—Escucha Will, todos estos años he estado encargándome de ti y de tu madre, puedes preguntárselo a ella.

—El dinero no lo es todo, podrías haberme pasado a ver, podrías...— suspira— quiero que te quede claro que nunca me ha importado tu maldito dinero.

—Pues mi dinero es el que gastas en ropas caras, en salir con tus amigos, cambiar tu coche cada mes y gastarlo en estupideces— espeto con la boca amarga, sintiéndome encerrado.

No me contesta, solo se corta la línea y espero a que me devuelva la llamada pero se hacen las 12:30 de la mañana y ninguna señal de mi hijo. Vuelvo a llamarlo un sin fin de veces de camino al hotel, Irene me pregunta que pasa y yo me limito a contestarle que nada.

—¡Si no me contestas a la puta llamada, William, mandaré a mis detectives a rastrearte!— le grito al buzón de voz con rabia.

Maldigo en mi interior, sentado en el sofá de la habitación del hotel con Irene encima de mi, contoneándose y repartiendo besos por mi cuello. Lleva el cabello suelto por la espalda, una lencería blanca que la hace ver apetitosa ante mis ojos y los labios pintados de rojo, los cuales me aclaman.

Me sacio de sus besos, la apretujo contra mi y aún así, no puedo sacarme a Antonella de la cabeza. Su recuerdo y nuestros encuentros viven dentro de mi cabeza ahora más que nunca y eso me enfurece.

¿Que estará haciendo? ¿estará pensando en mi? ¿estará necesitando mis caricias como yo las de ella? ¿Por que no puedo sacarte de mi cabeza, Antonella Cavalcante?

—Estás distraído— se queja Irene con la respiración entrecortada cuando dejo de moverme un pequeño segundo— ¿En que piensas?

No le contesto, simplemente la vuelvo a besar y es justo ahí cuando mi móvil suena. Es Thomas y dedicándole una mirada a Irene, salgo de ella y me dirijo hacia el balcón.

—Tommy.

—Antonella no aparece— es lo primero que dice y siento como se me drena toda la sangre del cuerpo y tengo que aferrarme a los barrotes de metal con fuerza.

—¿Como que no aparece? ¿de que cojones me estás hablando?— escupo, agarrándome el pecho y entrando en pánico— ¡Contéstame joder, no quiero pensar lo peor!

—¡Ha salido de casa a las seis de la tarde y todavía no regresa!— responde con el mismo pánico que yo— ayúdame a encontrarla, Leo.

Continuamos hablando mientras me visto y me disculpo con la mujer en mi cama antes de salir de la habitación y correr hacia mi coche. Manejo como un loco por la calle, robándome semáforos y sabiendo que tal vez mañana tenga miles de multas pero no me importa.

No me importa si se trata de ella.

Estaciono sin cuidado en la propiedad Cavalcante y me abro paso hacia la sala de estar donde veo a mi mejor amigo apunto de usar el revólver de su oficina y usarlo contra su hijo. Tiene una copa en la mano derecha y en la otra un cigarro.

Nate está sentado frente a él con las manos temblorosas mientras su padre lo mira expectante.

—Habla— ordeno yo.

Y por el respeto que me tiene lo hace inmediatamente sin titubear.

—Antonella solo me ha pedido que la cubra para ir a una fiesta— cuenta— No le veo nada de malo... está en su etapa de diversión y...

El Mejor Amigo De Mi Padre. Where stories live. Discover now