iii

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Harry, a sus cinco años de edad, ya tenía muy claro qué quería ser cuando fuera grande. Pero no así Draco.

—Puedes ser pastelero. —sugirió Harry mientras dibujaba un león con crayola roja. El naranja se le había terminado y su madre le había prometido conseguir más. Las crayolas muggles eran mejores que las otras, pues las mágicas te hacían irritar los dedos con sus chispas.

—No quiero ser pastelero. ¿Qué es pastelero? —preguntó Draco mientras trataba de guardar un tren en su pequeña caja de juguetes.

—El que hace los pasteles. Puedes hacer pasteles deliciosos y dármelos a mí, para cuando yo termine de trabajar. En la oficina, como dice papá.

—No seré pastelero —Draco hizo una mueca cuando otro niño de la guardería empezó a llorar a gritos—. Yo quiero hacer pociones como papá, o ser investigador misterioso.

— ¿Qué es un investigador misterioso?

—Es el que busca los tesoros y atrapa a los malos.

—Eso lo hace un Auror.

—Pero el investigador lo hace mejor. Papá dice que se llaman Inefables.

— ¿Y dónde trabajan ellos?

—Papá dice que en el Ministerio.

—Entonces podemos trabajar juntos —dijo Harry con emoción—. ¿Te acuerdas de la historia que te conté del dragón? Podremos ir a matarlo y que libere a la princesa.

— ¿Quién es la princesa?

—Pansy. No hay más chicas aquí.

—También está Millie.

—Ella puede ser el dragón.

Draco rio y Harry se le unió.

— ¡Harry, Draco! ¡Es hora de irse, dulzuras! —canturreó la profesora Madeleine, desde la puerta de la sala de juegos.

—Te apuesto dos golosinas a que hoy viene papá por nosotros. —gritó Harry organizando sus dibujos tal y como le había enseñado su madre.

—Pues los perderás, porque hoy viene papá —dijo Draco con seguridad, desistiendo de empacar el tren en la caja, y más bien llevándolo en la mano—. Le diré a papá que nos lleve a comer helado y luego jugaremos al Quidditch

—Tu mamá dijo que no podíamos jugar Quidditch. —reprendió Harry.

—Mamá no está. —Draco se encogió de hombros.

—No importa. Mamá no me da permiso de jugar Quidditch contigo.

— ¿Por qué? —exclamó Draco ofendido

—Porque tú me haces caer de la escoba.

— ¡No es cierto! —gritó Draco.

— ¡Si lo es!

—Niños, apresúrense —llamó nuevamente la profesora—. El señor Malfoy les está esperando.

Draco levantó el mentón con altanería y extendió una mano.

—Dame mis golosinas. —exigió.

—No las tengo aquí. Se las pediré a mamá más tarde. —dijo Harry enfurruñado.

Antes de que ambos salieran de la habitación, uno de los niños más grandes salió corriendo y empujó a Harry fuertemente, casi haciéndole caer. Harry no había cerrado bien su mochila, y de uno de sus bolsillos, las crayolas salieron y cayeron al piso. Varias de ellas partiéndose a la mitad.

Inicios de vida y amistad [ HP fanfic ] Kde žijí příběhy. Začni objevovat