Capítulo 11

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Oscura y como una sombra, la cabeza de RinRin se alzaba sobre sus largos mechones de cabello azulado.
-¡GARU!- su voz era como un estruendo, sus gritos parecían desgarrar su garganta, sus ojos como carbones encendidos recayeron únicamente en la figura del ninja Garu, que si antes muy valiente y gallardo con su victoria, ahora se encogía como un ratón atrapado.
RinRin, rápidamente, asestó un golpe en su dirección, el cual Garu a duras penas esquivó, haciéndose a un lado, dando suspiros de temor.
La lluvia había casado, y ahora solo quedaba la lodosa tierra que había contemplado tanta violencia en esa noche.
-¡RinRin!- gritó Abyo- ¡Detente!
RinRin, si bien lo escuchó, no le dio importancia. Naturalmente, estaba furiosa por el escape de Garu. Su obsesión con él no había menguado, se había transformado. Ahora él ya no era una persona, ni siquiera un objeto. RinRin debía tenerlo, a toda costa, era como si su existencia dependiera de ello.
-Entonces los ninjas de Tobe, hasta ahora solo espectadores entraron en formación de batalla. La batalla había acabado, esto estaba fuera de control. Los ninjas, en pequeñas hordas, empezaron a embestir contra RinRin, quien como era de esperar, los repelía con su brutal fuerza.
Entre todo el caos, Garu escapó entre los ninjas, aprovechando que RinRin estaba distraída repeliendo sus ataques. Ante la presencia de tal monstruo, Tobe, su venganza, y hasta Pucca, pasaron a un segundo plano. Ya no era miedo lo que Garu sentía por RinRin, terror y Pavor eran palabras que le quedaban cortas a ese sentimiento. Garu no podía, simplemente no sería capaz de volver al castillo. Su mente no sería capaz de resistir otro día en ese infernal lugar. Escapar lo antes posible, ahora era una cuestión de supervivencia de su mismísima existencia.
Sin embargo, no debemos olvidar que Garu también estaba muy herido, su escape fue lente, y solo llegó al bosque, en el cual se tropezó y cayó al suelo. Se escondió detrás de un árbol, mirando la pelea desde lejos, esperando otra oportunidad para escapar.
Por encima de su hombro, Garu vio la escena. RinRin no parecía dar señales de estar siendo derrotada, pero los ninjas de Tobe, por su mayoría numérica, atacaban en grupo y llegaban a veces incluso a  burlar sus mechones, llegando a golpear los brazos de RinRin.
Pero esto interesaba poco a Garu, y su mirada en vez de eso, volvió a Pucca, y Garu presenció como esta, en medio del combate, yacía junto a Tobe, ayudándolo a levantarse.
A Garu le rechinaron los dientes, sentía de nuevo la ira que lo había ayudado a estar a punto de acabar con Tobe, de nuevo en el fondo de su corazón, pero ahora, ni esa ira le ayudaría a superar el miedo por RinRin.
Pucca, asistida por Ching, llevó a Tobe a un lugar seguro apartado de la pelea, pero tanto ella como Ching, volvieron al campo de batalla, para asistir a los ninjas de Tobe, y a Abyo que ahora peleaba junto a ellos, dejando a Tobe, completamente solo…
En el campo de batalla, las cosas no iban mejor, si bien algunos de los ninjas podían simplemente levantarse y volver a pelear, muchos de ellos, tenían fracturas más grandes, y seguramente les tomaría un poco más que los minutos que le tomaba a RinRin acabar con hordas de sus compañeros, para volver a pelear, de modo que su superioridad numérica se veía cuestionada.
Abyo, era fuerte, incluso si daba la apariencia de ser solo un fanfarrón, había entrenado duro toda su vida, y era un rival digno de Garu, aunque no igual de entrenado. Pucca, también podía pelear, en años anteriores, había podido incluso vencer a RinRin gracias al poder de sus emociones, pero ahora dos factores cambiaban el balance de la pelea. RinRin, estaba invadida por una furia que la dotaba de una fuerza incluso superior a la que siempre ostentaba, y el caos emocional que experimentaba Pucca en ese momento, le impedía pelear con todas sus fuerzas.
El frío de la noche después de la tormenta, se pegaba a las pieles ya empapadas de los contendientes. Los ninjas saltaban hacia RinRin y eran devueltos al suelo por ella, como la sombra de una piedra que cae al agua.
Uno a uno, más ninjas caían al piso y eran incapaces de levantarse. Abyo resistió otro poco pero empezaba a cansarse.Fue en este punto de la batalla, en el que los ojos de RinRin cayeron sobre algo que había casi ignorado toda la pelea. RinRin vio a Pucca.
En un despliegue de la más grande ironía, los pensamientos de RinRin dieron un giro inesperado.
Toda esta tragedia, el origen de la historia de amores y desamores, se había dado en el momento en el que RinRin decidió que la peor forma de hacer sufrir a Pucca, sería robándole ese objeto de su amor, que había protegido por tantos años…
Pero ahora la retorcida mente de RinRin invirtió la fórmula. Por primera vez, pensó que si su objetivo era lograr que Garu regresara con ella, la mejor forma de hacerlo, sería precisamente lo mismo, quitarle a la mujer que tenía su corazón cautivo.
Entonces, RinRin, en un golpe tremendamente fuerte, logró barrer a algunos ninjas en su camino, y logró asestar un fuerte golpe a Pucca, quien cayó de espadas unos metros atrás.
-¡Puca! -gritó Ching, quien hasta el momento ayudaba a los ninjas heridos. Ella se dirigió hasta Pucca, la que con un grito de dolor, se puso de pie.
Pero ese grito de dolor, hizo mucho más de lo que cabría pensar. Unos metros más al sur de la pelea, en la colina, Tobe, inconsciente, escuchó el grito de Pucca. Abrió los ojos rápidamente, pero fue lo único que logró mover con tanta facilidad.
Temblando, logró lentamente darse la vuelta, y que su peso recayera en sus brazos.  Su despeinado cabello, y la sangre que se escurría por su cara, le impedían ver, pero con todas su fuerzas, empezó a arrastrarse en dirección a la pelea.
-¿Qué crees que haces?- una voz dijo detrás de él. Era Garu, quien lo miraba con su cuchillo en mano.
Tobe no respondió, tampoco volvió la mirada para verlo, su mente, corazón y todas sus fuerzas estaban enfocadas en solo una tarea. Él debía salvar a Pucca.
-¿A dónde crees que vas?- Garu se acercó a Tobe, se agachó y sostuvo el cuchillo cerca de su garganta- ¡Mírame cuando te hablo!
Pero una vez más, Tobe no le devolvió la mirada, como si el cuchillo que Garu sostenía cerca de su cara fuese solo una hoja del césped, o como si sus palabras amenazadoras fuesen solo el sonido del viendo por las colinas.
Un paso, y otro… Tobe apenas y si podía aguantar el dolor, en cada ligero movimiento podía sentir el movimiento anormal de sus huesos al arrastrarse. Pero él siguió adelante…
-¿¡No me oyes!? ¡Vas a morir! -Garu gritaba, exigiendo la atención de su enemigo.
Tobe había logrado moverse un metro, y sentía que sus fuerzas de alguna forma volvían, pero entonces, la pendiente aumentó, y tras un esfuerzo increíble, las recién nacidas fuerzas de Tobe, murieron, y quedó rendido ante el cansancio y el dolor.
Garu perdió la paciencia. Si bien él también estaba herido y cansado, él estaba en muchísima mejor condición que Tobe. Garu agarró a Tobe por su largo cabello, y con todas las fuerzas que le quedaban, logró levantarlo y darle la vuelta. Tobe gritaba, y cuando vio la cara de su enemigo, por primera vez lo miró a los ojos. Garu, enfadado, sostenía el cuchillo sobre su cuello.
-Ahora sí… este es el fin. Esto lo hago por mi padre, al que el traidor de tu padre asesinó, aún siendo el maestro de su hijo. Lo hago por todas las personas a las que robaste y engañaste en Sooga y en cualquier rincón al que osaste a pisar. Te quitaré la vida, finalmente… ¿Cúales son tus últimas palabras?
A diferencia de en la ocación en la que era Tobe quien sostenía la espada, y Garu lo miraba con ira y rencor, el rostro de Tobe, no mostraba ninguna de estas emociones. Sus ojos volvían a ser como los de un niño, el niño que soñaba en ser un ninja y que no había conocido nunca el dolor de aquella infame taza. El niño que en las tardes, volvía cansado de su entrenamiento, pero era acogido con cariño por su padre. Este era el rostro, de alguien que por primera vez en mucho tiempo había experimentado el amor.
Bajo la luz de las estrellas, como millones de ojos que presenciaban la escena, Tobe, con lágrimas en sus ojos, no guardaba ningún rencor, el solo se veía muy triste.
-Por favor -dijo, con que aunque tan simple delata la incomparable melancolía de un hombre que sabe que va a morir, Tobe pronunció su último deseo- Cuida de Pucca…
Garu se quedó plasmado por la respuesta, la hoja del cuchillo comenzó a tambalearse en sus manos.
-¡¿Qué?!- Garu intentó gritar, pero en vez de eso, un atisbo de miedo apareció en su voz. ¿Cómo era posible, que el deseo de su eterno enemigo fuese ese? Aquel hombre que tan solo unas horas atrás había jurado matarlo por el honor de su padre, aquel hombre que había sido el eterno acusador de su venganza, no exclamó con sus últimos alientos ninguna maldición o algún insulto contra Garu. Su último deseo, simple y llanamente había sido, que cuidase de la mujer que amaba.
Garu empezó a temblar al igual que la hoja de su cuchillo. Se echó para atrás y empuñó con ambas manos su cuchillo hacia Tobe, como si el hombre herido frente a él fuese más peligroso con sus palabras que con su espada.
Una mezcla horrible de emociones golpearon a Garu fuertemente y sin piedad. La culpa, la ira la tristeza y la vergüenza aparecieron de la nada, ante la sola idea que proponía la mirada de Tobe.
Garu empezó a cuestionarse cosas que hasta el momento habían sido axiomas de su odio. ¿Estaba en lo correcto? ¿Era justificable lo que había hecho? ¿Era el mejor que Tobe como para ser juez de su sentencia y verdugo de su castigo? Pero más importante…
¿Amaba él más a Pucca, que Tobe?
La mente de Garu se abrumó con pregunta tras pregunta, llenándola como un vaso que se desborda, pero al final, no fue su mente la que sucumbió, fue su corazón. Garu cayó de rodillas, con un dolor en el pecho mucho peor que el de cualquier herida que había sentido hasta ese día. Sus ojos anteriormente llenos de odio, se humedecieron, hasta que finalmente, rompió a llorar.
Garu comprendió entonces, dos verdades horribles. Ni Pucca lo amaba tanto como amaba a Tobe, ni él amaba a Pucca de la misma forma que lo hacía Tobe. Después de todo, ¿acaso alguien en Sooga, o en el mundo entero había tenido tantas oportunidades para demostrar sus amor que él? No, eso era seguro. Garu solo había vuelto por Pucca, porque no había sido consciente de lo que tenía hasta que lo perdió, y ahora había vuelto a reclamar lo que creía suyo, aunque jamás había tenido el valor de reclamarlo, o el amor para cuidarlo.
Pero Garu también estaba seguro de algo, él también amaba a Pucca, lo sentía en su corazón, pero también sintió en su corazón una respuesta, que lo llenó de paz… Su amor por Pucca, era tan fuerte, pero jamás lograría hacerla tan feliz como lo hacía Tobe. Estaba tan seguro de esto, que estaba dispuesto a hacer su amor a un lado, con tal de que Pucca fuese feliz. Este en verdad, es un amor muy raro, y solo muy pocos pueden llegar a entenderlo, verdaderamente se requería de una persona con un valor colosal para hacerlo; verdaderamente se requería, de un verdadero héroe…
Pero algo más sacó a Garu de su trance, otro grito, esta vez de Ching, al observar como RinRin nuevamente, hizo a todos a un lado y con una fuerza tremenda, cargó contra Pucca. Esta estaba de pie, y el miedo ante la mirada de RinRin la paralizó. RInRin en el aire, lanzó con todas sus fuerzas sus mechones contra Pucca como una enorme flecha azul que descendía del cielo. RinRin no tenía intención de capturarla, sin intención de golpearla, había puesto tanta fuerza en su ataque había perdido control de sí. Pero tan solo unos instantes antes de que RinRin acabara con su amada, una figura oscura apareció como el viento, y empujando a Pucca, tomó su lugar.
Garu miró a Pucca, ahora en el suelo, Los mechones de RinRin lo habían atravesado como una espada, y el corazón de su pecho había desaparecido.
Pucca lo miró horrorizada desde el piso, pero Garu, tal vez para calmarla, le devolvió dicha expresión con una sonrisa. El silencio de pronto inundó las colinas en las cuales momentos antes había reinado el caos. Todos, desde los ninjas; hasta Ching y Abyo; la misma RinRin; e incluso Tobe, quien se había logrado poner en pie, miraban en silencio como Garu se había sacrificado para salvar a Pucca.
A este último, Garu le dirigió una mirada especial. Tal vez habría conseguido pronunciar una palabra, pero eso no fue necesario, sus ojos lo dijeron todo. Entonces, Garu cerró los ojos, y cayó al suelo, aún con la sonrisa de la satisfacción de que aún habiéndole costado la vida, había logrado salvar a Pucca.
Después un grito desgarrador, como no se ha escuchado nunca en Sooga y no se volverá a escuchar salió de los labios de RinRin, quien en solo un segundo, se había dado cuenta de que su amor había muerto a sus manos. Los ninjas casi dejaron caer sus armas al oír el grito, este infundió miedo en todos los corazones, excepto en uno, que en ese momento daba su último latido, seguramente, dedicado a Pucca...

"Forever and Beyond" Tobecca Fanfic Où les histoires vivent. Découvrez maintenant