DULCE DOS

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Martes de gelatina de café

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Martes de gelatina de café.

Martes, doce de la noche exactamente.

Su cuerpo se movía de aquí para allá, de allá para acá, estaba tan desesperada a qué le saliera el resultado de su gelatina de café. Había empezado a las seis de la tarde y había terminado de hacer la gelatina que es lo más importante dejándolo en el refrigerador para que se congelara lo suficiente para luego ponerle por fin la crema. Contando que también tenía los cubitos de café en el refrigerador, probó la crema notando la suavidad y algo de dulzura, muy nula dando una satisfacción enorme a su pecho. Estaba orgullosa de como había quedado.

—Creo que como a las una estará en un estado casi perfecto para poder echarle crema batida encima. —Analizó sus palabras dando un chasquido en sus dedos alegre, se fue de la cocina para ir a su habitación a darse un baño.

Su padre estaba trabajando de noche, digamos que a pesar de ser pastelero no tiene su propia tienda así que tiene otro trabajo que en cada semana son distintos turnos y dándole un día libre solamente. Ser supervisor es difícil, había estudiado y no lo que le gustaba porque sus padres –sus abuelos– expresaban que era pérdida de tiempo. Suspiro agotado para subir las escaleras de su hogar llegando a la segunda planta en dónde solo se fue directo al baño. 

Al llegar tomo una toalla de la despensa dejándola colgada en un fierro que estaba al lado de la ducha. Se empezó a quitar la ropa quedando totalmente desnuda a excepción de las vendas que envolvían sus pechos, se quitó estás con lentitud dejándola bien envueltas encima de esa despensa que dónde estaban más toallas. Se miró en el espejo que tenía de frente que llegaba a verse hasta la cintura gracias también a su altura; se sentía algo triste porque jamás en su vida se sentía cómoda como mujer que decidió a vestirse con ropas masculinas, cortar sus hebras y también ocupar vendas para dejar de ver sus pechos aunque eran pequeños, pero es cómodo. Su padre acepto su cambio radical y eso lo agradecía demasiado.

Entro a la ducha de una vez por todas cerrando la puerta, abrió la llave de frío y caliente dejando estás a medias para darle un toque tibio encantador. Gotas empezaron a caer en sus hebras y cuerpo empezando a darse el baño que tanto anhelaba quitando todo rastro de sudor, olor a comida en su cuerpo y crema batida que extrañamente había llegado a sus hebras, agarro el shampoo a olor a cerezas empezando a lavarse con tranquilidad. Era tarde, sin embargo casi nunca podía dormir bien por su falta de sueño o mejor dicho insomnio que le daba en vez en cuando.

Ya listo de darse esa ducha encantadora salió de la ducha tomando la toalla que estaba colgada envolviendo su cuerpo por completo para caminar a pies descalzos por el lugar, no le gustaban demasiado las pantuflas porque le daban comezón así que andaba siempre descalza por el lugar aunque era cálido que casi nunca se enfermaba. Fue a su cuarto tomando el pijama que tenía encima de su cama que era bastante agradable al dormir; unos pantalones cortos holgados y delgados de color azul, por último una playera blanca que le llegaba justo a la medida de su cintura mostrando algo de abdomen. Al ver eso y empezar a vestirse se lanzó a su cama hundiéndose en sus propios pensamientos.

siete días de dulces | saiki kusuo ✔️Where stories live. Discover now