1. Me debes una Kopelioff

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Tener la capacidad de sobrevivir cinco años enamorada del mismo chico, para algunos puede ser algo admirable, pero para mi es un sufrimiento.

Saber que te vas a encontrar con muchos chicos atractivos, pero no puedes sacarte a ese otro de la cabeza o también que te van invitar a citas y lo único en lo que piensas es si a él le hubiese gustado lo que llevas puesto e imaginarse que estás allí mismo con él, es devastador.

Creo que un problema de leer es ese: esperar que ese chico que te gustó desde niña, se fije en ti  de la noche a la mañana. Pero esa no es la realidad, pinche amor.

Igual eso no es lo peor de todo, no.

Lo peor de todo es que es amigo de mi hermano Michael, me corrijo; su mejor amigo.

Son amigos desde el jardín, son inseparables.
Él se pasa todo el día en mi casa y yo hago como si no lo viera, pero en realidad trato de imaginarlo sin remera. No me juzguen, ustedes también lo harían.  


Yo seguía leyendo.

Realmente debería dejarlo, solo provoca ilusionarme más. Pero me gusta leer que otras personas están felices y enamoradas, porque así, puedo ponerme en su lugar.

Mi lugar favorito para leer en la casa es el living. Porque hay un enorme ventanal donde entra la luz de afuera, por lo tanto lo hace más cálido y relajante.

Estaba leyendo una novela de acción y de fantasía, algo parecido a Los Cazadores de Sombras, pero no lo era, ese ya me lo leí.

Cuando te conectas de verdad con un libro es cuando ya no sientes el mundo que te rodea, ni los sonidos más chillantes como...

—¡Carolina el timbre, por favor! —me grito mi hermano—. Está sonando hace un minuto, deja ese libro, ve y abre.

Michael se asomó por la baranda de la escalera con una toalla en la cintura, así que deduje que acababa de salir de la ducha.

Dejé mi libro vagamente sobre la mesa ratona y me acerco a la puerta. Observé por el pequeño agujero antes de abrir y en mi cara se formo una mueca de horror.

Era él.

No, no, no. No podía abrir con esta pinta de un perro vagabundo.

Me preparé mentalmente y le abrí la puerta para que pasara. Mantuve la mirada baja y traté de no decir nada. Sentía como sus ojos buscaban los míos y que trataba de decir algo pero rápidamente cerraba la boca.

Cerré la puerta tras de él muy lento para que se vaya del hall, pero no. Me di la vuelta y seguía ahí parado justo a unos pasos cerca de mi.

—¡Hola! —dijo.

—Si, hola.

—¿Cómo te trata el tiempo? —me preguntó.

De maravilla, el chico que me gusta está frente de mi, viéndome con la pinta de recién levantada de la siesta más larga del mundo. 

—To-todo bien —tartamudee.

¿Por qué me pasa esto?

—Bueno me alegro, Caro ¿dónde esta Mike? 

—Este, está arriba —dije. Pero luego añadí—, acaba de salir del baño.

—Ok, si no es molestia lo espero aquí abajo.

—Sí. Digo no, no me molesta —y salí literalmente corriendo de ahí hacia el living.

Cuando llegué me tumbé en el sillón y me tapé la cara con el almohadón. De seguro mis mejillas estaban rojas pero no estaba segura por qué; porque me gusta o porque me moría de vergüenza.

Para olvidar ese mal momento tomé mi libro nuevamente y retomé mi lectura.

A los pocos minutos siento los pasos de alguien bajando los escalones. Al instante supuse que era Michael. Ya que su amigo nunca subió.

Simplemente no pude evitar escuchar su conversación.

—Hola bro —dijo mi hermano—. Hubieses subido.

—No tranquilo no quería molestar, además estaba ocupado.

¿Ocupado? ¿Ocupado con qué?

—Si claro. ¿Te abrió Carolina? —le preguntó.

—Si, ella me abrió.

—Pensé que no lo haría, por ella te hubieses quedado ahí afuera —dijo mi hermano. Pero en cierto modo tenía razón.

—¿De qué hablas?

—No de nada.

Sus voces aumentaban cada vez un poco más, supuse que se acercaban al living y no podía escaparme por ningún por lado sin evitar pasar por ellos.

Entonces me relajé y miré el libro como si nada, aunque no leía realmente. ¿Por qué siempre lo mismo?

—Ah, Caro estas aquí —dijo Michael. Ni lo miré porque sabía que no lo miraría a él solo—. ¿Te puedes ir a otro lado? Vamos a jugar con la consola de videojuegos.

—¿Desde cuándo está la consola aquí abajo? —le pregunte.

—Desde ayer. Dale Caro, ve a leer a fuera o a tu cuarto —dijo serio. De seguro no me rogaba porque esta su amiguito.

—No —dije sin apartar la vista del libro.

—Carolina —si, que suplicara—. Porfa-

—No importa, vamos a andar en moto —se dignó a hablar su acompañante.

—¡Que buena idea! —dije con algo de sarcasmo, mientras trato de concentrarme con la lectura.

Michael puso los ojos en blanco y se fue enfadado hacia su habitación, de seguro iba a buscar sus cosas. Mientras que su amigo seguía parado a unos metros de mi, como si esperara un agradecimiento o un premio novel.

—Me debes una Kopelioff —me advirtió.

—Sigue soñando Bernasconi —dije mirándole a los ojos.

[🥀]

Les dejo por aquí la nueva versión de esta historia de amor.
Siento que realmente la anterior tenía un nivel muy bajo de experiencia y escritura.
Así que decidimos rehacerla.

Con respecto a la novela:

1. Las escenas serán cambiadas, y si alguien que haya leído la versión anterior lee esta, me gustaría saber su opinión.
2. Los capítulos desde ahora llevaran nombres.
3. Van a tener una extensión mucho más larga que antes (700-1000 palabras).
4. La novela será narrada por nuestra protagonista Carolina. Luego, tal vez, en algún capítulo narre Agustin. 

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