Treat them with kindness

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"¿Ness?" Susurró una voz desde debajo de las suaves sábanas blancas.

"¿Si, Lucas?" Respondió otra voz más grave y calmada que la anterior desde la parte superior de la litera.

"¿Prometes...? ¿Prometes quedarte conmigo para siempre?" La voz tembló por unos instantes.

Un silencio que sonaba incómodo flotó por la habitación. Lucas apretó las sábanas que escondían su frágil figura. Juraría haber escuchado una risa.

"Pero, ¿Qué cosas preguntas? Pareces una niña enamorada." Ness se tapó la cara, escondiendo una sonrisa juguetona e inocente.

Lucas, enrojecido de vergüenza, apoyó su rostro contra el colchón en un intento de retener cualquier sonido que esos dulces labios pudiesen emitir. Pero fue en vano, cuando en el silencio se escuchó un sollozo reprimido seguido por un jadeo lleno de terror.

Ness se quitó las manos de la cara. Se dio cuenta de lo que había hecho. De lo que había dicho. Bueno, él no lo pretendía de esa manera. Sus ojos violeta se llenaron con gotas de culpa y fingió una risa apresurada.

"¿Lucas? Vamos, amigo. Yo no..." Antes de decir nada más se dispuso a bajar de la litera, encontrando una pila de sábanas que escondían el frágil cuerpo de su Lucas. Se sentó junto a las mantas y desplazó su mano donde supuso que estaba la cabeza de su amigo y la acarició de la manera más tierna posible.

"Vamos, Lucas. No llores. Por supuesto que me quedaré contigo para siempre." Suspiró, su cara roja de vergüenza por haber hecho llorar a su compañero, quien era frágil y fácil de romper.

Lucas se aguantó las lágrimas. Sus rojas mejillas se hincharon de aire mientras sus ojos dejaban salir dulces e inocentes lágrimas que mojaron levemente su mentón. 

Ness tosió agobiado. Miró el bulto a su lado. Pensó. En pocos minutos estaba encima, abrazando el cuerpo que se encontraba debajo. 

La presión sobre Lucas se hizo pesada, impidiéndole respirar del todo. Lucas sabía exactamente lo que Ness pretendía y no quería perder. Si la presión continuaba, él tendría que dejar el esfuerzo de retener las lágrimas, y si dejaba que eso pasase... Expondría esa parte tan débil de él que no le gustaba para nada. Y, ¿Qué era peor que dejarla salir? Que Ness la viese con esos ojos encantadores.

El peli-rubio intentó aguantar la presión, pero el aire era poco. Sin más preámbulos, explotó en un llanto ensordecedor. En ese mismo instante, Ness se quitó de encima y quitó las sábanas que los separaban. Lucas entró en pánico. Intentó esconderse. Intentó taparse. Todo fue en vano. Los brazos de Ness lo rodearon, y lo encerraron en un callejón sin salida. El callejón del abrazo sin ningún tipo de escape.

"Lucas, ya sabes que tragarse las lágrimas es malo para tu salud. Tenías frío, ¿Verdad? No te preocupes más. Mientras yo te abrace así nada malo podrá ni siquiera rozarte." El de pelo azabache susurró.

Y aún así, Lucas no quiso dejar salir las lágrimas, y al contrario, intentó tragárselas todas sin ningún tipo de piedad por su seca garganta. 

Ness, sin embargo, no le dejó. Con rapidez agarró con fuerza las muñecas de su compañero, sosteniendo el mentón de este con su otra mano, obligándole a mirarle a los ojos. Violetas se bañaron en agua. 

"No tienes de que avergonzarte. No me burlaré. Lucas, ya sabes que yo no podría dejarte jamás. Por encima de mi cadáver. Así que, no tienes porque sentirte así."  Un dulce beso fue posado sobre los labios del pequeño Lucas. 

Esa simple acción fue suficiente para romper las barreras del menor. Sus ojos se hincharon más de lo normal. Sus labios se separaron levemente. Sus mejillas se volvieron rojas carmesí. Pero algo inesperado pasó: Lucas se echó a reír. 

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