La danza Azteca de los celos

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Quevirgüeeenza.

Miguel soltó una carcajada, se acercó al oído del otro y le susurró: Te miras remono.

El japo-americano ya tenía en ese momento las orejas rojas a más no poder.

-Bailas bien bonito chino-

-¡Ay ya callate!- dijo Hiro dándose una vuelta para evitar la mirada del moreno.

Leo observaba afuera del círculo.

Podía ver a Miguel.

Con una sonrisa que mostraba el hoyuelo que tanto lo caracterizaba y el tan famoso "lunar que tiene cielito lindo junto a la boca".

Podía ver a Hiro.
Sus cabellos desordenados brillando con las gotas de sudor que comenzaban a formarse con el movimiento que el muchacho realizaba, sus delgados labios formando una hermosa sonrisa que terminaba en unas mejillas con "chapitas" que gritaban apachurrame.

Ambos con los ojos cerrados, bailando uno en frente del otro, diciéndose cosas al oído.

Leo se mordió el labio.

Que no existe el amor a primera vista decía...

Una sonrisa lastimera se formó en su rostro.

Si no supiera que se acaban de conocer hacía dos semanas el moreno de rasgos indígenas juraría que ambos se conocían de toda la vida.

Apretó inconscientemente los puños y sus ojos se cristalizaron un poco.

La intervención de Honey le hizo volver a la realidad.

Al verlo lejos de la bulla la chica lo atrajo hacia el lugar de la danza sin notar el estado emocional en el que se encontraba el muchacho, que lo más que pudo conseguir fue forzar una sonrisa.

~~~~~
Ese día no encontraron nada de lo que buscaban.

Honey esperaba que Hiro estuviera frustrado, quizá preocupado porque seis meses tal vez no fuera una cantidad de tiempo suficiente para terminar la nueva versión de Baymax.

Pero no.

Hiro estaba sonriendo.

Con un Miguel a su lado que le contaba el como los antiguos aztecas bailaban ese tipo de danzas para brindar tributo a los dioses.

Soltó una risita por lo bajo.

Le encantaba ver a su amigo contento. Era difícil que no estuviera estresado por alguna cosa de la universidad y verlo así era realmente reconfortante para la rubia.

En cambio Leo se quería morir en ese preciso instante.

Esa sonrisa no era falsa, estaba seguro. Los ojos destellantes que no podían separarse de los otros se lo decían.

Hiro estaba cayendo por Miguel.

~~~~~
-¡La regla de las cinco horas!- Gritó Miguel mientras levantaba del suelo la peleta de chamoy de una marca con su mismo nombre que se le había caído para acto seguido metérsela a la boca.

-¿Qué no eran cinco segundos?-

-Vamos Leo es igual!-

-Tus glóbulos blancos en tu cuerpo no piensan lo mismo...- dijo Hiro que entraba al, recién invadido por mexicanos, laboratorio.

-¡¿Cómo no les puede picar eso?!- les preguntó Honey que aún respiraba entrecortadamente al haber aceptado, ingenuamente, el reto de los chicos de comerse una bolsa de Takis fuego completa.

Sukoshi kurutta [ΩHiguelΩ/¤Kuban¤]Where stories live. Discover now