17. Tu compañera

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Agatha

Alzamos nuestras manos femeninas abriendo portales, entonces de allí salen varias sombras y arañas. Ocho patas crecen en nuestra espalda, las cuales se convierten en pequeñas cabecitas con dientes.

Si ellos son muchos, nosotros somos más.

Las sombras atacan a las brujas y las arañas a los vampiros, nosotras al pez gordo, alías Eloise.

A la vampiresa se le ven las venas salientes de los ojos cuando estos se convierten en rojos, ambas nos atacamos al mismo tiempo. Le pegamos varias veces y las cabezas de nuestras patas la muerden pero se cura. Salta y nos golpea a su velocidad vampírica. Usamos nuestra energía negativa, entonces la tiramos al suelo. Sacamos una espada de un portal para intentar asesinarla, pero sentimos que una cuerda nos agarra el cuello por detrás, entonces soltamos el arma.

Calipso.

El collar.

Mierda.

¡Se deshizo de nuestras sombras con este, maldición!

Y eso mismo hará con nosotras.

Maldita bruja.

Nos agachamos en el suelo cuando comienza a tomarse nuestra energía, mientras forcejeamos con lo único que puede vencernos.

Con excepción de Darren claro.

No es momento de hablar de él.

¡Vamos a morir, abran un portal!

Disculpa, estamos intentando.

Sentimos que el corazón nos late muy rápido por los nervios. Ya nos habíamos olvidado de la emoción de miedo. Ha pasado tanto tiempo. Aún así, nunca demostraremos debilidad ante nadie.

Nuestras manos mientras forcejean lanzan electricidad, pero no le logran dar a Calipso, comenzamos a perder el conocimiento.

Necesitamos robar energía antes de que nos la quiten toda.

No hay forma, ya es tarde.

Se escucha un golpe y nos caemos al suelo de repente, nos levantamos despacio visualizándolo sorprendidas.

—¿Borja? —expresamos viendo al híbrido que sostiene el cuello de Calipso el cual empujo hasta un árbol.

—¡Espera! —Oímos a Ryley, el compañero de la bruja.

—Un lobo —dice Borja y la suelta.

Ella tose luego de caer al suelo. Notamos que no la asesina, porque su especie se acaba de entrometer. Luego se acerca hasta nosotros y nos muestra el collar, el cual recuperó.

—Será mejor irnos —nos aclara agarrando nuestro brazo.

¡Atrevido!

Pero tiene razón, no podemos quedarnos aquí, hay que esconder el collar.

Mejor vámonos.

¡Pero sin él!

Ah sí, sí.

Guardamos nuestras patas de araña en nuestra espalda, abrimos un portal y nos retiramos.

Rato después, nos damos cuenta que nos olvidamos de algo muy importante ¡Borja se quedó con el collar, hay que buscarlo, pero ya!

¿En dónde tenemos la cabeza?

Estamos cansadas, no nos juzguen.

Abrimos otra vez otro portal y lo vamos a buscar.

—¿Dónde está? —Fruncimos el ceño.

Corazón Oscuro #9Where stories live. Discover now