Desayuno con tortas

18 9 0
                                    

- ¿!PERO TU ERES IMBÉCIL DYLAN!?
Mi madre siempre me ha reñido por insultar a mi hermano pequeño, pero esta vez se ha pasado. Al cerebro de pepino marino este le ha parecido gracioso despertarme el primer día de instituto con un pedo en la cara.

Ahora corre por su vida el muy desgraciado, pero consigo acorralarle, gracias a Dios mi casa no es muy grande. Estoy preparada para hacer un lanzamiento maestro con mi pantufla cuando me es arrebatada justo en el momento en el que cogía impulso hacia atrás. Me giro para ver el rostro serio de mi padre.
Perfecto, ahora encima me toca comerme el marrón.

-Parad quietos los dos si no queréis desayunar tortas.
Hay que ver, cuando se lo propone este hombre sabe imponer orden. Acojonada por el tono autoritario de mi progenitor corro a la cocina donde saboreo las dulces tortitas de chocolate de mi madre.
Luego encima me dirá que si he engordado un par de kilos, con esta mujer no me extraña que no sea una obesa.

Termino el desayuno y me visto rápidamente, no quiero llegar tarde el primer día de clase. Además ahora estoy en el instituto, aunque pensándolo mejor no creo que ver a mi hermana Emily diariamente sea motivo de celebración. De todas formas espero hacer bastantes amigos. La verdad es que ya conozco algo gente puesto que iban conmigo a clase.

Preparo la mochila y bajo corriendo las escaleras para encontrarme con mi padre y mi hermana de malos humos en el coche.
- ¿Qué? La impuntualidad es un don - Digo entrando a la parte trasera.
- Si y a ti es el único que te tocó - Emily querida, ¿nunca te han dicho que calladita estas más bonita?
Parece que hoy mis dos hermanos están empeñados en joderme el día.

No me malinterpretéis, me encanta tener un par de hermanos pero son tan insoportables como un grano en el culo. Llegamos al instituto y mi padre aparca el coche dejándonos justo en la puerta.

Nada mas salir diviso a mi mejor amiga la cual me saluda alzando la mano. Sip, ella también ira conmigo a clase, ¿no es genial? La verdad es que sin ella andaría perdida, sobretodo porque es fácil encontrarla.
Teresa Fernández siempre esta armando jaleo.
Me dirijo hacia ella pero un patoso irrumpe en mi camino y hace que me caiga de culo.

Estaba a punto de descargar toda mi rabia sobre él cuando observo la cara de la persona que me ofrece su mano. Madre mía, todos los patosos deberían ser así.
Es uno de los chicos mas guapos que he visto, tiene el pelo castaño, como yo y unos ojos que no sabría diferenciar si son marrones o verdes pero me los quedaría mirando durante horas.

- ¿Te vas a quedar ahí sentada todo el día?
- Si no me hubieras empujado no me habría caído - Contesto de forma borde a la vez que me levanto yo sola rechazando su ayuda.
- Lo siento, no te vi - Oye majo que soy bajita pero no invisible.
- Pues entonces deberías ponerte gafas - Le respondo y me voy dejándole con la palabra en la boca.

Me acerco a mi mejor amiga y la saludo con un abrazo, hacía tiempo que no nos veíamos.
- Ya veo que has estado ligando - Asegura ella mirándome con demasiada picardía.
- Sí, seguro, es mi hobbie coquetear con los cegatos que no ven por donde van y arrastran a las personas a su paso.
- Tú di lo que quieras pero te le has quedado mirando como si fuera el único hombre en la tierra - Entorno los ojos ante su comentario, tampoco ha sido para tanto.
- Ni con esas me acercaría a ese sujeto con problemas de vista.
Mi amiga lanza una carcajada que provoca que todo el mundo se gire a mirarnos y después de ignorarles, entramos al instituto y vamos directas a ver cuales serán nuestras próximas clases.

- ¡Me toca Literatura!
- Yo tengo Física y Química.
- Jo, ¿en serio no vamos a estar juntas el primer día de clase? - Pregunta mi amiga con un puchero.
- Tranquila mujer, todavía nos quedan 5 horas más en este infierno.
- No acabamos de entrar y ya te estas quejando, ¡eres un caso Laila!
Reímos y nos dirigimos a nuestras respectivas taquillas, mas tarde a nuestras clases.

Entro de las primeras y me siento en un sitio del medio, entran algunos alumnos más y les sigue la profesora quien cierra la puerta y apunta su nombre en la pizarra. No ha terminado de presentarse cuando alguien interrumpe la clase. Se trata de un chico bastante mono, moreno con ojos negros, entra en el aula y se dirige a los sitios de atrás.

- Espero que sepa que llega usted tarde señor...
- Brown, Chase Brown - Completa el chaval - No se preocupe profe se perfectamente a que hora he entrado por esa puerta - Observa a la profesora con una sonrisa ladeada cargada de arrongancia, este chico es un verdadero cretino.
- Bueno me alegro de que sea consciente, también espero que sea consciente de que esta usted castigado.
El susodicho se limita a reír. No creo que un simple castigo le baje los humos.

Una vez termina la clase estoy a punto de irme cuando cruzo miradas con él y forma una sonrisa, yo solo puedo sentir repulsión hacia el gesto por lo que me le quedo mirando con la ceja alzada para luego irme a la cafetería por mi almuerzo.

Cojo una bandeja y la lleno de comida, busco entre las mesas a mi amiga y no me doy cuenta de que estoy caminando sola hasta que me estrello contra alguien. Miro la cara de mi obstáculo y rápidamente me arrepiento de haberlo echo. Se trata del chico del aparcamiento y no solo eso, también le he bañado con la salsa de tomate que tenían mis espaguetis.
¡Adiós almuerzo!

- Oye pero que haces, ¿esto es una clase de venganza por lo de esta mañana? Porque te pedí perdón.
- ¿Qué? ¡No!, ha sido sin querer.
- Ya claro, a ti lo que te pasa es que eres una amargada, solo había que verte la cara de berrinche cuando nos hemos cruzado.
¿Perdona, qué?
A mi nadie me llama amargada y vive para contárselo a su descendencia.
- ¿Como has dicho? - Pregunto esperando que valore su vida y cambie la respuesta.
- Que eres una amargada, A-MAR-GA-DA, ¿quieres que lo deletree?

La ira recorre por mis venas y sigo mis instintos mas primarios. Agarro la comida de la primera bandeja que pillo y se la lanzo con todas mis fuerzas.
- Tranquilo, te había entendido a la primera.
Me giro triunfante y dispuesta a salir cuando siento algo blandito colisionar con mi espalda.
No me doy cuenta en que momento he empezado una guerra de comida contra este tipo hasta que alguien entra en la cafetería y se oye:
- Ustedes dos al despacho del director ¡YA!

- ¿Con que una guerra de comida eh?, ¿No sois un poco mayores para eso? - Inquiere el director.
- Con el debido respeto señor, empezó ella - Maldito traidor.
- Me da igual quien empezara el caso es que usted señor Smith y la señorita Jordan se quedarán limpiando el estropicio junto con su compañero el señor Brown.
¡Y ahora encima me castigan por culpa de este panoli, no le soporto!

El conserje nos entrega aparatos de limpieza y una vez en el comedor nos encontramos con el chulo de barrio.
- ¡Hombre Luke! Con que tú y esta preciosidad sois los que habéis manchado todo esto.
- Esta "preciosidad" ha conseguido que nos castiguen solo por llamarla amargada.
Se saludan como si se conociesen de toda la vida, así que supongo que son amigos.
- Os podéis ir los dos a la mierda - Digo sacándoles mi dedo de en medio.
Ahora solamente rezo porque el castigo acabe pronto y pueda irme a mi casa cuanto antes, como pase un segundo más con estos dos terminaré fregando el suelo con sus cabezas.

FOUROnde histórias criam vida. Descubra agora