Si solo fuera Hope -Hosie 1

بواسطة Unplanetadeunicornio

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1579 Francia e Inglaterra, dos imponentes reinos que siempre estaban al pie de una guerra, llevaban enemistad... المزيد

Libro 1 Capítulo 1
Libro 1 Capítulo 2
Libro 1 Capítulo 3
Libro 1 Capítulo 4
Libro 1 Capítulo 5
Libro 1 Capítulo 6
Libro 1 Capítulo 7
Libro 1 Capítulo 8
Libro 1 Capítulo 9
Libro 1 Capítulo 10
Libro 1 Capítulo 11
Libro 1 Capítulo 12
Libro 1 Capítulo 13
Libro 1 Capítulo 14
Libro 1 Capítulo 15
Libro 1 Capítulo 16
Libro 1 Capítulo 17
Libro 1 Capítulo 18
Libro 1 Capítulo 19
Libro 1 Capítulo 20
Libro 1 Capítulo 21
Libro 1 Capítulo 22
Libro 1 Capítulo 24
Libro 1 Capítulo 25
Libro 1 Capítulo 26
Libro 1 Capítulo 27
Libro 1 Capítulo 28
Libro 1 Capítulo 29
Libro 1 Capítulo 30
Libro 1 Capítulo 31
Libro 1 Capítulo 32
Libro 1 Capítulo 33
Libro 1 Capítulo 34
Libro 1 Capítulo 35
Libro 1 Capítulo 36
Libro 1 Capítulo 37
Libro 1 Capítulo 38
Libro 1 Capítulo 39
Libro 1 Capítulo 40
¡Noticia!

Libro 1 Capítulo 23

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بواسطة Unplanetadeunicornio


Pese a que no lo quisiera lo recuerda con total claridad, se repite una y otra vez en su tan fatigada mente. Vuelve a repasarlo con algo de voluntad, como si estuviera castigándose con ello. No le resulta extraño este maquiavélico mecanismo, su tío Elijah suele castigarse de la misma forma.

Camina sin rumbo por el desolado lugar, los pasillos están congelados y Hope tiene la idea de que nunca había sentido tanto frío antes. Siente que ese mismo frío, propio del invierno y la más traicionera de las noches, cala entre sus huesos hasta sacudirle la médula. No solo siente sino también observa cómo los vellos de su brazo se erizan en alerta o miedo, lleva un vestido que deja al descubierto sus hombros y prominentes clavículas.

No lleva cualquier vestido, lleva el de aquella noche, aquella noche que es incapaz de poder borrar de su memoria.

Cierra los ojos por dos segundo y exhala lentamente por la boca, fallando en su intento de controlar las insistentes náuseas que amenazaban con desestabilizarla sin piedad alguna. Al abrir los ojos sus pupilas deben volver a acostumbrarse a la oscuridad que envolvía a la corte a esas horas de la madrugada, horas donde los suspiros no hacían más que perderse en la tétrica inmensidad del sitio.

No había nadie, nuevamente se encontraba sola.

Vuelve a caminar a un paso sumamente pesado, doblando en el primer pasillo con el propósito de alcanzar la entrada principal del palacio. No sabe la razón de aquello, simplemente lo hace como si su cuerpo actuara por sí solo. En un abrir y cerrar de ojos, de forma bastante difusa, ya había abandonado la estructura y yacía de pie en el césped de uno de los tan arreglados jardines. Siempre se veían fascinantes, llenos de llamativos colores una vez alcanzaba la primavera. Hoy se veía gris, las flores estaban marchitas y a los árboles se le habían caído todas las hojas.

Camina, la luna baña su silueta y la noche parece trágicamente hermosa en anticipación del desastre que se avecina. Camina, su brazo izquierdo quiebra una fina rama cuando de forma sonámbula se adentra al ya conocido bosque de la enorme propiedad de los Saltzman. Sangra pero no le importa, de hecho ya sabía que su brazo iba a sufrir aquel arañazo. Camina y jadea porque sabe lo que va a ocurrir, lo repasó un millón de veces y el resultado jamás había sido distinto.

La espada en su mano se siente pesada, su mano se siente pesada, su cuerpo entero se siente pesado. El arrepentimiento la abruma con rapidez pero ella lo expulsa de su cuerpo a la misma velocidad porque sabe que no puede dejarse caer, no otra vez. Sabe que el curso de la historia depende de ella, que cada paso está fríamente revisado por todo aquel que la rodea. Sabe lo que tiene que hacer, sabe a lo que ha venido.

Camina y cierra sus ojos cuando la hoja de acero en su mano derecha se entierra por la espalda del primer hombre arrodillado ante ella, cada célula de su cuerpo arde debido a la traición jamás vista. Contiene las náuseas y tira su cabeza hacia atrás, llenándose de algo que no reconoce bien en aquel momento.

Se siente como su padre, se siente como su abuelo. Se siente como todo lo que Josie jamás amaría, como todo lo que debería ocultar de esta si aún quería mantenerla a su lado.

El hombre cae sin vida y pronto le sigue otro, sus admirados orbes celestes se asimilan al terror cuando recuerda la pequeña y brillante insignia oculta bajo la oscura solapa de la chaqueta del tercer hombre. La reconocería en cualquier lado, no solo la lleva grabada en el mango de su fiel espada sino también en su corazón como si lo hubieran quemado con la misma. Es la insignia del león, la insignia de su país, y no tarda ni dos segundos en comprender que son sus hombres a los que acababa de asesinar. Son Inglaterra, son su casa.

Se encuentra bañada en sangre espesa, su respiración raspa con agresividad dentro de sus pulmones hasta que es capaz de alcanzar su mirada.

Sus orbes marrones la miran completamente aterrada, en este caso la pelirroja sí tarda en comprender la razón de ese miedo. Hope quiere sonreír para tranquilizarla pero por sus labios solo se asoma una pequeña mueca, fallando en el miserable intento.

La espada vuelve a sentirse pesada y ella aferra sus dedos a esta aún con mayor fervor, sus pies tropezándose entre sí mientras buscaba ponerse de pie para alcanzar a la joven.

- Josette -Pronuncia con cuidado cuando su lengua se siente pastosa dentro de la cavidad, pequeñas manchas negras comenzando a tintinear en su campo de visión- Ven aquí -Ordenó con algo de brusquedad, la palma de su mano descansando en el tronco de un árbol próximo.

Recostó su cuerpo contra la madera con el propósito de que con aquello pudiera recuperarse pronto, sentía que algo cortaba el suministro de aire a la altura de garganta. Sentía que se ahogaba, sentía que moría.

Arrastró la hoja de su espada por la falda de su vestido, limpiando la sangre antes de que esta se secara y fuera peor. Ni siquiera sabe porque hace aquello, lo asocia a otro mecanismo de su tío. Si la espada estaba limpia de sangre entonces todo estaba bien, nada había pasado. En realidad ella nunca había tenido problemas con ello pero la verdad era que ella nunca había asesinado ingleses, tal vez ese era el problema en este maldito instante. Había matado a su propia gente, todo por...

- ¿Hope? -El labio de la chica tembló, las lágrimas se arremolinaron en sus orbes oscuros tan conocidos y amados.

Su cabello estaba revuelto, la extravagante tiara sobre su cabeza estaba torcida. Tenía el torso embarrado debido a que había caído al suelo en medio de la pequeña pelea, la mejilla izquierda llena de pequeños rallones producto de las ramas.

Todo por una chica, todo por algo que nunca debió ser.

- Ven aquí, Josette -Volvió a repetir ignorando el pavor que inundaba el tono de voz de la joven Delfina.

La castaña no se movió ni siquiera un solo centímetro, algo iba sumamente mal y la joven podía olfatearlo a kilómetros de distancia. Esa no era Hope, esta no era su Hope.

- ¿Qué has hecho? -Preguntó con la voz rota, la verdad quebrándola en cientos de pedazos que juraba jamás iba a poder volver a unir.

Incluso si lo hicieran, cosa que verdaderamente dudaba, jamás volvería a ser lo mismo.

- Lo que debía hacer, tienes que creerme -Apretó sus dientes con fuerza, renegando ante el estúpido cuestionamiento. Lo sabía, era esta la noche- Te he dicho que vengas aquí -Volvió a decir, esta vez de forma más severa.

La cabeza de Josette se movió en negación, tenía agallas. Hope se puso de pie con una lentitud abrumadora, abandonando la estabilidad que el tronco del árbol le ofrecía.

- Eres un monstruo -

El comentario le golpeó el pecho, o por lo menos el frágil órgano que se refugiaba en este. Pese a que ya le habían llamado así, incluso de peores formas, el comentario dolió como si fuera la primera vez que lo oía. Se dio cuenta que aquellas cosas no tenían que ver con las palabras a utilizar, más o menos dañinas, sino con la persona y la significancia que esta tuviera para uno.

No reconoció la mirada que la castaña le dio pero bien en el fondo sabía que no podía ser bueno, nada de esto lo era; ella no lo era.

- Fui criada para ser uno -Se encogió de hombros, arrancando de un solo tirón el collar que hasta entonces había estado decorando su cuello.

La ahogaba, sentía que cualquiera fuera su decisión sufriría o incluso moriría con ambas. Su tía Rebekah tras la muerte de su primer prometido, un joven que Hope ahora no recuerda, había dicho que los Mikaelson eran personas desdichadas, personas que por momentos parecía que jamás obtendrían un final feliz. Tal vez tenía razón, seguramente tenía razón.

- Te ordeno que te detengas -

- ¿Tú qué? -Hope soltó una carcajada, bastante divertida con la inocencia de la joven- ¿Cómo puedes siquiera ser tan ciega? -Preguntó cuándo vio a Josette encogerse con dolor pese a que su cuerpo estaba ileso de cualquier daño físico- No sirvo a tu reino, no sirvo a esa estúpida corona que tanto llevas -Lo escupió con tanto odio retenido que terminó por no reconocerse a sí misma, a la buena chica que una vez juró podía ser por amor.

Este si era su padre, este si era su abuelo. Esto era ella, lo que tanto había tratado de ocultar.

Josie llevó sus manos hasta la tiara sobre su cabeza, quitándosela hasta dejarla reposar sobre su regazo. No entendía lo que estaba ocurriendo, Hope estaba aterrándola y para ser honesta esta también se asustaba a sí misma.

- ¿Quién eres? -La chica preguntó, su voz quebrada haciéndose camino a través de la densa niebla.

Hope Mikaleson se removió incómoda, estaba comenzando a sudar frío. Apretó los dientes, ya no sabía qué más hacer. Era real, su más grande pesadilla.

- Escúchame, Hope -La chica volvió a insistir, el tono suplicante presente en la fría brisa de la noche- Podemos solucionarlo, solo háblame -

No, no podían solucionarlo. No, no podía creer que junto a la chica alcanzaría una mejor versión de sí misma que realmente no existía. No, no podía soñar.

- Yo debo solucionarlo, esta vez no interferirás -Gruñó con pereza, casi aburrida de la situación.

En el fondo quería decirle que lo sentía, que realmente lo lamentaba y que hubiera deseado que todo fuera diferente entre ambas. Solo eran peones en la historia, dos pequeñas figuras que bien habían sido movidas por otras mentes y manos. A pesar de todo eso se quedó callada, creía que de haberlo dicho solo hubiera causado más daño. Podía, al menos, evitarle este.

Josette pareció comprenderlo en una fracción de segundos, su cabeza cayendo hasta la altura de su pecho. Su cuerpo se sacudió en un pequeño sollozo, su corazón sufría ese tipo de dolor que solo el amor podía causar.

- Yo te amé, realmente lo hice -Era un comentario más para ella misma que para Hope en sí. La pelirroja no pudo descifrar si la princesa ya estaba lamentando el haberse enamorado de su persona, lo que era muy probable a esta altura- Tu sí que sabes dejar marca, ¿mhm? -

Una risa cínica cortó el aire con brusquedad, Hope la sintió como una bofetada directa a su mejilla.

La Delfina se limpió las lágrimas calientes con el dorso de su mano manchada de barro, su extravagante vestido estaba roto y sucio pero juraba que su corazón se sentía peor de lo que aquello se veía. Ira era lo único que Hope podía percibir en aquellos orbes marrones que en algún momento de su vida le habían guardado amor y confianza, ese que había jurado iba a ser suficiente para hacerla cambiar. No lo era, no lo sería

Hope volvió a removerse, sus manos se cerraron en puños y un jadeo abandonó su boca ante el dolor de sus uñas clavándose en la palma de sus manos. Dolía, su pecho amenazaba con querer salir de su cavidad.

- Soy una Mikaelson, Josette -Se encogió de hombros como si aquello lo pudiera explicar todo, como si su apellido fuera la única excusa que necesitaba para tanto mal provocado- La verdad es que no sé lo que esperabas, solo te hace parecer más idiota -

La verdad es que Hope era una Mikaelson, como tal solo estaba rota y al final del día juntar los pedazos de la misma era igual que recolectar los fragmentos de un vidrio partido; tenían filo, cortaban. Era una pena que las heridas se las llevara Josie, era una pena que Hope Mikaelson no le hubiera advertido.

- Tal vez eso me pasa por esperar mucho más de lo que eras capaz de otorgar -

Aquello había sido una directa flecha al frágil corazón de la pelirroja, cuyos ojos ardieron en una flamante llama.

Avanzó con determinación y la princesa de Francia tembló mientras aún yacía sentada en el desastroso suelo del lugar, una extraña mezcla de barro a causa de la persistente llovizna de los últimos días. Se agachó hasta quedar a su altura, sus rodillas flexionadas, y tomó el cabello castaño de la chica con su mano izquierda para levantarle el rostro.

Quería que la mirara, quería que la reconociera y se maldijera por haberse permitido amarla pese a las múltiples barreras. Quería, por sobre todas las cosas, que le diera una razón para hacer esto. Quería que la odiara, que le borrara la culpa con un escupitajo o con palabras hirientes. Quería que Josie la odiara, que en su corazón no guardara ni un solo sentimiento agradable hacia su persona.

- No comprendes nada -La pelirroja meneó la cabeza, sus ojos escociendo con una brusquedad que no debería.

Era débil, siempre lo había sido y siempre lo seguiría siendo. Lo era porque se había permitido sentir, pensar con el corazón y no con la mente. Su abuelo estaría muy decepcionado, su padre estaría muy decepcionado.

- Lo hago -Josette se tomó la valentía de refutar el comentario, negando con una seguridad que resultaba envidiable- Comprendo que mi único crimen fue amar a alguien que no estaba lista para ello, para ser quien quería ser y no lo que el resto esperaba que fuera -

Hope era una Mikaelson, rota y colmada de una interminable ira. Eran una Mikaelson, llena de victorias y fracasos. Era una Mikaelson, repleta de aciertos y errores. Era, por sobre todo, una maldita cobarde enamorada hasta la médula.

- In peace, may you leave the shore -

Josette lo comprendió al segundo, su mirada desviándose de aquel celeste que tanto había amado para caer en el reluciente acero que la chica sostenía con su mano derecha. Pesaba, casi tanto como su corazón. Se sentía plomo, ese que podría arrastrarla hasta el fondo del mar.

- No te culpo, Hope Mikaelson -

El lastimoso susurro de la misma alcanzó sus oídos, enterrándola viva.

Hope colocó la punta de su espada en el pecho de Josette, lentamente enterrándola en la cavidad hasta escuchar su gimoteo. La joven Mikaelson logró desviar sus pensamientos al mismo sonido que la princesa de Francia había hecho miles de veces con anterioridad, aquel sonido producto del tiempo que tomaban para besarse en cada uno de los rincones posibles. Mismo sonido, una muy diferente situación.

Un hilo de sangre se deslizó por aquella boca carnosa que tantas veces habían proclamado ser suya. No sintió nada, tal vez aquello fue lo peor de todo.

- In love, may you find the next -

Josette cerró los ojos y soltó un último suspiro, ese que no se lo llevó Hope sino la oscura noche.

Hope gritó, de golpe sentándose en la empapada cama bajo su cuerpo. Llevó una mano a su pecho tratando de calmar los alocados latidos de su corazón en cuanto se dio cuenta que solo había sido un mal sueño, el peor de todos hasta el momento.

Josette estaba bien, probablemente durmiendo en su habitación por este mismo pasillo que el de ella. Josette estaba bien, estaba viva.

Se apartó los mechones de cabello que habían caído sobre su pálido rostro y se secó la cara llena de sudor con una porción de tela de su pijama, arrugándola en su palma. Pronto se percató de que no estaba sudando, estaba llorando y las lágrimas aún estaban tan frescas como saladas.

Repasó el sueño, esta vez despierta. No se puede ocultar el verdadero ser, por lo menos no para siempre. ¿Era eso lo que su inconsciente, a través de la pesadilla, trataba de decirle?

Salió de la cama, algo dentro de ella le gritaba que tal vez si la veía podía de esa forma calmar esa ansiedad que le estaba carcomiendo el pecho con la intención de arrebatarle todo el aire. Tomó entre sus manos el candelabro de su mesa de luz, encendiendo con rapidez la solitaria vela en este.

Caminó descalza por el extenso pasillo, furtivamente mirando a sus alrededores. Estaba desierto, ningún guardia suele patrullar este corredor pasada la medianoche pero por las dudas se pellizcó para volver a asegurarse de que estaba despierta y no era este otro más de sus patéticos sueños.

Abrió la puerta de la habitación de la chica, estirando su cuello para observar el tranquilo interior. Pese a que claramente se podía percibir una silueta durmiendo en la única cama del lugar, Hope Mikaelson se adentró en la espaciosa habitación llegando hasta la ansiada posición. Apartó con cuidado algunas de las cortinas que estorbaban su visión, su vista enseguida descansó en el angelical rostro de la chica que plácidamente dormía como bien había supuesto. Le apartó un par de mechones castaño y se permitió respirar con tranquilidad, inhalando y exhalando alrededor de diez veces antes de que su respiración pudiera volver a lo que debía ser.

No estaba segura cuando había comenzado a tener esta misma pesadilla pero de forma certera si sabía que había sido poco después de la fiesta de cumpleaños de las gemelas, aquella noche donde la vida de la joven había pendido de un hilo que Hope no se había permitido que cortaran. Luego de ello se volvió una rutina de todas las noches: tener esa pesadilla, despertar agitada, caminar hasta la habitación de Josette para tranquilizarse a sí misma y luego volver a su cama para dormir las pocas horas que le quedaban.

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Nota de la autora:

(In love, may you find the next= "En el amor, que encuentres el siguiente")

Perdón si les di un ataque al corazón, no era mi intención.
Quería hacerles saber que he leído sus comentarios, la historia tendrá 40 capítulos. En mi opinión era el mejor de los casos, para no cortar tantas veces con la emoción del final.


¡Tengan buen día!


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