Primavera: Flores Que Caen

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Ahora, Bokuto observaba a su alrededor mientras Akaashi se enfocaba en el pequeño libro que tenía en manos. Todavía era temprano pero ya estaba aburrido. Akaashi llevó otro libro por si quería leer, ¡Y lo intentó! pero se detuvo en la primera línea, del primer párrafo, del prólogo. Observó a Akaashi tan concentrado y una divertida idea le llegó a la cabeza.

—Akaashi —Se le acercó —Vamos a hacerlo —Habló juguetón.

—No aquí —Negó mientras daba vuelta a la hoja del libro.

—¡Akaashi! —Se quejó —Mi sueño es hacerlo contigo bajo este árbol.

—Y el mío es tener un novio que se comporte.

—¡Akaashi! —El menor rio y Bokuto se unió a las risas —Anda —Le quitó el libro de las manos y lo aprisionó en el suelo —Sólo un poquito.

—Bokuto-san —Suspiró cansado—Aunque quisiera, recuerda en dónde estamos.

Finalmente Bokuto se percató que muy cerca de ahí, unos pequeños con una pelota los observaban con curiosidad. Rápidamente se apartó y comenzó a reír con nerviosismo. Los pequeños dejaron de mirarlos y se alejaron para seguir jugando con el balón.

—¿Lo ves?

—Lo siento.

—Bokuto-san.

—Dime —Habló no muy animado.

Su rostro fue sujetado por las manos del menor y un beso en los labios lo tomó por sorpresa. Cuando se separaron, Akaashi le sonrió.

—Te amo.

Antes esas palabras, Bokuto sintió regocijo y felicidad. De nuevo, Bokuto hablaba de cosas sin sentido pero ahora abrazaba a Akaashi. El menor había dejado su libro y le prestaba atención mientras ambos contemplaban el paisaje. Del lago, un pez saltó y Bokuto sonrió.

— ¿Viste eso?

—Lo vi.

El mayor se acercó para verlo mejor.

— ¡Mira Akaashi! —Gritó mientras observaba su reflejo en el agua —Los pétalos se ven hermosos cuando están flotando.

Akaashi se levantó para poder apreciarlos mejor pero se detuvo de golpe. Tosió y su respiración comenzó a acelerarse. Su mano se aferró con fuerza a su pecho mientras la otra se cerraba con la manta entre sus dedos. Poco a poco sentía como el aire dejaba de circular por sus pulmones.

—¡Akaashi!

Bokuto corrió hacía él, lo abrazó y comenzó a darle suaves palmadas en la espalda mientras le regalaba palabras de apoyo. Poco a poco su respiración se fue tranquilizando.

—¡Idiota! —Le regañó —Debimos haber venido en auto. Ahora podríamos ir al hospital.

—Está bien Bokuto-san —Se separó del abrazo y le sonrió —¿Lo ves? Ya estoy bien. Yo —Su sonrisa fue sustituida por nostalgia —Estoy bien.

————

—Lo sentimos mucho —Se disculpó el doctor —Pero nosotros —Bajó la mirada —No podemos hacer algo.

—Cómo que no pueden —Preguntó Bokuto nervioso.

— La enfermedad no se descubrió a tiempo y avanza rápidamente.

—Entonces deténganla —Demandó.

—Ese es el problema. Ya no se puede.

— ¡¿Qué ya no se puede?! —Habló enojado mientras se levantaba del asiento —¡Se supone que venimos por un simple dolor de cabeza, no por éste resultado! ¡Se supone que usted es doctor! ¡Se supone que debe curarlo de lo que tiene sin importar que sea! ¡Sino para qué diablos está aquí! ¡Usted debe de...

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