La fiesta

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Sólo de recordar lo chido que se portó Benjamín ese día en la fiesta se me pone chinita la piel de la emoción. Lo conocía de vista namas, él siempre andaba con mi primo, el alacrán, a todas partes. Yo había tomado hartas cervezas, como siempre, vomité dos veces y veía al piso, estaba mareadísima todo daba vueltas como tazas locas de la feria, en cuanto alzaba el pescuezo sentía que se me salía toda la vasca.

Estaba sola, echada en el sillón de la sala. Los otros estaban en el patio delantero de la casa, los podía oír, pero no guatchear. Yo ya me quería ir a mi casa, pero a mi mamá le había dicho que me quedaría a dormir en casa de una amiga, ni modo de llegar de madrugada. Y no seguí tomando porque ya estaba harto borracha.

Oía gritos del patio. Ponían una canción y la quitaban rapidito para poner otra. En donde estaba no había foco, a veces me da miedo estar sin luz, pero se entraba algo de las lámparas de la calle. Un chico llegó y se sentó a lado, me espantó no vi cuando llegó, solté un pequeño gritito. Preguntaba babosadas: ¿te gusta el rock, donde vives, tienes novio? Yo solo movía la cabeza y cada vez me mareaba más. Cuando vi ya me tenía abrazada, me hice a un lado, pero no se quitaba, se movía hacia donde yo me fuera. No lo pelé, en eso me empezó a sabrosear, me agarraba las tetas y me quería besar. Yo me quitaba, "estate quieto cabrón", hasta que me jaló con las dos manos. Comencé a gritar, pero nadie venía, la sala estaba vacía y se oía la música bien fuerte, todos estaban en el patío quemando hierba. El me estaba tratando de quitar la blusa cuando Benjas entró.

—¡Ayudame cabrón! —dije queriendo gritar, pero la voz me salió muy bajita.

—¡Hey, sáquese de aquí! ¿Qué no ves que nos estamos tomando cariño? —dijo el cínico que me tenía sujeta con ambos brazos.

Namas vengo por refresco pal Ron, yo ni veo —dijo Benjas muy educado—. No sé porque no se van a un pinche motel, si aquí están en el paso.

—¡Qué te calles! No me dejas concentrar

Aproveché su pleito para zafarme y me eché a correr, ya sentía que lo lograba, el estomago se me revolvía de la emoción. Pero más bien era el vomito de nuevo. Y salió todo lo que tenía en la panza, el ron, los chicharrones enchilados, los tacos y la cerveza. Me quemaba la garganta y cuando parecía que ya había terminado salía más y más.

—No inventes, el Alacran se va a enojar un buen. Su piso todo vomitado —dijo Benjas .

—Cuál piso si es puro cemento. Y del más barato del gris —dijo el abusador. Seguramente tenía envidia de la casa —, además hay partes donde ni cemento hay y es pura tierra. Pero eso sí le atinó exactito al cemento.

El Benjas se fue al patio. No creí que el chico quisiera acercarse de nuevo, tenía mi boquita llena de comida y cerveza, guacareada. Hasta la blusa estaba embarrada de color naranja por los chicharrones. Fui a la cocina a buscar una jerga pa limpiar el cochinero, pero el chico no me dejó, me jaló al sillón y ya me estaba manoseando otra vez.

— Qué me dejes. Sí estoy toda vomitada —dije y abrí la boca y saqué la lengua para que viera los restos de mi panza.

A él no le importó me dio un beso y me metió la lengua, en la boca, hasta dentro. Del asco estuve a punto de volver a vomitar. Me tenía en una esquina y no me dejaba salir. Hasta se me olvidó el mareo del susto. Pasaba su lenguota por todo mi cuello yo me movía como lombriz para zafarme, sentía cosquillas. Me acordé de mi Ma, que una vez me dijo que si algo estaba feo, imaginara que estaba en otro lugar. Me imaginé en la playa una bien bonita, con palmeras y cocos. Pero no podía concentrarme porque el idiota ahora me jalaba la blusa y yo no quería.

Alguien azotó la puerta, era de nuevo Benjas, di gracias al cielo y a mi santo por echarme la mano le grité que me ayudara. Pero él tenía los ojos rojísimos y se movía despacio.

—Otra vez tu, ya lárgate de aquí, puerco, mirón —gritó el chico .

—Pos vengo por hielos. Ni que fuera tu casa es la del alacrán.

—Pues o te vas o te saco a trancazos.

—¡Huy. Eso lo quiero ver!

Sentí rebonito de que se fueran a pelear por mí, era como en la telenovela de las ocho. Yo quería que ganara Benjas, porque el otro era un mano larga que se había pasado. Lo malo fue que Benjas estaba bien pacheco de toda la yerba que había fumado, parecía que daba los golpes en cámara lenta como en "Matrix", en lo que lanzaba uno, el otro chico ya le había dado cinco y pegaba bien fuerte, se escuchaban los golpazos secos como si azotaran una chancla. El chico lo sacó de los pelos al patio y le dio una santa golpiza. Creo que lo azotó en cada pared de la casa y contra el piso, bueno contra la tierra, que sino quien sabe si lo mata. El pobre ni se defendía.

Le estaban dando refeo, le pedí al Alacran que los separara, pero él dijo que no se podía meter, es uno contra uno. Hasta que Benjas se dejo de mover y quedó como gallina despescuezada fue cuando los separaron. El chico se fue rapidísimo, yo creo que pensó que estaba muerto.

Benjas no se movía y todos estábamos bien preocupados; menos dos chavos que jugaban con un cigarro de mariguana a ver quien aguantaba más con el humo adentro. El Alacrán dijo que en las películas cuando se desmayan los despiertan con alcohol. El ron ya se había terminado, pero quedaba cerveza, estuvimos de acuerdo en aventarle una en la cara, "ojala y si se despierte porque es un desperdició tirar una chela" dijo un tipo con cara de tristeza. Se paró tosiendo y bien espantado, preguntó en dónde estaba. Lo ayudaron a levantarse y lo sentaron en una silla. Todos aplaudieron.

—Pongan algo de Metalllica, carajo —gritó el alacrán.

Unos fueron a poner las rolas y otros por más alcohol. Yo me quedé limpiando la sangre a mi héroe. Los ojos los tenía medio cerrados, pero se veía que eran bonitos, color miel. Y su nariz estaba chueca de los madrazos, pero hasta respingada la vi en ese momento. Era bien guapo. No podía creer que sólo por mí, por defenderme, le hubieran puesto esa golpiza. Era lo más romántico que alguien había hecho por mí. Bueno lo segundo más romántico después del chico que me llevaba flores disfrazado de minion, Pedro, lo malo es que esa vez lo mordieron como cinco perros que hay en mi calle y le rompieron todo el traje.

—Fue muy chido lo que hiciste —dije.

—Pos sí. Yo quería hielos.

—Me defendiste. Ese mono me estaba manoseando a la de a fuerzas.

—Claro. Si quiero hielos y refresco quien chingados me va a decir que no. Yo paso por donde quiera —dijo Benjas indignado.

—Sabes, lo que me quería hacer el, me lo puedes hacer tú.

Se quedó con cara de tonto. No supe si fue la impresión o que seguía atontado por la yerba. Yo soy bonita, más que las de la escuela, tal vez eso le impresionó, lo único que me choca son las estrías que tengo en las patas. Como él no hacía nada yo le di un besote en la boca. Él me dijo que sabía a chicharrones. Me acordé del vomitó, ¡qué pena! y fui rapidísimo al baño a enjuagarme la boca, pero ni siquiera tenían pasta de dientes, ahora ya sé porque mi primo tiene sus dientes chuecos de mazorca.

Nos quedamos hartas horas en el sillón de la sala hasta que guatche el sol . Fajaba bien rico. Todos estaban en el patio y nosotros en el sillón de la sala, apagamos las luces y nos echamos. Me puse arriba de él y me quité el pantalón, pero estaba bien nerviosa de que alguien fuera a entrar y todo el tiempo volteaba mi cuello hacia la puerta como avestruz . El debe de haber estado bien nervioso también porque no se le paró y no pudimos hacer el amor. Le acaricié el pelo hasta que se quedó bien dormido, lo seguí besando a cada rato hasta que amaneció. A veces despertaba tosiendo y escupía flemas con sangre. 

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