CAPÍTULO III

49.9K 2.5K 569
                                    

Cuando llegamos a la oficina, me adelanté a Paul. No quería compartir el ascensor con él, no después del momento que pasamos en el vestidor de la tienda. Con bolsas en las manos saludé a Sofía quien se veía repleta de archivos y trabajos, no obstante, su rostro lucía triste y desanimado

—¡Feliz cumpleaños, amiga! Te compré un pequeño pastelito, pero lo siento recaí de nuevo — Sofía tenía un serio problema con alimentación y las drogas. La había intentado convencer de asistir a un especialista, pero ella se negaba a aceptar su problema y se ponía muy molesta cuando mencionaba el tema.

—Hey, no pasa nada —dejé las bolsas en el suelo y me acerqué a ella —eres hermosa, entiéndelo. No necesitas hacer dietas extremas, ni matarte de esta manera solo por intentar cumplir con los estándares de la sociedad. Al contrario, deberías amarte a ti misma como eres.

—No quiero tus sermones, Emma —se alejó de mi avergonzada, como un cachorro regañado. Quería ayudarla de corazón, pero no sabía por dónde empezar ni cómo. Las puertas del ascensor se volvieron abrir y Paul apareció, me sonrió tímidamente y con su cabeza me hizo una señal para que lo siguiera. Asentí inmediatamente, pero no me moví; mi corazón volvió acelerarse y las chispas en todo mi cuerpo aparecieron al instante. Me acerqué a mi escritorio y tomé el bloc de notas entre mis dedos y con paso rápido caminé hasta la oficina del señor Black.

—¡Tome asiento! —Me indica Paul, una vez dentro de su oficina. Las persianas continuaban cerradas y por algún motivo, yo me encontraba apretando las piernas con fuerzas y relajándolas una y otra vez. Ese vaivén resultaba realmente excitante, tanto que poco a poco mi ropa interior se humedecía. Hacía mucho calor, demasiado calor.

Juraría que él lo notó al pasar a mi lado, ya que, sus ojos duraron varios segundos en apartarse de mi cuerpo. Me acomodé, irguiéndome con torpeza en la silla de cuero —¿Desea algo, señor Black? —mi respiración está agitada, y sin desearlo, mis dedos se mueven a lo largo de mis piernas, acción que no me ayuda mucho con este deseo tan intenso.

—¿Se encuentra bien? Estas semanas, corrección —se aclaró la garganta —este mes —lo pensó un poco más —la he notado extraña.

—¿Yo, extraña? Para nada, microbio. Todo continua igual... si algún día te estás quemando en un incendio, miraré como te quemas, mientras me tomo un vaso de agua— Las palabras salen de mi boca sin pedir permiso y Paul me mira con una mirada incrédula —no hay nada extraño en mí, señor Black.

—Supongo —caminó nuevamente hacia mí y se recostó en el escritorio de madera oscura. Le ordené a mi cerebro correr las piernas a un lado para que no existiera roce entre nosotros. Pero como fieles traicioneras, mis piernas se abrieron tan solo un poco para recibirlo. Atrapando su rodilla entre las mías.

—¿Me necesita para algo, señor Black? —la voz vuelve a salir agitada.

¡Ayuda los bomberos! Que me quemo.

El silencio se vuelve cada vez incómodo y su mirada no se aparta de la mía.

—¿Me dejaría comprarle un regalo por su cumpleaños?

—¿Comprarme algo más? —cerré los ojos sintiendo como su pierna se habría paso entre las mías —no... es necesario... en serio...

"Su cercanía me asusta"

"Su cercanía me excita"

Su cuerpo comienza a ceder, dejándose caer con lentitud sobre mí sin desviar su mirada de la mía. Su cuerpo se pega más al mío y siento su aliento a menta.

—No es correcto, señor Black —me levanto de la silla temblando. Él se irgue al mismo tiempo en el que levanto. Mis manos se posicionan en su pecho para alejarlo, pero en lugar de hacerlo solo me aferro con desesperación a su camisa. Sus fuertes manos titubean en sí tomarme de la cintura o no.

Paul +18 |TERMINADA EN DREAME|Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora