Capítulo 7

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Era mi primer día de trabajo y ya me estaba cansando de todo esto. 

Resulto ser que el señor Evans, a pesar de ser un empresario importante, parecía no tener ni idea de que trataba mi carrera.

Es decir, ¡Vamos! ¿Qué clase de empresario no sabe que es ser un abogado comercial? Él pensaba que yo me especializaba en la rama de derecho civil.

Lo único de lo que me hablaba en aquella oficina era sobre como deseaba divorciarse de su mujer y de lo horrible que estaba resultando su matrimonio. ¿Qué diablos? ¿Era en serio este tipo?

Por lo menos me encontraba en una oficina relajandome, sintiéndome libre de no estar cerca de ese señor que ha acabado con mi paciencia en muy poco tiempo. Sobre un escritorio de la oficina solo se encontraban unos papeles que decían acerca de la empresa y de todos sus logros, de verdad que eran cosas que no captaban mi atención. 

Me levante del asiento dándole una última mirada a esos papeles y dirigiéndome a la puerta, necesitaba inspeccionar a todo el personal de aquí; esto es algo muy importante que un abogado debe hacer antes de empezar a trabajar en algún lugar, se deben conocer a las personas y descubrir sus llamadas "debilidades" por así decirlo.

Los pasillos estaban llenos de personas corriendo de un lado al otro con múltiples papeles en sus manos, todo esto se estaba volviendo una locura. 

En definitiva, la debilidad de estas personas es el tiempo. 

Aunque no puede que sea su culpa, tal vez su jefe solo es un viejo mandón que cuando quiere algo, lo consigue con solo chasquear sus dedos.

- Me alegro que se este adaptando más a esta empresa, puede ver que somos algo rápidos a la hora de trabajar - habló una voz ronca bastante cerca - Me imagino que a usted le debe encantar la velocidad, señorita Richards.

Giro mi cabeza un poco encontrándome con el señor Evans quien sonreía al verme tan confundida y sorprendida a la vez. Estaba tan cerca que hasta sentía su espesa respiración mezclada con su perfume sintiéndome mareada por este olor que encontraba exquisito.

Me separé un poco de él y observe sus ojos azules grisáceos quienes desprendían un destello de humor en ellos.

- ¿Disculpe? - sonreí forzosa.

Paso su mano por perfectamente peinado cabello rubio mientras seguía viendo ese humor en sus ojos más vivo que nunca, ¡Se estaba burlando de mi! Este hombre estaba acabando con la poca paciencia que le tenía. ¡Sólo era mi primer día! No me imagino si paso un año en este lugar, me volveré completamente loca.

- Sabe de lo que hablo - sonrió - Usted firmo un contrato por el cual debe cumplir.

▷ A no ser que sea de esas damas irresponsables que solo buscan divertirse en estos ambientes.

Se están divirtiendo con todo esto y eso me estaba poniendo furiosa, ¿Acaso no puedo tener un jefe normal? ¿Cómo todos?

- Por supuesto que recuerdo firmar ese contrato - rodé los ojos - No hace falta que me lo recuerde cada cinco minutos.

- Espero podamos llevarnos bien, señorita Richards - estiro su mano - No me gusta tener una mala relación con mis empleados.

Guiño su ojo izquierdo tratando de capturar mi atención.
De mala gana acepte su mano y hicimos un pequeño apretón de manos, no podía hacer más nada, firme un contrato por el cual acepte el empleo y no sería profesional de mi parte renunciar el primer día; tengo que empezar a acostumbrarme a esto.

- Excelente, señorita Richards - mordió su labio inferior - Espero hablar con usted al finalizar el trabajo, en mi oficina.

- Seguro.

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