༒ 25 ༒

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El corazón que creí inamovible comenzó a perturbarse en mi interior mientras lo veía caminar hacía a mi, Ryan se jactaba de sostenerlo como si se tratase de un perro, se veía como en mi pesadilla en donde estaba encadenado, su típico traje hecho a la medida ahora no era más que un trapo harapiento mal rasgado, su rostro estaba pintado con heridas, incluso lleva una palpitante en la frente, apostaría que ese hijo de puta acababa de hacérsela.

-¿Papá? -cuestiono mientras levantaba su ceja rota- Tenías que esperar hasta este momento para llamarme así ¿verdad?

-Creí que era bastante obvio

-¿Entonces te crees mi hija? -Ryan lo golpeó en la rodilla de la pierna que no cojeaba y lo llevó al suelo a pocos metros de mí-

Sonreí mientras veía esos hermosos ojos que siempre me hicieron sentir segura -Soy tu hija, siempre lo he sido

-Qué linda forma de despedirse -con un movimiento de cabeza, Ryan le indicó al hombre que me tenía encañonada que usara el arma para golpearme en la cabeza- Casi me dan ganas de dejarlos ir

-Papá -sus ojos y los míos seguían conectados- vamos a salir de aquí

-¿Como en los viejos tiempos? -el comenzó a reír, escupiendo un poco de sangre envuelta en una rasposa tos-

-Como en los viejos tiempos. Tu y yo, les mostraremos lo que es realmente el infierno

-Te dije que ella vendría por ti- Ryan quitó el arma de las manos del hombre que me encañonaba para cambiar lugares-

El hombre pasó de mis espaldas a golpear a mi padre, quien se negaba a ceder ante sus golpes y mantenía su postura de rodillas frente a mi.

Intenté liberarme, estaba frente a mi, solo tenía que caer sobre ese hombre para alejarlo de él, pero Ryan había atado mis muñecas antes de entrar, que sencillo habría sido lanzar una patada para romperle el fémur, sin embargo habían hecho un corte en mi tibia cuando le dí una patada al hombre de la entrada que me había atado.

Lo único que podía hacer era lanzar inutilmente patadas al igual que un moribundo, la tierra bajo mis botas se levantaba creando una ligera capa de polvo mientras que Ryan tiraba de mi cabello para mantenerme quieta en mi lugar, obligándome a ver cada golpe que le daban al hombre que cuidó de mí cuando ansiaba reunirme con la muerte, el hombre que cuidó de mí cada noche en donde la fiebre me invadía, quien había cumplido cada una de las promesas que me había hecho cuando no tenía razón alguna para hacerlas, me obligaban a ver cada uno de los golpes que le daban a mi padre de la misma manera en que yo lo había hecho con él hace ya bastantes años. El rostro de uno de los hombres que más quería en la vida comenzaba a ser la montaña por la cuál corría libre una abundante cascada de ríos carmesí.

-Ahora entiendo, porqué me obligaron a mirar cuando asesinaron a mi familia -Ryan comenzaba a hablarme directamente al oído- Es tan divertido ver el sufrimiento ajeno, la desesperación en sus ojos y el aroma de la agonía que sale de tus poros es... Embriagante

-Voy a acabar contigo cabrón -abalancé mi cabeza aprovechando su cercanía para estrellar el hueso de mi cabeza con él de Ryan, liberándome de su agarre mientras que él terminaba en el suelo, con la mirada borrosa por el golpe aproveché el momento para dar una patada al hombre que estaba golpeando a mi padre para alejarlo de él hasta que un brazo fuerte me tomó por el cabello, golpeo mis costillas e hizo que mi rostro saludara al suelo mientras sentía una rodilla encajarse en los músculos de mi espalda, arrancándome un gemido de frustración más que de dolor-

-¡Eres una maldita perra! -Ryan intentaba ponerse de pie con la ayuda de dos de sus hombres, sus pies resbalaban al intentar erguirse-

-Y tu un maldito idiota -respondí-

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⏰ Dernière mise à jour : Apr 16 ⏰

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EXTINCIÓN || Oscar IsaacOù les histoires vivent. Découvrez maintenant