ella.❞ LIBRO 1 | SERIE OSCURIDAD Περισσότερα

DADDY
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Final Verdadero | Dificultades

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Από AllfEdwardS

DESEOS DE ACERO

"Y Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida."

-DADDY.

━━━━━━━━※━━━━━━━━


Veinte años atrás...

Skagen, Dinamarca.

Elijah

Derribo de un solo tiro el alce que corre despavorido atravesando el campo de nuestra casa rupestre.

El animal cae muerto después del tiro certero que le clavo en la cabeza. Aparto la escopeta de caza y me apresuro hacia el lugar donde yace tendido y ensangrentado.

Hago lo mismo de siempre, prepararlo y subirlo a la camioneta para así después llevarlo de los prados a la casona.

Para cuando llego y bajo lo que traje llevándolo hacia la parte trasera donde las cocineras se encargan de este, noto que no hay nadie en la casa.

Nadie más que ella.

Invitarla fué la mejor desición.

Me lavo las manos, retirando las salpicaduras de sangre en mis palmas. El sonido de las gruesas botas que llevo puestas con el crujir de la madera la hacen levantar ese angelical rostro que me embelesa como idiota.

Se encuentra leyendo "Amor en tiempos de cólera" mientras toma una taza de té. En la mecedora, descalza y con las mejillas y nariz sonrosadas a causa del gélido aire que denota el cielo ennegrecido.

Me acerco sigilosamente bajo su esplendorosa mirada jadeada. Tomo asiento frente a ella y es entonces que me sonríe cerrando el libro sobre sus piernas.

Sødme... —murmuro en mi idioma natal tomando sus cálidas y delicadas manos. Tiene una manicura con esmalte rosa pálido. Beso el dorso de las mismas pero ella las aparta con miedo.

—Elijah... —me reprime.

—No hay nadie en casa, tranquila. —aparto un mechón de su cobrizo cabello  dejándolo tras su oreja.

Ella asiente en silencio y por un momento me permito apreciar las bellas facciones de su rostro.

Si la palabra "prohibido" no pintara esta gran brecha entre nosotros... la habría hecho mi esposa hace tanto...

Ajá, imbécil, a la cárcel irás a parar.

—Ven... —tiro de su brazo pero ella se muestra reacia al inicio—, sødme... —insisto. Ella se rinde y termina sentada sobre mi regazo, justo como me gusta.

Su brazo rodea mi cuello sobre mis hombros y mis brazos rodean su cintura. Sus dedos acarician mi revoltoso cabello y sus grandes y preciosos ojos me miran atenta. —Te he echado de menos... —confieso.

—Y yo... —susurra plasmando los labios sobre mi sien.

—Me vuelves loco, mujer... —le digo.

—¿Olvidas que soy una bebé todavía? —me río.

—No parecías una bebé la última vez. —se ruboriza—, ¿Quieres que te lo recuerde? —beso su cuello y su cuerpo se estremece—... todas las veces que te he hecho mi mujer... —mis dedos acarician su piel por debajo de su sudadera.

—Elijah... —jadea e intenta detenerme pero tampoco hace mucho por apartarme. Ella lo desea tanto como yo.

Nisiquiera le doy cabida a las réplicas.

Tiene razón, es una bebé.

Una que con apenas dieciséis, casi diecisiete años le ha dado un giro de 360° grados a mi vida.

Estoy por cumplir diecinueve y debo aprovechar cada segundo que me queda con ella.

Papá me enviará dos años exactos a la escuela militar, como mi abuelo lo hizo con él.

Ella no lo sabe y sé que se va a molestar conmigo por habérselo ocultado pero el tema principal no es ese.

No sabré nada de ella durante todo ese tiempo y quiero, deseo, necesito sentir una vez más la prueba de ese amor adorable que desde el inicio me enamoró.

La llevo en poco tiempo hasta mi habitación, cierro de una sola patada la puerta y la dejo delicadamente sobre la cama. Me adueño de los apetitosos, rosados y carnosos labios que posee. Refriego contra su pelvis la erección prominente que amenaza con reventarme la bragueta del pantalón.

Esto me recuerda a nuestra primera vez juntos, íntimamente hablando.

Jamás he sido de los tipos a los que les gusta el sexo vainilla, ni mucho menos suave o delicado... pero con ella...

Con ella todo es diferente...

Me tomo el tiempo necesario para acariciarla, desnudarla y poseerla a mi modo.

Acaricia el la tinta de mis tatuajes atrayendo mi cuello con sus manos y mis labios a su boca.

Me retiro la camiseta y toda la ropa en general subiendo sobre su perfecto cuerpo ahora desnudo ante mis ojos.
Tomo con antelación un preservativo de la mesita que se sitúa a un lado de mi cama... pero ella lo aleja cuando intento romper el pequeño envoltorio.

Acuna de nuevo mis mejillas con sus manos y vuelve a besarme. Atrae mi cadera hacia ella anticipando lo que desea.

Sødme... —me mira agitada—, ¿Segura? —asiente con una radiante y hermosa sonrisa en los labios.

Jeg elsker dig, Elijah. —susurra en danés robandome una de las mejores sonrisas que tengo, solo por ella... a sabiendas que no comprende el idioma.
Le he enseñado, lo básico, pero esto no... y sus palabras más la bella pronunciación, hacen saltar mi corazón.

—Jeg elsker dig, sødme... —abro los húmedos pliegues de mi ninfa con la corona palpitante de mi miembro. Ella jadea aferrada con una mano sobre mi cuello y la otra en mi espalda.

Me pierdo en el vaivén de la inestable respiración y el latir de su desbocado corazón. Hundo el rostro entre su cuello y su cabello, besando la casi traslúcida piel mientras me abro paso en la el delicioso movimiento que me permite deslizarme en su interior, sintiendola por primera vez así... piel con piel.

Un leve y pequeño gemido abandona su garganta sobre mi extenso campo auditivo dandome el incentivo que necesito para llegar hasta el fondo. El estrecho, húmedo y cálido canal me recibe sin prescindir.

Embestidas, arremetidas con gemidos que quedan sueltos al aire. Calor que embriaga, hacerle el amor y el no saber si volveremos a estar juntos de esta manera, frustra.

Besos, lametones, sus uñas arañando mi espalda. Aumento los movimientos cambiando de posición. Ella sobre mi con los brazos sobre mis hombros, tomando los laterales de mi cabeza, me apoyo con un brazo extendido hacia atrás sobre la cama y con el otro marco el ritmo apretujando sus respingados  glúteos.

Nuestros labios parecen imanes que se niegan a separarse. Sus gemidos quedan atrapados en mi boca y viceversa.

La forma en la que mueve las caderas como toda una profesional, me tiene en el limbo, rondando por las calles de la locura.

La sangre se acumula poco a poco en mi miembro, lo siento palpitar y en como las venas resaltadas del falo parecen raíces. Llego hasta el fondo apartando un momento mi rostro. Chupo con vehemencia los apetitosos pechos que saltan frente mis ojos. Son dos esponjosos manjares grandes con una estilizada forma de gota que me ponen a mirar estrellas. Ella toma mi barbilla con una mano y con la otra enreda los dedos entre las hebras de mi cabello. Tiro del pezón erecto que me encuentro saboreando hasta soltarlo y mirarla como ella quiere.

—Estoy tan... —jadea pero la oración queda a medias pues me sonríe y pega su frente con la mía—... tan enamorada de ti que no me importa nada. Quiero hacerlo Elijah... —me dice— Que se joda... —argumenta refiriendose a esa persona—, hagámoslo...

La miro por un par de segundos.

Que más quisiera yo que tomar nuestras cosas y huir lejos de toda esta mierda con ella.

Solos.

Le hice aquella propuesta hace un par de meses e insistí tanto que llegó un punto donde no quise abrumarla y dejé de hacerlo pero sabía que la propuesta seguía en pié. Ella me repitió tantas veces que lo pensaría y por el mismo motivo que nos mantiene absortos en la clandestinidad, nunca me dió una respuesta concisa.

Sabía que todo se iría al carajo si lo hacíamos.

Y después Efraín habló conmigo sobre sus "negocios".

Negocios internos.

Por derecho, las empresas Ballard me necesitan como el sucesor.

Pero sabía que mi padre me necesitaba en otras cosas y para ser sincero, la idea de quedarme un una oficina todo el día no de todo mi agrado. Es por eso que papá decidió crear una "colaboración" dejando la mitad de todo en manos de mi hermano.

Le gusta todo lo que tenga que ver en administración, es lo que estudiará en la universidad y es de nuestra confianza. De todas formas, estaré involucrado en sus negocios aunque no del todo.

Me gusta la acción.

Así mismo, me vi en la obligación de aceptar esos dos años de preparación en la milicia después de una botella de Ron con mi padre mientras me revelaba sus más grandes secretos.

Aparto los mechones de cabello que le cubren el rostro y los coloco detrás de su oreja. Me mira espectante por unos segundos, mismos en los que me doy cuenta que ha llegado el momento de decírselo.

—Sabes que nada me gustaría más que eso, bonita —me incorporo sentandome correctamente con sus piernas aún rodeandome— pero... —me preparo cuando instantáneamente su sonrisa desaparece.

—¿Pero? —me considero una persona directa, alguien que no se anda con rodeos a la hora de decir las cosas y decirlas de frente... pero sé que actuar así con ella la lastimará y sinceramente, mi intención nunca ha sido dañarla.

Jamás. —Elijah —levanta mi rostro una vez más.

—No podrá ser... —frunce el ceño—, al menos no por ahora. —continúo— Que más quisiera yo que alejarnos de todo esto pero... —suspiro—, aún eres menor de edad, sabes que al irte conmigo ponemos en riesgo demasiadas cosas...

—Sí y no me importa... —me dice—, creí que a ti tampoco... —el tinte de decepción en su voz me quiebra por dentro.

—No me importa... —aseguro—, pero no es eso... solo... no puedo... —me trago las ganas que tengo de mandar todo a la mierda y aceptar. Pero las palabras de papá siguen presentes.

Tengo que dejarla, dejar de aferrarme a todo lo que me ate sentimentalmente. —Me iré. —suelto.

—¿Qué? —se aleja solo un poco, no tanto pero si lo suficiente como para que su calor me haga falta.
No respondo, intento aplazar el inevitable momento pero eso parece enfurecerla.

—Me iré —repito—, El general Mark Carleton-Smith tiene un lugar asignado para mi en la base militar de Londres.

Ella sonríe pero lo hace sin una sola gota de gracia.

—Es chiste... no? —no respondo—, ¿Es un chiste?

—No lo es amor... —intento acariciar su mejilla pero ella se aleja.

—¿Desde cuándo lo sabías? —mira hacia otro punto en la habitación.

—Dos semanas. —me sincero.

—Dos semanas. —repite— ¿Y cuándo te irás?

—El sábado.

—Y no lo mencionaste ni una vez...

—No podía decir que no, estaba fuera de mis manos decir que no.

—Al menos pudiste decirlo antes... —me mira con los ojos llenos de lágrimas—, te irás en dos días...

—No encontré el momento adecuado para hacerlo, perdóname... —pido intentando acercarme pero ella lo vuelve a impedir bajándose de encima. Se pone de pié buscando nuevamente su ropa— Amor, por favor...

—No —comienza a vestirse—, que no encontraste el momento adecuado y, ¿Creiste que decirlo dos días antes de irte, lo sería? —se coloca de nuevo la sudadera y sigue con las bragas y los jeans—, Vamos, nisiquiera ibas a decírmelo si yo antes no te daba la respuesta que tanto me pediste. —para este momento nisiquiera nota el momento en el que comienza a derramar sus lágrimas.

Comienzo a vestirme también poniéndome de vuelta el bóxer y los vaqueros mientras peleamos.

—¡Iba a decírtelo, créeme, no es fácil para mí tampoco!

—¡¿Y qué con nosotros?! —recrimina—, ¿Lo ibas a dejar así? —niego— ¡Todas las promesas que me hiciste, los planes Elijah! —su voz se quiebra a media oración— ¡¿Porqué eres tan egoísta?!

—¡No, yo no soy el malo aquí! —la frustración me cabrea—, ¡No te lo dije antes porque sabia que reaccionarías de esta forma! —levanto la voz— ¡Dices que soy egoísta, no es egoísmo querer tomar un rumbo diferente. Tu eres egoísta, las veces que te he pedido que lo dejes... y nisiquiera lo alejas. —suelto—Se supone que lo hago por nosotros y no te lo dije porque quería protegerte.

—No puedo hacer eso.

—¿Lo ves? —le recrimino—, y de aquí toda esta mierda. Es por tu maldita debilidad, tu cobardía... nadie te obliga a estar con él, y tampoco conmigo. —sigo—siempre has sido así, me culpas a mi... pero no puedes ni quieres ver que eres igual de egoísta que yo. La diferencia aquí es que yo si lo reconozco, la diferencia es que yo si quiero que estemos juntos... No me conformo con esto y lamento tener que decirlo así, pero es cierto. Lo nuestro siempre va a ser esporádico si no dejas de un lado la cobardía y te plantas de una puta vez. Lo nuestro no igual a la relación de mierda que tienes con... —el ardor en mi mejilla llega antes. Me ha volteado el rostro de una bofetada.

Caigo en cuenta de la forma en la que le hablé, en los ojos llenos de lágrimas, ira y decepción.

—¿Sabes? —estas resbalan sobre sus mejillas— sí, soy una cobarde, si, no tengo los cojones suficientes para terminar con él, soy todo lo que mencionaste, no soy lo que necesitas en tu vida y lo siento. Lo siento si esto no fué lo suficientemente complejo para ti, porque tampoco lo fué para mi. —me dice— Puedes largarte entonces a donde quieras, haz lo que se te dé la gana... —se arranca la pequeña cadenita de oro que colgaba de su cuello y me la avienta, el dije impacta contra mi pecho—... pero a mi no me vuelvas a buscar —se encamina hacia la puerta— Ya me cansé de ser tu puta personal. —sale de la habitación dando un portazo.

Mi respiración se vuelve inestable.

Camino descalzo de un lado a otro y no encuentro soluciones.

Correr tras ella, quedarme... irme...

Preso de la furia, pateo lo que se me ponga enfrente.

El escritorio, el espejo, todo es destruido por mis actos irracionales de ira.

Siempre ha sido así.

"Destruyes todo lo que tocas."

Dijo una vez Maxim... y me la creí.

Jamás, jamás nos había pasado esto.

Terminó conmigo.

Y fué mi culpa.

"Ya me cansé de ser tu puta personal."

Ella no se da cuenta... no sé da cuenta que de todo esto, es mi única prioridad.

"Tú maldita debilidad, tu cobardía..."

¡Eres un imbécil!

Joder.

Recojo el colgante brillante que yace tendido en el suelo, me siento a ma orilla de la cama y los recuerdos llegan a mi de manera inmediata.

Se lo obsequié durante nuestra última "cita".

La llevé a dar un paseo nocturno cerca del lago Tagen .

Leo entre líneas las letras plasmadas detrás del dije de medialuna que cuelga de la cadena.

"Altid din, E."

Me arrepiento.
Me arrepiento de haberla llamado cobarde. Es la persona más importante de mi vida.

Pero era tarde.

Tarde para enmendar las cosas.

Siempre me dejo llevar por mis instintos.

Siempre termino hiriendola, lastimandola... y ella perdonandome.

Ese día sin saberlo, la había perdido... para siempre.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Sødme: Dulzura.

Memorias de Elijah a los 18 años.

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AllfEdwardS.✨

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