Ella entró en casa corriendo y le dio un beso a su padre que se encontraba en el sofá leyendo un libro, le dio otro a Roscoe que estaba junto a él jugando con su PSP y otro a Lorena que se encontraba al pie de la escalera. Subió corriendo las escaleras y se encerró en su cuarto. Eran las tres de la tarde, pero siempre que se arreglaba para una fiesta procuraba hacerlo temprano, a ella le gustaba darse a desear pero tampoco le gustaba ser de las que tenían al chico esperando por ellas la mitad de la noche. Y Blair sabía que ella tenía un record en cambio de ropa, ella podía perfectamente cambiar todo su look entre el primer piso y la planta baja de un ascensor. Había hecho el intento.

Así que se metió a la bañera y se dio un largo baño de espuma. Necesitaba relajarse después de todo, estaba un poco tensa por todo lo acontecido en la semana. Cuando salió eran casi las cinco, un poco más y hubiera terminado como una pasa. Estuvo una hora más bailando con música de Avril Lavinge, luego procedió a ocuparse de su maquillaje y como ya tenía su atuendo, a las seis estaba lista. Como le gustaba darse a desear y Eugene había dicho que estaría en su puerta a las siete se quedó tratando de pasar el nivel de 60 Candy Crush y borrando viejos contactos de WhatsApp. Se había perdido en viejas conversaciones con Macy y Hilary, nada comparado con las conversaciones con Becky y Hannah, ellas eran graciosas y ocurrentes y la hacían reír, no la envidiaban ni deseaban nada de lo que ella tenía, eso hacía que Blair se encariñara muy rápido con ellas.

— ¡Blair, Eugene está aquí! —Oyó la voz de Roscoe a través de su puerta.

—Dile que espere, estaré lista en un momento. —Respondió ella, dándose un repaso en el espejo.

—Todos sabemos que ya estás lista. —Bufó Roscoe.

—Tú dile que espere. —Repuso.

— ¿Cuál es el punto de hacerlo esperar? —Porfió Roscoe aun pegado de la puerta.

—Roscoe, sé lo que hago.

—Vale.

Roscoe al fin dejó la puerta y ella pudo dar vueltas en su habitación tranquila. Se planteó de nuevo todo lo que iba a preguntarle a Eugene. Todo lo que le diría. Vaya, no era fácil. ¿Por qué ahora que le gustaba un chico de lo más normal y no nada llamativo se le hacía tan difícil?

Porque él tiene el cerebro en la cabeza y no en los pantalones. Respondió su subconsciente. Ella tuvo que darle la razón.

Bien, si ella no podía usar su atractivo para conquistarlo, eso era lo mejor que tenía. Más su historia acerca de cómo noqueó a una mujer por el último par de botas Gucci en una tienda. No creía que eso a Eugene lo interesase.

—Bien, Blair, tú puedes hacer esto. —Se dijo a sí misma cogiendo el pequeño bolso que combina a la perfección con su vestido y colgándose la delgada cadena en el hombro.

Abrió la puerta y salió meneando su cadera como era su hábito natural, bajó las escaleras lo más rápido que puso, pero antes de llegar al final de éstas pudo oír como Eugene y su padre, estaban charlando en la sala de estar acerca de pesca. Su padre se oía feliz, no como cuando ella traía a casa a Greg y su padre por casualidad llegaba o estaba en casa luego de un viaje, Greg estaba como enfurruñado y su padre mucho más, a ellos no les importaba llevarse muy bien entre sí, fue odio a primera visto. Pero con Eugene se oía como si en realidad estuviera hablando con un amigo.

—A Blair no le gusta pescar, es muy torpe en eso. —Decía su padre, ella se golpeó la frente.

—Bueno, supongo que ya lo sabía, creo que Blair es demasiado elegante para que la veas en el lago. —Dijo Eugene. Pero no como si Blair fuera frívola, sino como si estuviera hablando de la Reina de Inglaterra.

La vida después de la popularidad.Where stories live. Discover now