Por primera vez en toda su existencia Angel sabía cuáles eran los bordes y límites que definían a su persona.

Lo que fue una constante tanto en vida o en muerte fue que Angel siguió deseando lo mismo. Alguien que lo amase, el tipo de romance ridículo y tal vez cliché, pero que jamás parecía alcanzarlo. Pero el deseo de tener hijos no llegó a él y debido a sus hermanos, él había estado listo para ser el mejor tío del mundo. Porque no se trataba de odiase a los niños, pero ser padre no estaba en su lista de cosas por hacerlo.

Tal vez por eso no le golpeaba como a otros el hecho de que como pecadores no pudieran tener hijos. Por lo menos no biológicos porque ahí estaban Husk, Alastor y Rosie. Cada uno de ellos a su forma y dinámica tenían una conexión especial con Crymini y Niffty. Aun cuando ellas no eran niñas que necesitasen adultos, definitivamente disfrutaban sus figuras parentales. Y Angel tuvo que admitir que estar en una relación con Husk no había sido como se la había imaginado, pero él no se quejaba de los premios extras.

Angel detuvo la motocicleta cuando llegó al mirador de la ciudad y sintió su alma volver a su cuerpo al ver a Crymini en una sola pieza. Él respiró hondo y caminó a ella con seguridad.

Curioso. Exactamente igual que Niss solía hacer con él cuando acudía a su llamada ¿Su hermano también habría conducido como un loco para luego aparentar frente a Angel que estaba en control?

— ¿Cry—? Oh, bebé, ven aquí. —Angel acortó lo que quedaba de distancia y abrió sus brazos.

Crymini lo estaba mirando con tanta gratitud, como si hubiese creído que él no aparecería. Era obvio que ella había estado llorando y en realidad no había parado. La primera vez que Angel había visto a Crymini ella había estado liderando la seguridad de la Colonia Caníbal, dando órdenes y sembrando respeto o temor en sus subordinados. Esa chica seguía ahí. Pero era más doloroso verla totalmente desprotegida y sola. La pecadora se soltó del barandal y se lanzó contra Angel, hundiendo su pequeña figura contra su cuerpo y abrazándolo con tanta fuerza que casi lo levantó del suelo.

Y de repente la realización lo golpeó: Tal vez él debería parar antes de involucrarse demasiado. Crymini no era su familia. Por mucho que Rosie bromease con esa palabra, Angel no pertenecía a ellos. Él siempre arruinaba las cosas buenas y la familia de Husk era algo maravilloso. Algo extraña y aterradora, sin lugar a duda, y seguramente Husk no querría admitir que los otros eran su familia tanto como lo eran para Crymini pero...

— Lo siento. —Crymini susurró y apretó sus manos— No sabía a quien más... Gracias por venir.

Lo curioso era como él no solía oír a su razón.

— No tienes por qué. —Angel acarició el suave pelaje de la mejilla de la chica y se encontró sonriendo al darse cuenta de que era similar al de Husk— ¿Quieres hablar de qué pasó?

— No quería preocupar al resto. —Crymini confesó y se presionó tan fuerte contra su cuerpo que le aplastó sus costillas— Es algo tonto.

Oh, él sabía mucho sobre eso y era devastador ver a alguien tan bombástica y bromista como Crymini hablar de esa forma. Pero sí, esa ridícula sensación nunca se iba. Una vida y muerte donde sus sentimientos siempre eran minimizados habían dejado efectos en Angel que ni siquiera ahora podía manejar.

La idea de que Crymini sintiera algo similar despertó en él el deseo de buscar al culpable y degollarlo vivo.

— No, no lo es. —Angel se encontró repitiendo lo que Cherri y Husk solían decirle— Si algo te hace sentir mal puede ser muchas cosas, pero jamás tonto.

Crymini levantó su mirada, sus ojos rosas lo miraron con curiosidad y Angel le sonrió. Ella frunció el ceño y él tuvo que contener la risa ¿Quién lo diría? Podía verse igual de gruñona que su padre.

Probabilidades implícitasWhere stories live. Discover now