—¡Excelente! ¿Y como sigue el problema planetario?

—Eh, si, eso… —Astro se puso un poco incómodo, no quería que pensaran mal de él por ese problema imprevisto pero tampoco podía mentir—. Voy a ser sincero, todavía los escucho hablarme y no creo que eso vaya a cambiar aún con la medicina.

—Bueno… esto si que es extraño —habló está vez NASA—. Tu padecimiento me tiene intrigado, te hicimos muchas pruebas y nunca presentaste ningún síntoma de alguna enfermedad pero apenas saliste de la tierra tienes estas alucinaciones —él estaba muy confundido pero también decidido a encontrar la verdad—. No te preocupes, investigaré esto a fondo hasta encontrar una solución. Mientras tanto tendrás que aprender a lidiar con ello hasta que sepamos cómo curarte.

—Oh, está bien, muchas gracias. Eso me tranquiliza mucho —Astro se sentía tan aliviado que fue como quitarse un peso de encima. Ya no le importaba hablar con lunas y planetas si tenía la esperanza de una solución.

—Ok, habiendo aclarado eso, creo que hay alguien con quién te gustaría hablar.

Entonces, el jefe de Astrobola conectó la llamada con la esposa de este para que tuvieran su charla familiar. Y aunque es cierto que les daban un poco de privacidad, por supuesto todo estaba siendo grabado por ellos.

—¡Cariño! No sabes cuánto esperé esta llamada, ¡Déjame oír tu voz! —lo saludó alegremente Deborah.

—¡Cariño! Quien está más feliz por esta llamada soy yo, amo oír tu voz —Astro también saludó con dulzura y estuvieron un rato siendo melosos el uno con el otro.

—¿Qué tal el espacio? ¿Es como lo imaginabas?

—Bueno… es más que eso —Astrobola no sabía si decirle la verdad a su esposa, no quería que se preocupara demás, ella tenía suficiente con que su amado estuviera a cientos de kilómetros fuera del planeta—. Sin duda me ha sorprendido de maneras que jamás imaginé.

—¡Me alegra que lo estés disfrutando! ¿Ya tuviste alguna aventura interesante que contar?

—En unas horas tendré mi primera misión, será algo sencillo, solo recoger muestras de asteroides.

—Aún así, ten cuidado —Deborah intentaba ocultar cuan preocupada estaba realmente, pero había una misión en especial que le daba miedo que llegara—. Y… ¿Cuándo irás a Marte?

—¡Oh, Marte! —Astro sintió sus ánimos renovarse. Más allá de estar confundido por escuchar al planeta hablar, en realidad estaba emocionado por ser el protagonista de ese nuevo hito histórico de la humanidad—. Aún es muy pronto, tengo que realizar otras misiones antes de que me asignen esa. Espero que no tarden demasiado, no veo la hora de vivir en Marte y explorar sus tierras.

—¿No estarás ahí mucho tiempo, verdad? Digo, Marte no es como la Tierra, en realidad uno no se puede quedar a vivir por siempre.

—No, claro que no —Astro sabía que en realidad a su esposa le preocupaba que las condiciones del planeta fueran demasiado duras para él y temía que le pasara algo malo—. Si bien Marte tiene un ambiente inhóspito para nosotros, es lo suficientemente suave para que podamos construir un refugio en su superficie y vivir un par de semanas ahí. Además, son estudios importantes, cabe la posibilidad de que podamos terraformar Marte algún día.

—En serio que como terríbolas no podemos quedarnos quietos. No nos basta con un planeta, tenemos que tener dos.

—Jajaja, tampoco es que vayamos a terraformar Marte para mañana, quizá en un futuro lejano y eso si realmente podemos lograrlo.

—Es igual, parece que siempre deseamos más y más —Deborah no le hallaba el sentido a buscar otro planeta como segundo hogar cuando estaban muy cómodos en la tierra, pero no quería que su esposo pensara que estaba menospreciando su trabajo de alguna manera así que cambió de conversación—. Y antes de que se acabe nuestro tiempo de llamada tienes que saludar a tu hijo, di ‘hola’ pequeño Jericó.

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