40.- El día de la boda

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Durante los siguientes días, la casa se volvió ruidosa. No paraban de llegar extraños, los sirvientes se afanaban en poner orden y había traqueteo en el vestíbulo, se acomodaban las mesas y las cubrían con los manteles.

Andrea prefería mantenerse en su habitación, le dolía ver todos los preparativos para la boda. Sus ojos estaban hinchados de lágrimas.

Dante entró a la recámara de la rubia y le dijo: Has estado muy distante conmigo estos últimos días, ¿por qué?

Porque te amo y me muero de rabia al ver que vas a casarte con otra y no puedo hacer nada para evitarlo, esas palabras eran las que la ojiazul deseaba gritar, pero su dignidad femenina se lo impidieron.

Esquivando la mirada del varón, ella respondió: Es solo que no me he sentido del todo bien... recuerda que el bebé ya está por nacer en cualquier momento.

Dante: ¿Quieres que llame al doctor?

Andrea: No es necesario, tampoco estoy enferma... es normal sentirme así, pero no te preocupes que el nacimiento del bebé no va arruinar tu boda.

Dante se percató del sarcasmo de la rubia y acercándose más a ella, comentó: ¿Por qué no me hablas con franqueza? Estás molesta por la boda ¿verdad?

Andrea le dio la espalda: ¿Por qué lo estaría? Yo sé muy bien mi lugar en esta casa... hay un contrato de por medio ¿recuerdas?

Dante tomó del brazo a la ojiazul y la obligó a mirarlo a la cara: Sí, recuerdo ese contrato, pero también recuerdo que me dijiste que me amas y yo... yo también creo que...

La conversación fue interrumpida por golpes en la puerta, era Franco, quien al abrir, le dijo a Dante: primo, en la sala está Victoria, tu prometida

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La conversación fue interrumpida por golpes en la puerta, era Franco, quien al abrir, le dijo a Dante: primo, en la sala está Victoria, tu prometida... quiere verte.

Andrea se separó de Dante diciendo con orgullo: ve a verla de una vez, no la hagas esperar.

Dante se dirigió a Franco: Dile a Victoria que ahora voy, tengo que terminar de hablar con Andrea.

Franco: Creo que es mejor que bajes de una vez, el padre de Victoria está con ella... no es buena idea que los hagas esperar.

Frunciendo el ceño, Dante miró a Andrea y después salió de la habitación.

Con tristeza, la rubia lo vio marcharse, al tiempo que su mirada se topó con la de Franco, quien le sonrió con un aire de malicia.

Andrea se extrañó por esa sonrisa, ¿acaso Franco gozaba de su dolor?; pero ¿qué tonterías estoy pensando?, se dijo ella misma.

7 noches con el mafiosoKde žijí příběhy. Začni objevovat