No tan pronto

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Rey observaba su reflejo en el espejo del baño mientras se lavaba los dientes.

Tenía ojeras horribles, los ojos apenas abiertos y el cabello apuntando a todas las direcciones posibles.

Estaba cansada, acababa de levantarse y lo último que quería era empezar el día. Prefería quedarse durmiendo, pero la cama no le regalaría un diploma.

Así que después de exhalar cansada, escupir algo de pasta y estrujarse un ojo, siguió cepillándose los dientes con algo de lentitud.

Y estaba a punto de quedarse dormida de pie frente al espejo, cuando de repente tocaron en la puerta con ninguna delicadeza.

-¿Estás usando el inodoro?- preguntó la voz ronca y odiosa de su terrible compañero de piso.

Rey rodó los ojos.

-No.- le contestó, con el cepillo de dientes todavía en la boca.

-Llevas como media hora en el baño. Tengo que orinar.- le dijo y Rey hizo una mueca antes de escupir la pasta de nuevo.

-Ren, no seas dramático, solo llevo cinco minutos como mucho. Nadie te manda a levantarte tarde.

-Si no te tardaras una eternidad en el baño no me estaría quejando. Vamos, sal, quiero usar el inodoro.

-Espera.

-Avanza o si no entro.

-Que te esperes dije.

-No puedo esperar, el maldito tanque está lleno.

-No es mi problema, monstruo.

-Vamos, no te hagas a la difícil.

-Espera. Tu madre esperó nueve meses para tener a un hijo tan terrible como tú.

A aquello le siguió silencio, que le hizo pensar que había ganado la batalla, así que siguió cepillándose la boca hasta que volvió a escuchar su voz desde el otro lado.

-Que conste que te lo advertí.- dijo un poco más ronco y menos dormido que antes, pero con total determinación y furia.

Y antes de que Rey pudiera decir o hacer algo la puerta que estaba detrás de ella y que dejó sin seguro se abrió de repente, empujándola hacia el lavamanos y haciendo que la enorme y oscura figura de su compañero de piso apareciera.

El sueño se le quitó en tres segundos cuando lo vio correr al inodoro y antes de ver algo de lo que pudiera arrepentirse, se giró con los ojos como platos, dándole la espalda al chico que ahora estaba vaciando su vejiga.

-Que alivio.- dijo y Rey solo pudo mantenrse congelada y sonrojada mientras escuchaba.

Detrás Kylo tenía una sonrisa burlona.

Cuando el pelinegro terminó de "vaciar el tanque" bajó el inodoro y se acercó para lavarse las manos.

-Tranquila, dramática, ya puedes mirar.- le dijo, luego de echarse una enorme e inecesaria cantidad de jabón en las manos.

Rey se giró y lo miró molesta a través del espejo (que ahora compartían) mientras sostenía el cepillo de dientes en una mano.

Él por su parte, se notaba que estaba recién despierto y su cabello largo estaba un poco amarrado para que no le molestara en la cara, pero fuera de eso, seguía siendo el mismo imbécil con el que compartía el  apartamento.

-Eres un idiota.- le dijo, pero él no le miró hasta que terminó de lavarse las manos.

Se miraron unos segundos a través del espejo y a él le pareció más graciosa aún la situación cuando vio que su boca estaba toda llena de pasta dental.

-Te lo advertí.- le dijo con una sonrisa de lado mientras le guiñaba un ojo y se movía para secarse las manos en una toalla cercana.- Ahora, vive con un trauma innecesario.- y antes de salir, como si nada hubiera pasado, le dió unas palmaditas en la cabeza como si fuera una especie de mascota.

Ella lo miró furiosa y quizo darle un puñetazo en su estúpida y atractiva cara, pero cerró la puerta antes.

Kylo regresó a su habitación con una sonrisa satisfecha porque había podido fastidiar a su compañera de piso temprano en la mañana, pero Rey estaba furiosa, pensando en las enormes ganas que tenía de que las vacaciones llegaran para poder regresar a  casa y no tenerle que ver en un mes o dos.

Aunque, claro, muy, muy, muy, muy, pero que muy en el fondo de sus corazones ninguno quería que su tiempo juntos, en aquellas cuatro paredes que llamaban departamento, terminara.

Al menos, no tan pronto.

No tan pronto || ReyloOnde as histórias ganham vida. Descobre agora