En cada estrofa, sus lágrimas se entrelazan con las letras, desvelando la inestabilidad que brota de su quebrantado corazón, las penumbras de su existencia se tornan versos etéreos, y en cada poema, su voz fluye como un río de suspiros.
En el lienzo...
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Sí te amo, en cada latido de mi ser, eres el aliento que se escapa al amanecer, un sol esplendoroso que ilumina mi existir, en cada versículo, en cada murmullo.
No dejo de pensar en ti, en tus ojos de luceros, que destellan la magia de una penumbra tan bella, tu presencia es un apego que calma mi núcleo, en cada pensamiento, en cada copla, te llamo con templanza.
Te quiero más allá de lo imaginable, en cada célula, en cada espacio indomable, eres mi verso prohibido, mi pasión desatada, en cada estanza, en cada melodía, eres mi balada.
Desafío al tiempo, a la distancia que encara. Eres mi sueño, un amor que florece, imperecedero e incierto.
Eres parte de mí, mi complemento divino, el marco donde mi amor dibuja su camino.
Si no estoy a tu lado, soy un ave sin vuelo, un poema inacabado, un suspiro desvelado, pero en cada perímetro, tú eres mi refugio, un faro nocturno, mi anhelo perdido.
Dijiste que no me soltarías jamás. Y en mi corazón, esa promesa sigue guardada, aunque la realidad me haya herido con su látigo, aún espero en silencio, que vuelvas conmigo.
No tengo fe en nadie más, solo en nuestras palabras, pero en cada noche, mi corazón te llama.
Grita como si fuera humano, una repetición en la oscuridad, ¡Solo tú! ¡Solo tú!, escucho su reproche en soledad, quiero cerrar aquella boca, es vano, pues sé que sin ti, mi vida carece de sentido, es en vano.
En cada exhalación, en cada verso, te siento, eres la estrofa que en mi pecho lleva el viento, y aunque el tiempo nos separe y duela el adiós, mi amor por ti seguirá vivo, inmenso y veloz.
