Shh.

2.2K 286 361
                                    

Ray se dio cuenta aproximadamente a los siete años, pero podría haber estado sospechando desde los cinco.

No era algo del otro mundo, pues cualquiera podía confirmarlo con solo echar un vistazo. Emma era una chica sencillamente fascinante, con muchas cualidades para resaltar y pocos defectos que encontrar. Ingenua, valiente, empática, alegre, sentimental, líder, precavida, creativa, astuta, torpe, generosa, inteligente, atlética, hermosa...

Ray tenía dos ojos para ver y un cerebro para pensar. La conclusión era simple: Emma era una persona increíblemente bella.

Ray sabía.

Y al parecer Norman también.

Para Ray el amor era algo que era difícil de encontrar. No existe. Quiso mentirse alguna vez de pequeño cuando aún no entendía el porqué de su existencia, y bueno, qué podían esperar de él. Era ganado, comida creada solo para el deleite de los demonios, vendido por su propia madre. Si su progenitora misma era capaz de hacerle eso... ¿qué era el amor entonces? Tres años y lo supo: No existía, era algo que simplemente no daba lugar en el mundo en el que vivía.

Pero luego estaban ellos, que rompían toda regla.

Norman y Emma eran la razón por la que seguía viviendo día a día. Sus genuinas sonrisas inocentes al mundo de afuera le daban motivos para seguir levantándose cada mañana y no perder la cabeza con cada día más cerca de su muerte.

Los demás chicos en el orfanato también eran queridos por él, pero realmente nada se comparaba a ellos. A los niños los quería, pero a ellos los amaba. Eran sus mejores amigos, la razón de su existir. Por quienes en todos estos años había estado recolectando información para poder escapar de las crueles garras de la estúpida granja, camuflada en un orfanato, en que vivían.

Ray supo desde muy temprana edad que si pudiera daría hasta la vida por ellos. Y también estaba completamente seguro de que ellos lo amaban con esa misma intensidad. Eran amigos, eran compañeros, una familia que siempre estaría junta y se querría por igual por y para siempre.

...O al menos eso pensaba, hasta que vio a Norman con ese brillo especial en sus ojos.

Cuando miraba a Emma.

No era el mismo brillo con el que miraba a los demás, ni a mamá, ni a él, ni a los demás pequeños. Ray vio perfectamente sus mejillas sonrosadas y una pequeña sonrisita asomándose en su boca cuando su amiga solo era... ella. Norman la miraba desde lejos, la podía mirar por horas completas, pero su sonrisa seguiría clavada en su rostro. Sus ojos nunca perdían calidez, ni sus suspiros profundidad.

Ahí se dio cuenta que lo que pensó todo este tiempo era estúpido. Norman nunca lo vio como él los veía a ambos.

Norman amaba más a Emma que a él.

Y podía entender el porqué.

No lo culpaba, era tonto enojarse por algo tan simple, aunque de más pequeño pudiera haberle dolido como el infierno. Años después se dio cuenta que el amor podía tener diferentes formas y tamaños. Norman amaba a Emma. Norman lo amaba a él.

La diferencia es que Emma le gustaba.

Y era normal, simple... y lógico.

Ray suspiró dejando caer el libro en su regazo para mirar al frente. Norman estaba ahí en la ventana, como todos los días, mirando hacia el campo en donde Emma jugaba con los demás hermanos del orfanato. Sus ojos se posaron en su figura completamente relajada y por la sonrisa tonta de su rostro, Ray podía afirmar que probablemente su mejor amiga estaba ahí abajo haciendo alguna tontería sin sentido.

Don't tell Emma |NORMAN x RAYحيث تعيش القصص. اكتشف الآن