𝙾𝚛𝚒𝚘𝚗

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El chico con casco de Halo se encontraba arreglando su casa, le faltaba muy poco para terminar, pero se quedó sin cuarzo. Revisó sus cofres en busca de más, pero no encontro ningún stack sobrante.

— Aaah, puta madre. —Soltó, cerrando el último cofre, caminó hacia el elevador y subió.

Salió de su casa, caminó unos cuantos pasos hacia su hipogrifo, se montó sobre él, y emprendió viaje hacia las casas de sus compañeros. Se dirigió primero a la casa de la chica mitad perro, por suerte, vió que ella estaba saliendo de su casa justo en ese momento. Aterrizó adelante de la piscina donde la chica tenía su orca.

— Hola Lau. —Habló mientras saludaba con la mano, captando la atención de la castaña.

— Hola Orion. —Devolvió el saludo con una sonrisa, acercándose al contrario.

— Oye, disculpa que te moleste pero, ¿tienes dos stacks de cuarzo que puedas regalarme?. —

— No Orion, lo siento. Justo iba a minar para conseguir un poco de cuarzo. —Acercó su mano hacía el hipogrifo, acariciando el plumaje de la mascota un poco. — ¿Quieres acompañarme o quieres que te traiga un poco?. —Preguntó algo triste por sentir que decepcionó un poco al hombre al no tener el objeto que requería.

— No te preocupes Laugamer, le preguntaré a Natalan si tiene, si él no tiene entonces iré preguntando casa por casa como un vendedor de puerta en puerta. —Rió un poco al decir lo último, se alejó volando hacía la casa de Natalan. — ¡Adiós Lau, suerte!. –Gritó, despidiéndose de la chica.

— ¡Bye Orion!. —Gritó también, para después alejarse a buscar una mina.

Para su buena suerte, la casa del peli–negro no quedaba nada lejos, pues era el vecino de la chica con la cual había hablado anteriormente.

Aterrizó en la entrada del hogar, pudo haber aterrizado en el patio, pero lo más seguro es que Nat se hubiera enojado y no le hubiera dado nada.

Tocó la puerta, no tardó mucho hasta que le abrió.. ¿Roier?.

— Eyy, ¿qué pasa Orinon?. —Preguntó con su tono de burla típico, apoyandose en el marco de la puerta.

— Jaja, ¿qué pedo?, ¿qué haces aquí Roier?. —Preguntó extrañado, pues no era la persona que esperaba que le abriese la puerta.

— Aquí ayudandole a mi novio Nat–anal, ¿quieres pasar?. —Se alejó de la entrada, caminando hacia dentro de la casa.

— ¡Ja!, ya quisieras que él fuese tu novio. –Rió un poco. Entró al hogar, observando lo bonita que era la casa del Guatemalteco, pero no tan bonita como su propia casa, según sus palabras y pensamientos.

— Hola Orion. —Habló Natalan bajando las escaleras, sacudiendo sus manos. — ¿Qué es lo que ocupas bro?. —

— Hola Natalan, mira, necesito cuarzo, ¿alguno de ustedes dos tiene un stack que me regale?. — Le dirigió la palabra ambos chicos frente a él.

— Yo tengo. — Respondió el mexicano y el Guatemalteco al mismo tiempo.

Ambos se voltearon a ver confundidos, pero enseguida desviaron sus miradas al chico de calzoncillos. — Yo te regalo, Orion. — Volvieron a hablar igual.

— Estee.. bueno, si quieren uno deme la mitad y el otro.. —

— Orion, baja y toma todo el cuarzo que quieras de mis cofres. Estas más cerca. —Habló el chico con rasgos de esqueleto. — Roier tardará años en ir a su casa y cuando regrese lo más seguro es que ya no lo necesites. —

ғɪɢʜᴛs ғᴏʀ ᴇᴠᴇʀʏᴛɪɴɢ. ((NATALOIER))Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora