nueve

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Un cachetazo lo despertó.

Abrió los ojos y tenía a Kihyun frente a él.

—Escucha, Minhyuk. —habló—Esto es simple. Te llevaré al médico para que te ponga un yeso. Dirás que te caíste de la escalera y no más que eso, ¿Quedó claro?

Asintió, no sabía qué hora era, pero el sol aún no salía y su cuerpo temblaba incontrolablemente. Estaba débil, exhausto, dolido.

Kihyun lo vistió, trató de ser cuidadoso al pasar el pantalón, pero aun así no pudo evitar que le doliera.

Al ingresar al hospital, el médico lo enyesó sin aparente problema y volvió a casa. La pierna le dolía, y otra vez había vuelto a aquella estúpida silla de ruedas.

Kihyun lo había arruinado todo, y lo peor era que lo había disfrutado. Había disfrutado oírlo sufrir en la oscuridad.

—¿Qué hora es? —preguntó una vez ingresó a la sala

Obtuvo un largo silencio antes de la corta y seca respuesta.

—Algo de las cinco de la mañana. —respondió—Dormirás aquí hoy el resto de la madrugada, mañana veremos. Trataré de conseguir muletas para que te muevas por la casa porque no haré nada más por ti.

Minhyuk asintió a pesar de que el menor no lo viera. Asintió de una manera tan dolida y angustiada.

Durmió sentado, aunque no mucho. Solo podía pensar en dolor, en sufrimiento.

Quería irse, huir, dejar de estar al lado de aquella persona, pero no podía.

Desayunó sin hablar y sin mirarlo. Solo terminó y se alejó en la silla hacia el ventanal.

Escuchaba los lentos pasos de Kihyun por toda la casa, hasta que finalmente se detuvieron detrás de él.

—¿Duele mucho? —habló detrás de su oreja

—Algo. —contestó sin esperar demasiado, perdido en el pasto verde del jardín delantero

—Vine a pedirte perdón. Me excedí, actué mal y lo reconozco. Fue solo el impulso. —dijo mientras acariciaba el mentón del mayor con una de sus manos—Por favor, perdóname.

Minhyuk asintió, perdido entre las caricias que la mano ajena le daba.

Lentamente Kihyun se movió hasta quedar frente a él y lo observó. Observó aquellos ojos profundos y vacíos, negros como la mismísima noche.

—Te amo, Minhyuk. —dijo antes de posar sus labios contra los ajenos

[...]

Y otra vez estaba allí. En aquella cama, desnudo. Otra vez usado por alguien que realmente no lo quería.

Las disculpas no eran verdaderas, sus palabras tampoco. Nada lo era.

Quería llorar y hacerse entender a si mismo que no estaba bien, nada lo estaba.

¿Me amas? —preguntó Kihyun rompiendo aquel eterno silencio

Prefería no responder aquello, pues no sabía. No sabía si lo amaba, lo quería o lo odiaba. Lo único que tenía claro era el miedo que su presencia le daba.

Kihyun era una bestia sin control en todos los aspectos posibles. Tenía tantas personalidades tan bien definidas que le daba terror conocer la siguiente, pues nunca iba a saber con exactitud si venía con buenas o malas intenciones.

Lo único que entendía en toda la situación caótica que vivía desde hacía semanas, era que él era un frágil muñeco. El frágil muñeco de Yoo Kihyun, un juguete, siempre a su disposición.

Y claro que se sentía ridículo, pero ¿Qué más podía hacer?

No podía huír, no sabía cómo llamar a las autoridades, no sabía cómo salir del infierno en el que sin querer se había metido.

—No he aprendido a descifrar silencios aún.—habló girándose en la cama para observarlo

Apenas estaba cubierto por la sábana. Su piel blanquecina era lo que más resaltaba.

—¿Qué prefieres que conteste?—respondió sin observarlo y quizás algo tembloroso

Sentía la fuerte mirada del menor pero no lo miraría, porque así se delataría. Delataría su miedo.

Prefiero que me ames.—dijo en una risilla para nada sincera—Pero veo que eso no podrá ser posible.

Minhyuk asintió.

—Veo que lo que nunca cambiará de ti, es tu egoísmo. —dijo levantándose de la cama—Pensaba en perdonar todo lo que hiciste, pero se me han ido las ganas.

Esta vez si lo observó.

—No te he hecho nada, tú eres el que me ha hecho daño.—respondió subiendo una ceja, sin miedo, esperando cualquier acción agresiva de su parte

Kihyun se giró bruscamente y tomó ambas mejillas con una sola mano, apretándolas e intentando juntarlas.

Despositó un corto beso, sin esperar respuesta alguna y sin sentimiento aparente.

—Eres el culpable de todo esto, Minhyuk. Solo tú. Tu egoísmo y tú.—sonrió soltándolo con un leve empujón hacia atrás y se dirigió a la puerta

—Si tan solo supieras la importancia del egoísmo.—soltó en un susurro

Love me, mon amour ;Kihyuk.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu