Capítulo número tres

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-Lo estás haciendo muy bien. Eres un buen chico -murmuró, para luego acariciarle el cuero cabelludo en gesto de agradecimiento. Pero él necesitaba más, y deseaba sentir esos labios carnosos alrededor de su pene chupándole hasta hacerlo terminar-. Abre la boca, cariño. - Erick le miró a los ojos para luego obedecer cual criatura sumisa abriendo la boca tal y como Joel le había dicho. Éste volvió a tomar su pene y luego penetró la boca de Erick con el-. ¡Joder! ¡Qué bien se siente! -articuló en un hilo de voz. Enseguida comenzó a moverse para embestirlo despacio apoyándose por la cabeza del menor, logrando en repetidas ocasiones que Erick se atragantara. El de ojos verdes no dejaba de chuparlo desde el tronco hasta la cabeza dando pequeños lengüetazos en la punta, sintiendo el líquido pre seminal de Joel sobre su lengua mezclarse con su propia saliva. Había usado un par de veces sus dientes porque había leído en unas revistas que a Joel le gustaba el sadismo; y realmente no eran notas falsas ya que Joel gemía de placer cada vez que sentía los dientes de su fanático sobre la piel hipersensible de su miembro. El cosquilleo sobre su abdomen comenzaba a avisarle que estaba a punto de llegar al orgasmo. Una corriente eléctrica le había recorrido la espina dorsal y cada musculo de su cuerpo.

-Me voy a correr -sentenció Joel, pero Erick no se había apartado y sólo había continuado con un ritmo frenético. Al vocalista se le tensaron todos los músculos del cuerpo y sintió como esté se endureció. Gracias a la succión que había hecho Erick sobre la punta del pene alcanzó el orgasmo corriéndose en el rostro del menor.

-¡Ahhh! -un gemido estruendoso llenó el silencio de toda la habitación. Joel había apretado los ojos, y su cabeza había quedado postrada en el respaldo del sofá. Erick, por su parte, había usado su dedo índice para limpiarse los residuos de semen sobre su cara, y luego los llevó hacia su boca para chuparlos. No pasaron ni diez minutos para que Joel volviera a estar duro, una vez observó cómo Erick se chupaba los dedos cubiertos por su semilla. Era un chico con aires de niñez, y para complementar esa imagen angelical llevaba ese arreglo de flores en su cabello haciéndole lucir como un querubín expulsado del cielo hecho especialmente para chupar pollas. Y luego el condenado se lamia los dedos mirándole con toda la inocencia posible, con un brillo prohibido y siniestro en sus ojos. Nunca había tenido el placer de encontrarse con un fanático tan fogoso como Erick, y ahora sentía que quería poseerlo hasta que el niñato le rogara que parara.

-Desnúdate y ponte a cuatro -dijo Joel en un tono de voz exigente y autoritario; pero eso logró excitar de sobremanera al cubano, así que obedeció. Se desnudó frente a Joel y se subió al sofá poniéndose en la posición que le había exigido. Joel se acercó hacia los glúteos para separarlos y encontrar ese pequeño agujerito del que estaba esperando desde que vio a Erick frente a él con esos ojos brillosos y esa mirada sinvergüenza. Cuando su lengua apenas alcanzó a tocar aquella zona, Erick tembló y apretó los ojos sintiendo como un cosquilleo se instalaba sobre el abdomen. Joel continuó y comenzó a hacer breves círculos con su lengua sobre el ano de Erick. Las sensación que el de ojos verdes estaba sintiendo era maravillosa; sentía que todo lo que giraba a su alrededor había dejado de existir y sólo podía sentir la humedad de la lengua del vocalista volviéndolo loco.

-¡Por Dios! Me voy a correr -avisó entre gemidos. Joel se apartó de él y sacó un bote de lubricante con olor a frambuesa. Lo extrajo y se colocó en los dedos una cantidad considerable.

-¿Estás listo, dulzura?

-Yo... ¡Ahh! - No había esperado a que Erick respondiera a su cuestión cuando ya había introducido el primer dedo en su intimidad. Comenzó a penetrarlo lentamente, y con la otra mano acariciaba los glúteos de su amante-. Necesito más, mete uno más. –Joel concedió sus deseos e introdujo dos dedos más. Había tres dedos en el esfínter de Erick haciéndole sentir cosquillas en el estómago. Pero él necesitaba más, algo más que no se tratara de los dedos del vocalista, que, aunque lo hacían sentirse de maravilla, no llegaban a hacerle correrse; y lo necesitaba, lo necesitaba como un loco.

The Rouge -Joerick-Where stories live. Discover now