HOMBRE ESTAFADO

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     Robert llegó a la casa muy cansado, aún así no le faltó la sonrisa de 'Todo está bien', dejó sus cosas en la entrada, Sarah leía un libro, pero al momento de verlo llegar lo cierra con tanta fuerza que hasta había emitido un sonido muy brusco.

—Llegaste... 

—Sí, pensé que estarías descansando, por el bebé.

—Lo hice antes, dime ¿Cómo te fue en el trabajo? estás sonriendo.

—Sí, es que me fue bien.

—Tú nunca sonríes Robert, ni en nuestra boda.

—Es que... 

—Dime algo ¿Hasta cuándo piensas seguir ocultándome que te dieron de baja en el ejército? 

     Él la miró más sorprendido que nervioso, la tensión de ambos era demasiada, ella estaba molesta, él lo sabía.

—No te enfades... por el bebé... —dijo acercándose a ella, inclinándose dado que estaba sentada.

—No estoy enfadada por eso, estoy enfadada porque no me lo contaste, somos una familia y me hubiera gustado ser la primera en enterarme.

—¿Quién te lo dijo?

—Rosa... luego de eso un niño le entregó un papel y salió muy apresurada, Sólo Dios sabe en qué anda esa mujer!

—Perdóname... supongo que ahora tendrás que resignarte a saber que tú esposo es un fracasado.

—No te hagas problema con eso, aún tenemos lo de tú indemnización, veremos que hacer con ello.

—Sí... 

—Es demasiado dinero, podremos poner un negocio, algo familiar ¿Qué dices?

—Lo haremos... 

     Sarah sonrió y se marchó a la habitación, definitivamente la noticia la había desilusionado un poco, ella sabía lo grande que era el sueño de Robert por estar allí y trabajar de lo que amaba, ella era la esposa de un soldado, de un hombre de ejército y en el fondo ese título le gustaba, ni hablar del día de su boda cuando se casó con el uniforme.

      Cerró la puerta de la habitación y tomó en sus manos el portarretrato del día de su boba.

—Dijiste que era la última vez que me harías sentir así y yo de tonta creyéndote, aunque quería que vinieras por mi, esto no es mi culpa, porque no te hubieran echado por ir sólo un día por mi, te dieron de baja porque de seguro esa fue la gota que rebalsó el vaso, porque esto debió ser la consecuencia de muchas faltas y errores... 

     Se quedó allí, recostada en la cama, no podía decirle todo lo que en verdad pensaba a Robert, el estaba muy preocupada, podía notarlo, ella no podía hacer eso.

     No lo negaría, no era lo que esperaba, cuando se casó con él se veía en una vida totalmente diferente y ahora era muy tarde para dejarlo ¿Qué haría con el bebé? 

     Por momento deseaba que fuese un poco como Federico, astuto, audaz, no tiene nada que ver el simple hecho de que lo conociera desde niños y siempre hubiera sido su amor platónico, pero había un problema, Federico nunca la miró, ni con ojos de amor, ni con ojos de amigo, simplemente nunca la miró.

     Se quedó ahí, casi como escondida, su vida no era como la había planeado, no, pero al menos había salido de la finca de su padre y eso era mucho para ella, ahora se encontraba en la cuidad y amaba a Robert, aunque quisiera no podía dejarlo, ella lo amaba como nunca amó a nadie y sentir esas cosas no harían que ella lo amara menos.

     Robert por otra parte se sintió muy liberado dado que se supo la verdad, no de su boca, pero de una forma u otra la verdad estaba dicha y aquella mochila en su espalda estaba disminuyendo, pero no del todo.

     No le había dicho lo ocurrido con ese tan afamado dinero, aunque tenía un plan y en el transcurso de unas horas le diría la verdad sumado a la gran cifra, le diría que duplicó su dinero y hasta multiplicó gracias a Federico y los caballos, ahora todo dependía de un caballo.

     De repente se empezaron a oír murmullos y voces fuera de la casa, tanto era que Sarah descendió las escaleras y ambos abrieron la puerta, todo el amontonamiento venía de la casa de Federico. 

—¿Qué significa esto? ¿Qué hacen? 

—No comprendemos Robert —habló uno de sus vecinos— la puerta de su casa está abierta y no hay nadie, tampoco hay ropa, los roperos están vacíos y hasta hay una silla tirada, no sabemos si llamar a la policía o no, si fue un secuestro o simplemente huyeron de algo, quizás tuvo un problema con alguna autoridad del ejército y ahora huye, no lo comprendemos, Robert, tú eres su amigo ¿Sabes algo?

     Robert comenzó a temblar, en efecto, tiritaba a pesar que el clima no fuera para eso, veía todo dar vueltas y como pudo salió de allí.

     Escabullirse entre las personas le había resultado sencillo, lo que no sería igual, sería decirle la verdad a Sarah, sentía como esa mochila que se había quitado de las espaldas volvía, como todo era igual que antes.

     

     Una semana después: 

     Todo seguía casi igual, Robert había empeñado el oro que recibió Sarah en la boda —un obsequio de su padre— y eso era lo que le daba cuando necesitaba dinero, ya sea para el hogar o para gastos personales.

     Todos los días se decía— Federico vendrá con mi dinero, Julio ganó, él debe venir pronto... 

     Al llegar a la casa —Hora de la cena— éste comía muy tranquilamente su sopa, hasta que Sarah le cuenta: 

—No sabes de lo que me enteré hoy... —entusiasmada por el chisme.

—¿Qué? dime mi amor, así me distraigo un poco.

—¿Por qué? ¿Sucedió algo?

—No, sólo es cansancio.

—Entiendo... bueno... te cuento... dicen por ahí que Federico se fue a otra casa.

—Qué!

—Como lo oyes, él se marchó a un vecindario residencial con su esposa y sus hijos, eso no es todo, ascendió de puesto, ahora es oficial... dicen por ahí que está subiendo muy rápido... pero eso no es todo, dicen que pudo comprar la casa porque estafó a un hombre tonto, éste le dijo que la pondría en los caballos... y no va que gana... 

—¿Ganó? ¿Cómo? 

—Federico se quedó con el dinero, pero a su vez hizo una pequeña apuesta a un caballo ganador y es millonario, sacó el premio más grande... a eso súmale lo que robó... ¿Estás bien? —le preguntó al ver como su esposo estaba transpirando en exceso— Robert! 

—Sí... sí... mira tú a ese pillo de Federico.

—Nadie lo creería, pero peor para aquel hombre estafado, aunque también es culpa suya, mira Robert, con Federico nos conocemos dado que él vivía en el campo al igual que mi familia y ¿Sabes cómo llegó a la ciudad? —éste negó— estafó a un hombre para el cual trabajaba y compró el boleto, al casero de la casa también, nunca le pagaba, a lo que voy es que todos aquí saben que Federico es todo un zorro en el arte de estafar, Y confió en él! —rió— pobre hombre, en el fondo siento lástima por él.

     Las palabras que Sarah había dicho le dolieron peor que mil cuchilladas, más viniendo de ella, pero en el fondo ella no sabía la realidad de las cosas, por lo que no sabía que ese hombre tonto, estafado, del cual tanto se reía, era su esposo.

ÁVARO AMORHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin