Miro a Rosa con toda la incertidumbre posible en mi rostro. ¿Cómo me va a pedir eso?

—Vamos, toma su mano —insiste, ¡Oh por Dios! ¡No puede ser! No tengo de otra antes esos ojos feroces de Rosa, pongo la toalla que llevo en mi cuello sobre el desayunador para evitar sudar más de lo normal con esto, me pasan mil cosas por la cabeza. Tomo sus manos, sus pequeñas y suaves manos.

—Mírala, dime que te gusta de ella —¿Qué? ¿Para qué enemigos si tengo a Rosa? —Yo sólo quiero ayudar —agrega —confía en mí, ¿acaso no confía en mí Oliver?

Me gusta todo de ella Rosa, hasta su extraño gesto al enfadarse, pero es obvio que no diré eso.

—Me gustan sus ojos —digo finalmente, y es cierto, fue lo primero de ella que llamó mi atención. Puedo notar como ligeramente se sonroja, pero disimula demasiado bien. Rosa sonríe y ahora se dirige hacia ella.

—¿A usted que le gusta de él, Alexandra? —Quiero oír eso, vamos Alex, dilo.

—Me gusta su sonrisa —añade, luego de unos largos segundos, lo dice de una forma tan natural que parece que no le ha costado tanto como a mí; es la primera que escucho que alguien diga que le gusta mi sonrisa y no alguna otra parte de mi cuerpo, me hace sonreír.

—¿Lo ven? Las cosas ya no están tan tensas entre los dos ¿eh? —–habla Rosa luego de unos segundos. Entre Rosa y yo es que las cosas estarán tensas luego de este momento incómodo que me acaba hacer pasar.

Mi padre baja las escaleras.

—¡Muy buenos días a todos! —exclama —¡Ah!! extrañaré el clima de Nueva York —Alex y Rosa contestan sus buenos días, yo no —¿Saben qué? Quiero que vengan a California con nosotros, quiero que conozcas al resto de nuestra familia, Alexandra.

¡Por favor no!

—Papá, nos encantaría pero tenemos mucho trabajo —contesto casi de inmediato, yo no quiero ir y llevar a conocer a Alex a toda mi familia cuando esto no es cierto y se va a acabar pronto. No quiero que se encariñen con ella y luego me lo reprochen porque sé que sí, se van a encariñar con ella ¿Quién no?

—¿Y? —interrumpe mi padre, tomando una taza de café que Rosa le está ofreciendo– Si te dedicas a trabajar toda tu vida te vas a perder de lo bueno, dime querida —observa a Alex ¡ah! eso se va a poner bueno —¿Cuándo fue la última vez que Oliver te llevó a un lugar que no sea por trabajo?

¡Demonios! Hasta mi desayuno tiene que arruinar.

—Pues... —Alex balbucea, ¿Y adonde la puedo llevar si apenas nos conocemos?, Alex porfavor inventa algo.

—¿Lo ves? Nunca has sacado a tu propia esposa a un lindo lugar —y aquí vamos otra vez —como siempre tú estás mas sumergido en tu trabajo, lo que es genial, pero también hay que darle espacio a la familia, no me sorprendería que decidiera irse y dejarte de pronto si para ti es más importante tu trabajo, mira a tu hermano, nunca deja su trabajo pero también le dedica mucho tiempo a su esposa, salen, se divierten, es muy responsable y eso no le impide ser un buen esposo —y bla bla bla —siempre les enseñé a ambos el valor de la familia pero parece que tú no escuchas nada.

Me levanto de mi cómodo lugar, ni siquiera puedo disfrutar los deliciosos panqueques de Rosa por su culpa ¿Por qué siempre viene a arruinarme la vida?

—Con permiso —digo, Alex me observa mientras me retiro, al igual mi padre pero él ya sabe como es mi reacción ante esto.

—Dime Alexandra, sinceramente ¿Tú eres feliz con Oliver? Dime la verdad —logro escuchar esto mientras salgo por la puerta del comedor, eso hace que me detenga y me quede a escuchar su respuesta, no vaya a ser que me delate ante él y esto se vuelva peor.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें