13. Tú eres el padre y como tal deberías ser responsable —creo que ese si era el fin—. Y esa es la más importante. Si llegas tarde a algún lado ¡Estás muerto! No sé como ellos te hablan ahora ya que los dejaste esperando dos horas.

—Fue trabajo.

—Ah sí, ellos no saben lo que es trabajo. Sólo aman el desorden y son los peores alumnos de su sala.

—Ah en eso es a ti, yo estudié en Harvard —rió.

—Si yo no fuera inteligente no hubiera podido criar a mis hijos —lo ataqué.

—¿Siempre lo sacarás? ¡Tú me dejaste!

—No es como si me hubieras soportado embarazada —bufé.

—¿Comías el doble? —negué y Agustin miró desilusionado.

—Comía el triple.

—¡Mamá! —Mateo venía corriendo hacia mí.

—¡No corras! —le grité.

—Ya —llegó al lado mío— La niña de ahí esa rubia —traté de seguir el dedo de Mateo, noté que Agustin también lo hizo— le dije que Gaston me hablaba todo el día de ella y creo que está enamorada de Gaston —dijo alegre.

—Es más linda la castaña —bufó Agustin.

—No, ella es mi amiga —gruñó.

—De acuerdo —dijo Agustin tomando un gran sorbo de bebida— ¿te acuerdas cuando a los diez éramos mejores amigos? —susurró Agustin en mi oído.

(...)

Era domingo y hace bastante tiempo la casa no se sentía así de silenciosa. Necesitaba relajación para mí.

Comencé a sacar los pepinos de mis ojos y los de Karol.

—¿Y sólo te dijo eso?

—Sí —con una toalla antigua comencé a sacar la palma, sabía que luego la tendría que botar.

—No deberías dejar a los gemelos con él. Los tres. Solos.

—¿Por qué? Yo creo que está bien —o quizás no—. Pero hace meses no teníamos nuestra tarde de chicas —sonreí tocando mi piel. ¡Mierda, sí! Estaba tan suave.

—No sé, los gemelos en el parque es algo serio, no se juega con eso Carolina.

—Me estas preocupando —sonreí nerviosa.

—¿Cuántas horas llevan?

—Dos y algo —dije

—Yo soy tu y llamo a Agustin —dijo tomando un cupcake de la mesa.

—Sí, tienes razón.

Tomé mi celular nerviosa y busqué el número de Agustin. Agradezco que Karol estuviera acá ya que jamás se me habría ocurrido llamarlos ni pensar en el peligro.

—Mami —habló Gaston o Mateo al otro lado del teléfono. Sus voces solían ser iguales por esta vía.

—¿Dónde están?

—En el parque ¿Por qué?

—Iré al parque que están ¿Cuál es?

—¡No, es tarde de chicos! —habló otra voz, la reconocí como la de Agustin— No arruines ésto.

—No hagan nada malo —les pedí— Los amo no me hagan enojar.

—Sí, mamá.

—A ti no te hablo Agustin —bufé—¡Adiós pequeños! me despedí y sin esperar respuesta corté. ¡Que mala madre soy! Desconfiando de mis hijos.

—¿Y?

—Están en el parque.

—Eso es genial —sonrió.

—Sí —dije no muy convencida.

(...)

Bien, los esperé pero luego de unas cuatro horas el sueño me venció. ¿A veces les pasa que sienten esa necesidad de despertar porque algo les preocupa? Vi la hora nerviosa, Karol se había ido hace un buen rato. Estaba sóla y aburrida. Un ruido vino desde la primera planta y comencé a entrar en pánico, aunque me relajé cuando vi a los gemelos nerviosos y Agustin entrando desde el patio.

—¡Hey! ¿Cómo estuvo el día?

—Excelente mamá —sonrió Mateo. Genial, algo no estaba bien. Dejé de sonreír y miré a Agustin. Su mirada nerviosa lo delataba.

—¿Qué está mal? —pregunté cruzándome de brazos.

—¡Nada! —dijo Gaston nervioso.

—¡No soy estúpida! —miré a Agustin— ¿Que pasó? ¿Hay algo que debería saber?

—No —Mateo negó hartas veces con la cabeza.

Genial.

9 Años después - (Aguslina).जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें