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45: Familia Blair

—¿Cómo vamos a entrar?—Preguntó él chico Riddle, notando la entrada.—Digo, si hace falta derribar algo... me ofrezco para hacerlo.

—No vamos a derribar nada, Theodore.—Respondió su madre, sin dejar de observar la puerta, comenzando a dar ligeros golpes a la roca que estaba a su lado. Al hacerlo, la magia comenzó a surgir de entre la madera de la puerta, provocando que una cerradura apareciera en esta.—Lo único que necesitas, es descifrar como entrar y te aseguro que si intentas derribar estos muros, nada bueno saldrá de eso.

Sin que pudiera decir algo, la mujer de cabellos oscuros abrió la puerta para que la familia Riddle pudiera entrar al interior del castillo; Este era tan hermoso cómo por fuera, el salón de entrada poseía un par par de sillones de cuero frente a una chimenea, al lado derecho del lugar se encontraba un estante lleno de libros de la mejor variedad que podrían tener. Al irse por el lado izquierdo, podrías encontrar el camino principal a la siguiente parte del castillo: Los enormes estudios. El lugar estaba decorado con colores azules y escarlatas, siendo que la mayoría de las cosas que tenía el lugar eran de oro o plata pero, sin duda, cada lugar del castillo poseía enormes cuadros de pintura que en su mayoría eran dragones.

Theodore comenzó a caminar por el primer piso del castillo junto a su hermana melliza, hasta que llegaron a un enorme salón que solo poseía una estantería llena de artefactos curiosos: Desde espadas hasta joyas, todas y cada una tenían una capa de vidrio protegiendo estas.

—¿Madre?—Preguntó la chica Riddle en voz alta, llamando la atención de las personas en el lugar. Esta se acercó a sus hijos al ser mencionada.—¿Para qué son todas esas cosas?

Margaret observó lo que poseía la estantería, antes de responder.—Todas son reliquias familiares, cada una perteneció a uno de los Blair pero, no se acerquen demasiado.

—¿Por qué no deberíamos acercarnos demasiado?—Cuestionó su hija con confusión al mismo tiempo que su hermano mellizo se acercaba a la enorme ventana que poseía el lugar.—¿Pasaría algo malo?

—Se dice que están malditas, cariño.—Respondió su madre, con sus ojos esmeraldas puestos en ella. Su esposo se encontraba observando con atención las vitrinas pero, su hijo no apartaba sus ojos de la ventana. Un enorme rugido se escuchó muy cerca de ellos, provocando su atención.

—Con que eso era...—Murmuró Theodore, con sus ojos esmeraldas puestos en la escena que se encontraba fuera del castillo. Su familia se acercó a la ventana, notando a que se refería.

Un dragón de aspecto llamativo se encontraba afuera. Este era de totalmente enorme, sus escamas eran oscuras pero, las púas que poseía al rededor de su cara eran de color azul, sus ojos eran sumamente temibles de un color azul eléctrico pero, la vista fue interrumpida por otro dragón que se hizo ver entre el jardín.  Sus escamas eran totalmente llamativas siendo que eran del mismo tono oscuro, este tenía una enorme hilera de púas rojas al rededor de su cara, un hocico lleno de filosos colmillos y ojos sumamente protuberantes de color escarlata; Este se encontraba volando por los jardines del lugar junto al otro dragón pero, podían notar cómo había una persona arriba del dragón de púas rojas.

—¿Ese no es...?—Insinuó él hombre de ojos azules, con estos puestos en la enorme criatura.

—Si, mi padre.—Terminó de decir su esposa, admirando la agilidad de su progenitor en dominar a los dragones; Habían pasado años desde la última vez que lo había visto pero, si duda seguía teniendo la misma actitud poderosa.—Vamos al jardín.—Musitó, antes de emprender camino hacía la puerta.

Theodore observó a la criatura un par de segundos más para así poder seguir a su familia, admitiendo que lo que había hecho aquel mago era totalmente impresionante; Una vez fuera del enorme castillo, notaron cómo él hombre seguía estando en el aire, disfrutando el día junto a sus dragones. Un gruñido de parte del dragón del que estaba montando lo sacó de sus pensamientos, dirigió su mano derecha a su piel para acariciar esta.