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Tres semanas.

Tres semanas desde que Lisa no me ha vuelto a tocar.

La noche en la que tuvimos aquella discusión pareció marcar una gran parte de nuestra relación; si es que la jodidamente tenemos ahora, porque me estuvo evitando a toda costa con el pretexto de trabajar y tener muchas juntas de trabajo con Celine.

Obviamente no le creo nada.

Está alejándose de mí, como solía hacer siempre antes de finalmente confesarse a mí mediante sexo oral. Sí, una declaración bastante polémica, he de decir, pero no voy a negar que lo disfruté al máximo mientras pude.

Pero hoy decidí que voy a ponerle un final a toda su mierda, y tendrá que hablar conmigo lo quiera o no; si no quiere ceder, voy a hacerlo yo, ¿Qué más da?
Estoy en el living cuando escucho el ascensor. Me apresuro a levantarme y ponerme en algún lugar el cual su vista pueda captarme, así elimino otra excusa de "no te vi."
Finalmente la caja metálica se abre y deja salir a una muy cansada Lisa, con bolsas debajo de sus ojos y algo despeinada. Tiene cajas en sus manos y luce agotada, pero aún así, logra verse espléndidamente sensual.

— Jennie. — Me dice. Sus ojos se abren un poco más, pero intenta disimular su sorpresa.

Se acerca y besa mi mejilla de una forma vacía, sin sentido.
Permito que deje las cajas en su oficina y cuando vuelve a la sala de estar sé que es mi momento.

— Lisa. — Llamé. Volteó brevemente su cabeza, indicándome que estaba escuchando. — Detente, por favor.

Ahora luce confundida.
Se voltea por completo y alza una ceja, preguntándome con la mirada qué ocurría y por qué le hablaba tan cortante.

— Que detengas tu pésimo intento de evadirme disimuladamente. — Pongo mis brazos en mi cintura, moviendo mi pie impaciente.

Luce como alguien que acabase de ser descubierto; pero evade eso aún así. — No entiendo a qué te refieres, Jennie.

Bien.

Esta idiotez me ha superado.

Su idiotez me ha superado.

— Oh, claro. — Digo irónicamente.
— Convengamos que no has estado ignorándome. ¿El sexo en dónde está? ¿El cariño en dónde está? No lo veo por ningún lado, Lalisa. Si dices que me quieres tendrías que pensar en ello.

Las palabras salían de mi boca sin permiso. Todo lo que había callado estaba saliendo a borbotones de mí, tal y como una canilla abierta que no tenía cierre.

Ella aún parecía sorprendida cuando le dije aquellas palabras.

— No... No he tenido tiempo, cariño. — Se apresuró a decir, acercándose a mí. Me tomó del brazo suavemente. — Pero podemos recuperarlo ahora, si lo deseas...

Sus labios se dirigieron a mi cuello, trazándolo suavemente con besos húmedos. Mi vista se nublaba y mi cuerpo pedía más, pero no era momento.

Las lágrimas se avecinaban en mis ojos.
— No.

— ¿Qué...?

— No te fuerces a quererme. — Dije, soltándome de su agarre de forma brusca.
— Si ya no me quieres basta con que me lo digas y dejes de jugar a este enfermizo juego. ¿Obtuviste lo que querías, no? ¿Follarte a una menor de edad, es ese tu fetiche? Porque de ser así ni habría permitido que me toques. — Escupí.

Me miró, atónita. Abrió su boca para decir algo y sin embargo, las palabras no salían de la misma.

— Jennie... Tú... ¿P-Por qué dices esas cosas? — Cuestiona con incredulidad, sus manos suspendidas en el aire.

𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 𝘁𝗼 𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 | 𝗝𝗟Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz