35-. Harags

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La flecha pasó zumbando junto a mi oreja izquierda. Un par de centímetros más y probablemente habría podido abatirme con ese disparo. Estuve a punto de abalanzarme sobre él y estrangularlo, cuando distinguí una silueta desplomándose a mis espaldas. Y al girarme, vi el cuerpo sin vida de uno de aquellos espantosos seres estrellándose contra el suelo. Me salvó, aunque lógicamente no fue por compañerismo, sino porque no le convenía que ningún bando sufriera bajas.

Esquivé un chorro de vómito ácido que venía directo hacia mi abdomen haciendo una voltereta, me giré hacia el que lo había lanzado y arrojé un par de llamaradas en su dirección. Una impactó en su pecho y otra pasó de largo, fallando por muy poco. Esto bastó para que supiera mi ubicación y se lanzara a atacarme.

Traté de detenerlo con una patada, pero su puño fue más rápido y alcanzó mi abdomen. Gruñí de dolor y respondí con un rodillazo, seguido por unos cuantos codazos que sirvieron para quitármelo de encima y calcinarlo con unas gigantescas llamaradas.

Escruté los alrededores con la mirada en búsqueda del enemigo más cercano, y entonces noté algo bastante curioso: tanto las Pesadillas como sus jinetes y los contenedores restantes de las Sombras permanecían completamente inmóviles contemplando la batalla. Parecían estar a la expectativa de algo, y lo más escalofriante era no saber de qué.

«Chris, repórtate», ordenó la voz de Larissa en mi mente. Había estado tan ocupado enfrentándome a esas cosas amorfas que por poco olvidaba que ella se encontraba haciendo lo mismo desde el plano astral. «¿Hay algún avance? ¿Alguna novedad acerca de los hijos del fuego?»

«Ya abatimos a la mayoría de los seres alados, aunque resultaron ser muchísimo más peligrosos de lo que aparentaban. Nuestros aliados han llevado la delantera, se notan los años de experiencia», contesté mientras arrojaba unos cuantos proyectiles. «¿Qué tal de tu lado?»

«Son menos contenedores, pero la cantidad de Sombras sigue siendo enorme. Hemos acabado con miles de ellas y siguen saliendo más y más. Son como cucarachas».

«¿Y qué hay de los otros? Ni siquiera se mueven en este plano, ¿hacen algo por allá?»

«Solo nos observan en silencio», informó la chica segundos antes de que su presencia desapareciera de mi cabeza.

Rápidamente, volví a la acción materializando flamas en mis manos y lanzándolas contra la primera criatura que apareció en mi campo de visión. Sin siquiera fijarme si había alcanzado al objetivo, di un giro de ciento ochenta grados y arrojé más proyectiles. Le conecté un puñetazo al oponente más cercano seguido de varias patadas y codazos para mantenerlo bajo control y no permitirle defenderse.

A mis espaldas, escuché el sonido típico de alguien teniendo arcadas y supe de qué se trataba. Me aparté a toda velocidad, y casi de inmediato, un chorro de bilis impactó a mi contrincante; derritiendo así gran parte de su carne. Me di la vuelta y volé en dirección al ser que había efectuado aquel ataque mientras mis brazos se envolvían en llamas. Mis nudillos se estrellaron en el rostro deforme de aquella cosa, aunque esta respondió con varios rodillazos inesperados a mis costillas.

Conseguí apartarla de un empujón, y cuando me preparaba para volver a la carga, una flecha le dio en la frente y acabó con ella. Al alzar la vista, me di cuenta de que, para mi sorpresa, Aksel había vuelto a salvarme.

Schwachenblut —lo oí murmurar mientras se ponía el arco al hombro. Y a pesar de no hablar su idioma, por el modo en el que casi escupió las palabras supuse que era algo ofensivo. Sin embargo, no era momento para caer en provocaciones.

—¡Área despejada! —gritó alguien más—. ¡No hay más Harags a la vista!

En ese momento, distinguí la silueta alada de Joey aproximándose a mí. Cuando estuvo más cerca, noté que algunas partes de su uniforme estaban cubiertas de quemaduras, algunas incluso llegaban a su piel pálida.

—Chris, me alegra verte —esbozó una pequeña sonrisa—. Desapareciste un buen rato y temí lo peor.

—A estas alturas deberías saber que se necesita más que un bicho feo para matarme —sonreí de vuelta—. ¿Novedades?

—No hubo bajas, pero sí heridos —informó el chico—. Nunca debimos subestimar a esas cosas, son mucho más peligrosas de lo que cualquiera podría imaginar.

—Si creen que los Harags son peligrosos, esperen a que salga algo más de ese vórtice —intervino Ayr—. Esa especie que ven allá con aspecto de reptil es lo que conocemos como Zard. Hace milenios que nos declararon la guerra, y a pesar de que los derrotamos y confinamos en el Seol, encontraron la manera de volver —se aclaró la garganta—. Por experiencia sabemos que tienden a enviar a los más débiles al frente para probar la fuerza de sus adversarios y justo eso hicieron. Sea lo que sea que se viene, tendrá un mayor nivel de dificultad.

El sonido de un cuerno de batalla invadió el ambiente, y horrorizados, contemplamos cómo las Pesadillas y sus jinetes se abalanzaban sobre nosotros.

Under Your Wings (Secuela Under My Wings)Where stories live. Discover now