𓏲 Pijamada pt.1

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— Papáaaa — lloriqueaba la pequeña Mina, tratando de conseguir su permiso.

Después de varios días sin poder ver a la coreana, lo que más quería en esos momentos era una pijamada en su casita, donde seguirían jugando a ser madres, verían alguna película y dormirían después de cenar galletitas horneadas por Tiffany.

— ¡Porfis, porfis, porfiiis! — se aferró a su pierna derecha, como una garrapata —. ¡Me he portado muy bien y he hecho todas mis tareas! Déjame ir, porfaaa.

— No lo sé, Minari... — caminaba con dificultad, incluso un poco gracioso, al tener a la pequeña colgada de su pierna.

— Papáaa — el mayor observó el pucherito junto con los ojos de cachorro mojado de su princesa.

— Pregúntale a papi, si él te da permiso, yo también — dijo. Mina soltó la pierna del castaño oscuro y fue corriendo en busca de su padre.

— ¡Papi, papi, papi! — llamó una vez lo encontró en su estudio, trabajando en su computadora.

— ¿Qué pasa bebé? — la abrazó, subiéndola a su pierna y acariciando sus cabellos. Mina habló contra su pecho.

— ¿Me dejas ir a dormir a la casa de Chaeyoungie? — su voz sonó amortiguada, pero aún así se logró escuchar.

— Pregúntale a tu papá — dijo, regresando su atención a su trabajo.

— Oh... — se bajó de su pierna y fue corriendo de vuelta a la sala con su papá Doyoung — ¡Dijo que sí! ¡Llévame, llévame, llévame!

— ¿Hmm? ¿En serio? — dejó su libro de lado, buscando sus llaves —. Bueno, arregla tus cosas.

— ¡Sí! — fue corriendo a meter un cambio de ropa y su pijama, algunos juguetes y su cepillo dental, en su mochilita de Pingüino.

Mientras arreglaba lo que llevaría, Doyoung hablaba con las madres de la coreana para que éstas le confirmaran si su princesita se podía quedar a dormir en su casa. Obviamente dejaron que se quedara, se conocían desde antes de que sus hijas nacieran y querían mucho a las niñas.

Eran como una buena familia.

— ¿Lista, Mina? — preguntó el castaño mayor desde la puerta. Mina bajó corriendo las escaleras, saliendo por la puerta abierta y esperando a que su padre quitara el seguro del coche para poder entrar.

Doyoung rió por la emoción de su pequeña hija. Quitó el seguro y ayudó a subir a la pelinegra a la camioneta roja, pues era muy pequeña y se le dificultaba subirse a ella sola.

El transcurso duró algunos veinte minutos, con una pequeña Mina emocionada brincando en su asiento.

Tan solo estacionar frente a la pintoresca casa de la coreana, la menor de tez blanca salió disparada del coche. Ignorando a su padre que le pedía que lo esperara

— ¡Chaeng! — gritaba, mientras tocaba energética la puerta.

Esta fue abierta por la rubia, que apenas abrir un poco Mina ya se había lanzado a abrazarla, besándole ambas mejillas y sus labios de piquito.

— Mina, tu mochila princesa — llegó Doyoung, entregándole la mochila de pingüino.

Las menores no perdieron más tiempo y fueron corriendo al cuarto decorado con muchos pequeños tigres, subiendo las escaleras tomadas de sus manitas. Tiffany fue a atender al padre castaño.

— ¿A qué hora paso por mi princesa? — Preguntó Doyoung, viendo como los piecitos de las pequeñas brincaban por las escaleras hasta perderlas de vista.

— No te preocupes por eso, yo te la llevo a tu casa — restó importancia—. De cualquier modo ya tenía ganas de visitar a Jungwoo, tengo varias fotos de las pequeñas que quiero mostrarle.

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❝ Lo que hacen mamá y papá ❞ || MiChaeng Where stories live. Discover now