Prólogo.

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Dos años antes...

La chica daba vueltas en la cama, inmersa en sus pesadillas. Hacía ya unos meses que su tortura había terminado y aun así no podía olvidar el terror infantil que había sufrido durante casi 17 años. Siempre pensó que era imposible que sus padres no lo viesen, que hacían la vista gorda por salvaguardar las espaldas de su hijo predilecto, su niño mimado y en realidad el niño bonito de todo el mundo en su colegio y en su instituto.

En esta ocasión se veía a sí misma encerrada en el armario del pasillo. Sus padres habían salido y la habían dejado con su hermano que odiaba cuidar de ella, en general la odiaba a ella y para no tener que verla, la encerraba y amenazaba para que cerrase el pico y es que ¿Quién la creería? A esa niña rarita, que viste con ropa de tallas más grandes y con esa cara triste, que más que tristeza inspiraba grima. O eso era lo que su hermano le contaba y ella le creía. No podía hacer otra cosa.

Despertó entre sudores y encendió la luz para levantarse y cambiarse de ropa, ya que estaba demasiado empapada para seguir durmiendo como si nada. Decidió que sería mejor darse una ducha y al pasar por la mesa del pasillo, ignoró una vez más la carta que había en ella. Sabía que pronto tendría que abrirla, pero solo habían pasado un par de meses y no se sentía capaz.

No quería saber que ponía en la carta porque no sería capaz de soportar el desprecio y el desdén de sus padres incluso desde el más allá. Se lo había dicho aquella mañana, la de la noche en la que se quedó huérfana. Les había contado lo que Will hacía con ella y no la habían creído.

-¿Y si lleva tanto tiempo tratándote así, por qué no lo has dicho hasta ahora? ¿No será que te has enfadado con él y quieres vengarte? Pues esa no es forma de hacerlo, señorita.- Había dicho su padre, sin prestarle mucha atención, mientras se preparaba para salir a comer con su madre. Pero no llegaron a ir a ninguna parte a comer, pues recibieron una llamada de la universidad de su hijo.

Will había agredido a una chica, pero a diferencia de ella, esta se defendió y le clavó unas tijeras en el pecho. Su hermano estaba agonizando en el hospital y sus padres salieron corriendo, pero cuando llegaron ya era tarde. Estaba muerto.

Esa noche, volvieron a casa para prepararse e ir a velar a su hijo y entraron en la habitación de Will. Nami supuso que por nostalgia o para recordarle como ellos creían que era y por casualidad su madre encontró uno de los vídeos que este le había hecho a su hermana, humillándola frente a un par de amigos y riéndose de ella.

Nami pensó que era un poco tarde para abrir los ojos y darse cuenta de lo que pasaba, pero lo que no sabía es que daría igual. Por suerte sus padres no la obligaron a ir al velatorio de su hermano, pero ellos tampoco llegaron a él, ya que en el camino, sufrieron un accidente y fallecieron en el acto al chocar contra un camión cisterna.

El abogado de sus padres le entregó las pertenencias, la hizo partícipe de las últimas voluntades de sus padres y ya que aún era menor, no le quedó más remedio que aceptar un tutor legal que el estado le proporcionó. Le faltaba poco para cumplir 18 años y la jueza fue benévola con ella debido a su trágica historia. Pudo quedarse en su casa, ya que ahora era suya en su totalidad y el tutor la visitaba a diario. No tenía familia o eso pensaba ella, y tampoco quiso buscarla, al cumplir los dieciocho se marcharía de allí para siempre.

El abogado le había entregado una carta, al parecer la llevaba su madre en el bolso cuando murió. La chica supuso que la había escrito antes de irse, con la intención de dársela después del funeral. Pero no llegó a dársela nunca, no llegó a pedirle perdón o a decirle que debió creerla.

Unos meses después, exactamente 3 meses, Nami cumplió los dieciocho esperados años y en su cabeza bullían las ideas y los planes. Deseaba volar muy lejos y olvidar, ser alguien nuevo y vivir, pero antes debía cerrar un capítulo más de su pasado. Mientras su único amigo esperaba abajo con el coche en marcha, se permitió coger la carta y leerla sentada sobre su cama.

La mejor locura de mi vida:TúTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon