Capítulo 9

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Carlos comenzó a relatarle a Dafne una historia:

"Hace muchísimos años, en la Grecia antigua, existió una bruja llamada Dragma. Era la bruja de un pequeño pueblo y a ella acudían todos sus habitantes en busca de remedios naturales contra algunas enfermedades, pequeños conjuros e incluso algunas pócimas de amor. Dragma no era una bruja mala, desde niña siempre había sido muy buena con todo el mundo y siempre había tenido claro que quería ayudar con sus poderes y conocimientos a los demás. Pero a pesar de que su corazón solo albergaba bondad, no sabía porque, pero todo a su alrededor sufría, se marchitaba o sencillamente se iba, por lo que, aunque tuviese el cariño y la gratitud del pueblo, siempre se sentía muy sola.

Un día llegó al pueblo un joven mercader que buscaba unas extrañas hierbas curativas que solo se encontraban por la zona y que tenían un alto precio para aquellos que supieran comerciar con ellas. Dragma era quien cultivaba aquellas extrañas plantas en un jardín, y el secreto de que fueran tan especiales y que nadie sabía, era que en verdad no eran más que un hierbajo corriente, solo que Dragma los imbuía de su magia en las semillas y así adquirían esas propiedades, por eso todo aquel que había intentado plantarlas en cualquier otro lugar, no había obtenido resultado alguno.

El joven mercader llegó al puesto de Dragma en su busca, y al verlo, el corazón de esta comenzó a latir como nunca antes lo había hecho. Era un joven muy apuesto. Tenía el pelo de un rubio apagado con unos preciosos rizos que se le metían un poco en la cara. Debido a que llevaba un sombrero Dragma no lograba verle los ojos.

Cuando el joven al fin se quitó el sombrero y retiró su pelo de la cara, Dragma al fin vio los ojos de aquel desconocido. Eran de un azul muy frío, casi blanco. Dragma quedo encandilada por aquellos ojos fríos como el hielo que la penetraron hasta lo más hondo de su ser.

Después de aquel encuentro, los dos comenzaron a pasar más tiempo juntos. El joven que se llamaba Eneas, en honor al mítico héroe griego, le contaba a Dragma historias sobre todos los lugares que había visitado y todas las aventuras que había vivido, las cuales a Dragma le resultaban fascinantes ya que nunca había salido de su pequeño pueblo. A cambio Dragma enseñaba al joven algunas mezclas de hierbas y ungüentos de fácil preparación que él podría usar para comerciar. Poco a poco los dos se enamoraron perdidamente y el joven postergó su viaje por un poco más para poder pasar más tiempo con Dragma.

Al cabo de unos meses, Dragma sentía que daría la vida por él, no había en sus pensamientos hueco para nada que no fuese Eneas, y deseaba marcharse con él por todo el mundo a vivir mil y una aventuras, pero... había algo que... Dragma aún no le había contado. Eneas seguía creyendo que ella era una simple curandera con algunos conocimientos sobre plantas, pero Dragma aún no le había hablado de sus poderes, de cómo podía curar a personas utilizando tan solo sus manos.

Un día decidió contarle la verdad a Eneas, a pesar de que le daba pavor su reacción y que tal vez huyese, ya que por aquel entonces... la brujería no estaba muy bien vista. Dragma le mostró sus habilidades y cómo podía traspasárselas a otros seres vivos, en este caso las plantas, para que pudiesen ayudar a la gente en su lugar en cualquier lugar del mundo. El joven miraba admirado lo que Dragma era capaz de hacer, y en vez de ahuyentarlo, lo unió más a ella. Dragma no cabía en sí de gozo y la reacción de Eneas solo hizo que ella lo amase aún más si podía. Los dos jóvenes planearon casarse para estar así toda la vida juntos, pero la guerra se aproximaba, el frente de batalla cada vez se acercaba más a su pequeño poblado y ya nadie estaba a salvo. Desde todos los alrededores acudían miles de personas portando a sus seres queridos malheridos con la esperanza de que Dragma pudiese curarlos. La joven intentaba hacer todo lo que podía, los enfermos más superficiales se los dejaba a Eneas que les aplicaba las infusiones y ungüentos que Dragma le había enseñado para curar todo tipo de heridas, quemaduras, etc. Mientras que Dragma, en privado, trataba a los más enfermos y débiles, curándolos con sus poderes. Salvaba a todos los que podía, pero curar a tanta gente comenzaba a debilitarla. Cada día se encontraba más exhausta y le costaba más curar a las personas, incluso llegó un momento en el que no era capaz de curar a los terminales, sus poderes no daban más de sí y necesitaba descansar.

Fracta FlammisUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum