Volvió nuevamente a salir de aquél lugar, la puerta principal seguía abierta y pudo ver los zapatos lustrados del policía con el que había estado charlando. A su lado, notó, había otro par de zapatos lustrados, negros, el pantalón planchado color marrón delató en su memoria la ropa de su marido. El Omega sintió un gran dolor en su pecho, sus piernas se sintieron débiles y rápidamente bajó las escaleras con cuidado.

Cuando corrió a la entrada la luz de la camioneta chocó con sus ojos con fuerza, aturdiendo un poco su estado. Observó al policía asintiendo, aún con el ceño fruncido y con la libreta cerrada en manos. El hombre a su lado movía las manos, asintiendo, como si le estuviera explicando fervientemente la ropa que traía Evan aquella mañana. El Omega se quedó de pie, aún con la cabeza doliendo.

—Disculpe las molestias —escuchó una voz gruesa, grave, su ceño se frunció y lentamente avanzó cuando el poli se subió a la camioneta. El Omega apretó las manos sobre su vientre y un gusto amargo se presentó en su boca, desvió la mirada al living, había una caja sobre el suelo, bolsas revueltas. El teléfono blanco estaba tirado sobre el piso.

Miró la pared, color crema, había un cuadro de él. Sonriente. Sobre un banco con la vista completa del río detrás suyo. No recordaba aquél día, y había desorden en su living. De repente, escuchó que una camioneta salía de su jardín y las luces azul y rojas salieron de su vista. Volvió a sentir que sus manos temblaban, su cuello, su nuca ardía. Toqueteó nuevamente, sintió el relieve de la mordida de su alfa, la cicatriz. Y la humedad de la transpiración.

—Cariño —escuchó nuevamente aquella voz y se encogió de hombros, sintió que sus ojos picaban y las lágrimas nacieron en sus orbes marrones. Su cuerpo dió un choque eléctrico, sentía la presencia de aquél alfa—. Pol.

Se volvió con lentitud. El alfa estaba a dos metros de él, con el traje de trabajo puesto, la corbata negra y la camisa bien planchada. Pol miró los grandes hombros, el cuerpo enorme. Su mirada marrón se pegó a los ojos claros. Su esposo.

—Cariño —volvió a repetir, Pol se abrazó con fuerza—. Amor, ¿Estás bien?

—Y-yo... —tartamudeó, y tragó saliva, lo miró nuevamente. Los ojos claros del alfa lo miraban preocupados, su rostro, sus cejas, su cabello negro. No lo recordaba tan atractivo. Pol toqueteó nuevamente la mordida sobre su cuello—. Evan... La policía, ¿Porqué se fue la policía? Yo... Necesito hablar con la policía, necesito la foto. Necesito la foto, la foto de Evan. ¿Dónde está su álbum?

El alfa lo miró con el ceño fruncido, lleno de preocupación. Su mirada clara viajó al living, al teléfono. Al desorden que había.

—Pol... Ven —el hombre lo tomó de hombros y sintió un choque eléctrico sobre su piel. Pol se encogió cuando ambos subieron las escaleras.

—Evan se perdió, se perdió, por favor, llama a la policía —murmuró con los ojos llenos de lágrimas, volvió a mirar el cuarto de su bebé. De su cachorro—. Hoy fui al jardín... No estaba por favor, ¿Porqué su habitación está cerrada?

—Pol, espera, vamos al baño —su alfa lo arrastró hasta su habitación. Pol rompió en llanto y lo llevó hasta el baño. Miró su rostro sobre el espejo, tenía el cabello castaño fuerte despeinado, los ojos irritados y las mejillas rojas. Miró con intensidad las marquitas a los lados de sus ojos, no las recordaba, no recordaba bien aquellas marcas. Las manos de su alfa acomodaron su cabello—. Lava tu cara, Pol.

—Estoy tan... Viejo —murmuró el Omega. El alfa negó lentamente, limpiando su rostro—. No me recordaba tan así... Lean.

—Estás hermoso, Pol, por favor deja de llorar —el hombre limpió su rostro con cuidado, lavó sus manos, su cuello. Pol se quedó quieto, temblando, las feromonas de tranquilidad que liberaba Leandro estaban sofocando el ambiente—. Deja de llorar...

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⏰ Última atualização: Nov 11, 2019 ⏰

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EVAN (OMEGAVERSE)Onde histórias criam vida. Descubra agora