3. Destellos de la Fluffy que conocí

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Itto estaba desesperado, no podía encontrar a Fluffy por ninguna parte. El sudor empezó a empapar su frente, una expresión de angustia se apoderó de su rostro, se empezó a sentir frustrado por no hallar a su amiga. Temía que si no la encontraba pronto alguien más lo haría. Él no quería eso, Fluffy no debía ser lastimada más de lo que ya lo habían hecho.

Abrió la puerta de la cabaña de una patada y bajó lo más rápido que pudo. A medida que el sol bajaba, el también desaparecía bajo el manto de sus sombras. Bosque adentro empezó a llamar a Fluffy con una voz fuerte pero que al mismo tiempo se quebraba, él mismo se quebraba por dentro.

Luego de un par de minutos Fluffy abrió los ojos, se estiró un poco levantando la cola y dio un gran bostezo propio de un gato. Miró a su alrededor y parecía que Itto no había vuelto, en cambio encontró sobre la mesa pescado, delicioso pescado y unas cuantas frutas que él había recolectado. Fluffy había estado bajo las sábanas de Itto durante todo ese tiempo, sucede que, con un cuerpo de pequeño felino, pasa demasiado desapercibida. Y claro, Itto no buscaba un gato, buscaba una chica bastante difícil de pasar por alto.

Se trepó a la rústica mesa y olfateó las frutas, las ignoró por completo y rápidamente empezó a comer el pescado hasta que no pudo más y dejó unos cuantos. Salió al patio entre los árboles y se sentó a esperar a que Itto volviera. Esperó y esperó durante algunas horas quizá, hasta que escuchó los inconfundibles pasos de Itto. Lanzó maullidos de felicidad al sentir su presencia trepando el árbol.

—¿Fluffy? —Preguntó agitado y confundido al ver el diminuto cuerpo sobre aquel tronco.

Fluffy saltó a sus brazos esperando más caricias, no sabía nada de lo que Itto había pasado esa tarde, ignoraba por completo su angustia, pero no era su culpa, ella solo era un gato que había estado dormido luego de buscar algo de comida en la cocina.

—Eres un gato otra vez —dijo suspirando, algo decepcionado. Aun así, no tomó ni un segundo en volver a ser el más feliz del mundo. Su Fluffy estaba junto a él, no tenía que preocuparse más—. ¿Te importaría explicar que sucedió aquí? ¿Y dónde estuviste todo este tiempo?

La gata saltó hacia adentro de la cabaña y caminó a la cocina, intentando explicar que solo había hecho un desastre para intentar bajar la comida que suspendía colgada del techo. Itto era muy perceptivo, así que imaginó algo parecido.

—No importa Fluff, te traje... —paró de repente al ver que casi todo el pescado se había ido, miró a Fluffy ya en la cama de nuevo lista para dormir y se cruzó de brazos—. Vaya, no creo que haya desaparecido mágicamente, creo que uno de nosotros se lo comió, me preguntó quién habrá sido —dijo sin dejar de mirar a la gata. Estaba cien por ciento seguro de que había sido ella.

Fluffy corrió a esconderse debajo de la cama, confirmando así sus sospechas.

—Vaya, vaya, parece que tenemos una pequeña ladrona de comida.

Se agachó debajo de la cama extendiendo su mano hacia su amiga. —Está bien, Fluff, no estoy enojado. Bueno, no tan enojado. Lo dejaré pasar por esta vez, pero no lo vuelvas a hacer, me preocupase mucho hoy ¿entiendes lo que digo?

La gatita salió de la cama y se dejó levantar por Itto, ella sí entendía todas sus palabras, o bueno, casi todas. Itto soltó una pequeña carcajada al verla restregarse en su pecho
Limpió todo el desastre en la cocina, acomodó de nuevo la comida y se metió a la cama, abrazó a Fluff y se quedó acariciando su suave pelaje tricolor por unos minutos. Sin darse cuenta, empezaba a quedarse dormido, pero el grito de Fluffy la humana lo hizo sobresaltar.

—¿Por qué me tocas así? —exclamó escapando de sus brazos, cayó de la cama al intentar retroceder. Estaba tan asustada de ver a Itto así de cerca frente a ella, y estar acostada entre sus brazos desnudos le recodó tener un sentimiento similar del pasado, no muy grato.

Itto retiró su mano rápidamente, también él estaba asustado, sorprendido por el repentino grito de Fluffy. Solo pudo articular un débil 'Fluffy' que sonaba a susurro y sorpresa.

Ella se cubrió con sus brazos, podía recordar la sensación de impotencia que le recordaba estar desnuda frente a alguien. Itto se sonrojó al verla en el suelo... así. Cerró los ojos y sin dudarlo se quitó la manta y la lanzó hacia la chica. Tenían que encontrar una forma de evitar que eso volviera a pasar, tal vez no más dormir con ella cuando se encontraba en su forma felina podría ayudar.

—Lo siento, pequeña Fluff, no quería asustarte de esa forma —dijo aún con los ojos cerrados—. ¿Estás tapada ya?

La chica hizo un sonido de aprobación y se quedó sentada ahí sin saber que hacer.

—Eres... —empezó Itto— creo que eres un gato que se transforma en humana por las noches —concluyó sentándose en la orilla de la cama. Ella seguía sin entenderlo del todo, pero de alguna forma aceptaba todo lo que salía de la boca de Itto, si él lo dijo, entonces debía ser verdad. Una gata mágica, tal vez—. Debes ser una Yokai, muy joven, aún no sabes nada del mundo.

—Puedo serlo... sí, tal vez —dijo ella aceptando su "nueva realidad".

—Fluff, iré al pueblo a comprarte un kimono, iré mañana muy temprano. Será muy lindo, te verás como una reina —exclamó emocionado, luego de meditarlo por mucho tiempo.

Ella se estremeció al oír eso, no podía dejarlo ir a ese lugar lleno de humanos. Por lo que le había contado y sumado a lo que ella misma había vivido, los humanos no eran de fiar.

—No, Itto —dijo por primera vez su nombre, él se sorprendió al oírlo salir de su boca. Hacía años no escuchaba su nombre de otra persona, era una sensación maravillosa: el ser notado y no temido... —. No puedo dejarte ir.

—¿Qué? ¿Estás diciendo que prefieres quedarte así todos los días de ahora en adelante?

—No... eso tampoco —ella lo pensó por unos segundos—. Solo si te acompaño, si estamos los dos juntos no habrá necesidad de preocuparse por el otro.

La idea le pareció preocupante al principio, pero luego lo analizó mejor. Ella tenía razón, además, si escondía sus orejas podía hacerse pasar por una humana común, así ella podía escoger el kimono o yukata que más le gustara. Solo debía vigilarla a la distancia para que nadie se le acercara de más.

—Esa idea me parece perfecta, Fluff —dijo regalándole una sonrisa que la iluminó por dentro.

Aunque, algo estaban olvidando. ¿Cómo la llevaría si no tenía ropa? Era justamente por eso que iría en un principio.

Itto se acostó para pensar mejor. «¿Cómo voy a resolver esto?» pensó para sí mismo. Él tenía una capa con la cual planeaba esconder sus propios cuernos para ir al pueblo. Era él o ella, pero no podían ir los dos al mismo tiempo.

—Fluff, déjame ir solo —dijo al final, debía ser él. Fluffy ni siquiera sabía distinguir a los humanos. Incluso a él lo confundió con uno antes. Le explicó el asunto, pero ella se negó rotundamente. Para ella sonaba más fácil ir como ella misma, con la capa de Itto, sería pez comido.

De pronto una genial idea se le ocurrió: pelea de escaradiablos. El perdedor debía quedarse. Así, a media noche, Itto sacó su caja de escaradiablos y le entregó uno a Fluffy, el más pequeño de los tres que tenía. Ella lo notó, pero no pensó que eso importara. Obviamente, después de una acalorada pelea, el escaradiablo de Itto resultó victorioso.

—No te preocupes, Fluff, voy a estar bien. He hecho esto una vez antes... no es tan difícil como suena. Tranquila, lo vamos a lograr.

La chica no pudo evitar las ganas de abrazarlo, estaba angustiada, ella no sabía muchas cosas, solo que Itto le preocupaba ahora. Sin dudarlo más se acercó a él y con un brazo rodeó su cuerpo, con el otro sostuvo su manta.

Ante tal muestra de repentino afecto, Itto quedó pasmado por unos segundos. ¿Cómo debía reaccionar? Le devolvió el más tierno abrazo que jamás había dado. Ella no lo soltó durante los próximos minutos, se quedó abrazándolo y oliendo... le gustaba su olor. Él olía a pino y a frutos rojos.

La Señorita Gato (Missy Cat) - Arataki IttoWhere stories live. Discover now