Cierre - Parte XXIV - en el final de todos los nudos.

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Parte XIX:

Último capítulo!!

Muchas gracias por todo su apoyo, su espera, sus votos, y comentarios, les amo mucho, gracias por hacer otro fanfic posible.

Mil besitos

✨✨✨✨✨

Alfred se levantó luego de estar sus primeros minutos en el apartamento acariciando al enorme perro que les dio la bienvenida a su hogar, se rió al ver a la pequeña Ginebra correr detrás de su hermano, mientras jugueteaban por todas partes dejando una estela risueña de aquella infancia lejana que le costaba recordar.

Observó maravillado el nuevo hogar del socio que había ya dejado de ver después de largo tiempo, los hermanos de Thomas no le habían dado demasiada información acerca del lugar en el que el líder de los blinders se encontraba, pero él no indagó más.

Si le sorprendió, y bastante, encontrarse con ese Thomas Shelby mucho más relajado, parecía que no miraba por encima de su hombro alerta a cualquier sonido, ahora, lo único que le preocupaba a Thomas era el silencio que sus hijos podían hacer por su luminoso hogar.

Se sentó frente al piano de cola que daba la vista a uno de los numerosos ventanales donde comenzó a teclear sonriendo con ternura cuando Ginebra se sentó a su lado en el taburete tocando una melodía que él siguió sorprendido de encontrar semejante talento en una niña al borde de los tres años.

– Serás la próxima Beethoven – Comentó ofreciéndole una sonrisa cuando ella siguió tocando "estrellita dónde estás" con una enorme sonrisa.

Alfred Solomons no podía negar que hasta cierto punto sentía un tanto de envidia por Thomas, el maldito había dejado su vida de gánster atrás, casándose con aquella hermosa mujer sobre la cual él mismo había puesto sus manos hace tanto tiempo.

Ahora, Thomas Shelby compraba fruta tranquilamente en un mercado, con su preciosa hija en brazos, con su esposa preñada del brazo, con el primogénito que había concebido en su primer matrimonio comprando praliné en las tiendas aledañas.

Ya no dormía con un arma bajo la almohada, simplemente se dedicaba a esperar que el dinero llegará, mientras sus hermanos se hacían cargo de los negocios que había dejado atrás.

Era una vida que le gustaría tener, el departamento en Milán, el enorme perro negro, la esposa maravillosa y en especial los tres hijos.

Se había negado a casarse viviendo en ese mundo de armas, contrabando, drogas, y balas, tener ese pequeño espacio junto a la hija de su socio tocando y tocando las teclas del piano, le habían recordado lo mucho que ansiaba tener hijos, en especial una niña que lo adorara tanto como había visto que la pequeña Ginebra adoraba a Thomas.

Cenó junto a la familia, riendo a carcajadas por las anécdotas de su socio ahora en Milán, las historias extrañas que contaba Charles en su estadía en su nuevo instituto, se divirtió inmensamente al ver a Ginebra pelear con las costillas de cerdo, que él, a pesar de su religión, también disfrutó inmensamente.

– Tienes algo bueno aquí, Tommy – Sonrió una vez la cena hubo terminado, y Elizabeth se retirara de la mesa junto a los niños que se fueron felices a la cama.

– Gracias, Alfie.

– Algo bueno en serio – Asintió acomodándose en su poltrona – tus hermanos no hablan mucho de lo que sucedió, ese John, a pesar de que te casaste con su esposa, hizo una buena vida muy rápido.

– Elizabeth no es mi esposa – Sonrió agarrando su vaso de whisky para darle un sorbo – agradezco tu curiosidad, Alfie.

– Es que es una historia jugosa, mi Tommy – Se rió reclinándose en su poltrona.

La secretaria Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora